El Rabel Según...

DANIEL GARCÍA DE LA CUESTA




A pesar del paso del tiempo y de la pérdida de la gente mayor que nos hace de transmisor en la tradición, gracias al trabajo de investigación de campo, hoy en día en Asturies es posible encontrarse con auténticos tesoros que nos unen, en algunas ocasiones, a épocas medievales con poco que miremos. Este es el caso de un instrumento musical de cuerda llamado Bandurria.

El pasado 17 de octubre de 1.998 tuvo lugar en Uviéu, dentro de la programación de "Las Mañanas del Arqueológico", una charla en la que se dio información sobre las últimas investigaciones alrededor de la bandurria, instrumento del que el museo posee dos ejemplares gracias a la donación de la colección de Manuel González-Longoria Leal, marqués de La Rodriga, en el año 1.951 y que hasta ahora figuran en el catálogo del museo como "Rabeles" y de procedencia desconocida.

Aunque al comienzo de este siglo el etnógrafo musical Eduardo Martínez Torner hizo algún comentario sobre este tipo de instrumentos en Asturies, la recogida de datos comenzó a mediados de los años setenta por el trabajo de grupos de investigación etnográfica como "Los Urogallos", de Uviéu y sobre todo de Manolo S. López de "La Quintana", de Xixón, continuando hasta mediados de los ochenta, luego vino un parón en el que el instrumento se olvidó de nuevo y casi desaparece. Retomé este campo de trabajo y conseguí recopilar algunos datos que nos dan más luz sobre la utilización de la bandurria.

La investigación se realizó en el Concejo de Casu y sobre todo en el pueblo de Caliao y en otros de los alrededores. En Coballes vivió uno de los mejores bandurrieros, David Caballín Traviesas. Gracias a las grabaciones que se le hicieron tocando, conservamos y conocemos parte de su repertorio musical, varios toques, ritmos, melodías, etc., y su uso dentro de la tradición. Actualmente no queda ninguna persona mayor de la que aprender a tocar la bandurria.

La bandurria es un instrumento de cuerda. Los modelos encontrados, hechos en Asturies, tienen unas medidas que van entre los 50 y 60 centímetros de largo por 15 a 20 de ancho y 6 a 8 de altura, les paredes laterales tienen entre 6 y 8 milímetros y están hechos de una sola pieza de madera, que puede ser de arce, cerezo. Tiene forma de ocho irregular y lleva en un extremo un mástil donde se pulsan las cuerdas. No lleva trastes. Lleva tres cuerdas de tripa, dicen que de gallina suenan mejor aunque también valen de cordero.

Las cuerdas van agarradas en la parte de abajo a una pieza de madera o hueso llamada "Restriellu", que es una auténtica obra de arte en la mayoría de los casos. El "Restriellu" va atado con un trocito de cuerda de tripa a un tuco del propio instrumento que sobresale en la parte de abajo.

Las cuerdas se tensan con unas piezas cónicas de madera llamadas "Tornos" que van a la parte de arriba. Esta parte en los modelos más antiguos tiene forma de hoz y en otros casos se asemeja al clavijero de un violín.

 
 

La tapa de arriba es de piel de cabrito, asegurada con unos clavitos de madera llamados también "Tornos", en los últimos años se sustituyeron por chinchetas metálicas.

Las cuerdas reposan sobre una pequeña pieza de madera llamada "Caballu" que es la que transmite la vibración al pellejo y éste a la caja de resonancia. No tiene ninguna pieza por dentro.

El pellejo tiene tres o cuatro agujeros para que salga el sonido, generalmente dos a la parte del "Restriellu" y uno a la de las cuerdas.

Por detrás todos los modelos encontrados son planos y tienen una talla, o se nota el intento de hacerla, con figuras geométricas, zigzagueados, rosetones, cruces, caras, corazones y algunos las iniciales del constructor o del dueño, todo al estilo de la decoración tradicional en Asturies en muebles, preseos y horros, y que nos hace vislumbrar un pasado medieval solo con verlo.

El sonido se le saca frotando las cuerdas con un "Rabil" o "Cayau", pieza de madera con forma de arco, hecho con una rama o una raíz a la que se le atan en los extremos un montón de pelos de cola de caballo, dicen que de yegua no valen porque rompen primero. La tensión de estos pelos se hace a mano y al gusto del bandurrieru. Los cadejos o "serdes" se pasan por resina para que agarren bien a las cuerdas. Las tres cuerdas se frotan y suenan al mismo tiempo porque el "Caballu" es plano.

La bandurria se utiliza, sobre todo, para acompañar cantares que el propio músico interpreta, por lo que las cuerdas se afinan a la voz del cantante. Una cuerda hace de bajo continuo y en las otras dos se tocan las melodías dependiendo del intervalo musical y la tonalidad que se utilice.

 
 
 

Los intervalos para afinar las cuerdas suelen ser de octava, quinta y cuarta, por ejemplo: Re, La, Re´, o, Re, Sol, Re´, lo que también nos evoca a la música medieval.

Otra particularidad de la bandurria es la forma de tocarla. Se toca sentado y con ella entre las piernas, lo que nos recuerda a algunas figuras miniadas de músicos que aparecen en las Cantigas de Santa María, de Alfonso X, y que están hechas en el siglo trece.

El nombre de bandurria trajo controversia por mor de parecerse éste vocablo al de otro instrumento más conocido y popular actualmente que utilizan las rondallas, tunas, etc., y también por existir otro instrumento de la misma familia musical llamado "Rabel" de utilización expandida por Cantabria, Palencia, Segovia, Ávila, Zamora, Toledo, Logroño, Soria y otras regiones lo que dio pié a equívoco y a despreciar y dar por erróneo el nombre de bandurria. Nada más lejos de la realidad. Es bastante frecuente el equívoco a la hora de estudiar los instrumentos antiguos.

Siguiendo el criterio de investigar, ¿Por qué el nombre de bandurria?, me llevó a explorar en dos caminos: el trabajo de campo y la documentación en textos.



El caso es que los informantes de Casu, l'Infiestu, Llanes y Cangues d'Onis, donde tengo recogidos datos del instrumento no sabían lo que era un rabel y nada más ver la bandurria la reconocían por su nombre. En otras zonas como Riaño, en el territorio administrativo de León, Potes o en el pueblo de Pejanda, del valle de Polaciones en el territorio administrativo de Cantabria, también hubo y hay personas mayores que tocaban y tocan y llaman al instrumento bandurria, en estas zonas el nombre de rabel está más expandido y continua generando equívocos a los investigadores. La gente que diferencia la bandurria y el rabel en esas poblaciones lo hace por la forma en que se agarra para tocar. El rabel se toca apoyado en el hombro o en el brazo y la bandurria entre las piernas. Otras diferencias se ven a simple vista en la construcción y en el número de cuerdas.

En vistas que el pueblo todavía conserva en la memoria colectiva un nombre para diferenciar los dos instrumentos y teniendo en cuenta que debemos respetar esa memoria ya que es la que mantiene en muchas ocasiones el hilo transmisor de la historia, aunque sea dificultoso comprenderla al principio, nada mejor que un reto como este para cualquier investigador.

La consulta de varios textos sobre etimología y diccionarios musicales dio más pistas sobre este tema. En el año 1.611 Sebastián de Covarrubias ya apunta algunas notas donde se aprecia la confusión sobre estos instrumentos cuando describe la bandurria como: instrumento músico a modo de rabel pequeño de tres cuerdas.

La palabra bandurria tiene su origen en el griego "pandûra" o "pandoura" que también era un instrumento musical y que en el latín derivó en "Pandurium" o "mandurium". La raíz de este vocablo dio nombre a varios instrumentos de cuerda, incluso de percusión.

 
 

El Arcipreste de Hita, en el siglo catorce, cita la "manduria" y da datos sobre el uso apropiado que tenía en esa época:

Aravigo non quiere la viuela de arco,
Çinfonia, guitarra non son de aqueste marco,
Çitola, odreçillo non aman caguyl hallaço,
Albogues e mandurias, caramillo e çanpolla,
non se pagan de aravigo quanto de ellos boloña.

Hay investigadores de la música arábigo-andaluza, como Julián Ribera, que dicen que de este texto se puede deducir que instrumentos se usaban para interpretar música árabe y cuales no, basándose en el gusto de la música árabe para acompañarse al cantar de instrumentos punteados como el laúd y no de instrumentos de bajo o sonido continuo.

De ese texto puede desprenderse que era un instrumento de sonido continuo y cuerda frotada con arco. Otro autor que cita el instrumento alrededor del siglo dieciséis es Félix Lope de Vega, y en este autor voy a pararme un momento para comentar un asunto que me ocurrió casualmente y me dio la pista para saber a que instrumento se refería Lope de Vega cuando relata en tono de comedia, en su obra "La Dorotea", el suceso que viene a continuación:

"Bandurrio es muy antiguo. Fue el primer inventor de las bandurrias que hoy llaman de su nombre. Es instrumento pequeño que, a guisa de los que los son, en subiéndosele el humo a las narices tapará un órgano. Fue Bandurrio llamado Rústico Orfeo porque habiéndose muerto su dama, intentó ir al los Campos Eliseos. Y habiendo llegado con esta locura una noche a las dehesas Gamenosas junto a Córdova, se le antojó que unas yeguas blancas eran las almas. Sacó su bandurria y espantó de manera los ganados, que los yegüeros ignorantes, como si fueran las bacanales de Tracia, le mataron a palos".

Bien, gracias a la casualidad fui testigo en el pueblo de Caliao de una escena que me remitió de hecho a este texto. Mientras yo tocaba la bandurria delante de varios vecinos se acercó el hijo de uno de ellos montado en una yegua, inmediatamente se levantaron y me mandaron parar, fue todo tan rápido que quedé quieto y extrañado y pregunté que ¿Qué pasaba?, a lo que me contestaron que la bandurria asustaba a las yeguas y que podía tirar al mozo, que de hecho ellos, de mozos, usaban la "Ronquiella", instrumento hecho con una lata y una cuerda que al tirar de ella sonaba y metía un ruido que espantaba a las yeguas, que la usaban para gastar bromas a otros mozos cuando bajaban montados en las caballerías. Así que probablemente la bandurria a la que hace referencia "La Dorotea" sea de cuerda frotada y no pulsada. De hecho el instrumento de cuerda pulsada utilizado por las rondallas aparece a mediados del siglo dieciséis y a partir de ese momento se hace muy popular, lo que puede ser uno de los motivos del equívoco a la hora de saber a que instrumentos se refieren algunos textos donde se cita la bandurria en el siglo de oro y posteriormente.

En cuanto al vocablo "Rabel" proviene del árabe "rabâb", este vocablo también se expande de muchas formas parecidas y abundan las referencias en textos desde el siglo once, describiendo al instrumento como de cuerda frotada parecido al laúd con cuerpo en forma de lágrima o pera, pero más corto.

La utilización de la bandurria y del rabel hoy en día esta casi desaparecida aunque hay algún intento de gente joven por recopilar material y continuar con una tradición probablemente milenaria. En ese trabajo de recopilación observamos una utilización común. Los dos instrumentos los utilizaban sobre todo pastores que con la trashumancia fueron capaces de extender y compartir repertorio y uso, esta misma circunstancia también contribuyó a su conservación en ámbitos muy reducidos y también a su desaparición.

En el caso de Asturies la utilización que conocemos pasa por el repertorio de baile, alguna danza, pero sobre todo al acompañamiento de asturianaes, cantares y romances. En estos dos ámbitos, los cantares y romances, los dos instrumentos llegan a tener algunas letras y melodías de repertorio común entre gente que tocaba en pueblos situados en ocasiones a más de quinientos kilómetros de distancia.

Existe mucha relación en el uso de los instrumentos entre Asturies y Cantabria. En el pueblo de Caliao se trabajó mucho en los montes a la madera y allí convivieron durante varios meses al año gente de la Liébana y del Valle de Polaciones y del concejo Casín que hizo posible que la gente recuerde cantares de un lugar y otro.

El ámbito en el que se desarrollaba la música de bandurria era al acabar las jornadas de trabajo, en las fiestas, filandones, esfoyaces, en navidad, por el antroxu, etc.

Según Chema Puente, investigador y recuperador de la bandurria y el rabel en Cantabria, en el Valle de Polaciones gustaba y gusta a la gente cantar asturianaes al instrumento, como ésta:

En Asturias los mineros, que buenos muchachos son,
pero tienen una falta, que mueren sin confesión.(Bis)
Desde el fondo de la mina, llamé al cielo y no me oyó,
Santa Barbara bendita, te digo de corazón,
mi madre quiere casarme con uno de la oficina,
si yo le quiero minero, que vaya y venga a la mina,
que vaya y venga a la mina, a la mina del carbón,
que aunque el carbón sea negro las pesetas blancas son,

Uno de los cantares recogidos en Caliao y en el pueblo de Següencu, en Cangues d'Onis, nos da pié para darse cuenta del uso irónico del instrumento y del carácter del bandurrieru:

Bien té lo dixi bandurria, qu'ibamos dir a castañes,
tu me disti la desculpa, qu'estaben fríes les mañanes.

Un caso de repertorio común con Zamora y Cantabria, por ejemplo, es el de la letra que viene a continuación:

En el jardín de la hierba buena donde se crían las azucenas,
Has estado en Reinosa y has aprendido a ponerle los cuernos a tu marido.
En el jardín de la hierba buena donde se crían las azucenas.
Mi novio es un cobarde que no se atreve a decirme a la cara lo que me quiere.

En el pueblo de Caliao todavía queda gente que encopla y hace letras como esta donde se cuenta como se hace una bandurria:

Vo facer una bandurria, d'un troncu de cerezal,
El restriellu ye de texu, el caballu de nozal,
El pelleyu d'un corderu, los tornos de recimal,
Les cuerdes son de pitina, el rabil ye de peral
Vo cortar el rau a la yegua, pa preparai el sedal,
Y cantar enes velaes, pa que me den de cenar.

Algunos de los romances que circularon de forma común fueron: La fiera Crupecia, Rico Franco, La dama y el pastor, el mozu arrieru o la hermana cautiva, del que paso a contar la versión que recogí en Caliao:

Un venticinco de Mayo, iba yo de cacería,
y vi lavar a una mora al pié de una fuente fría,
Apártate mora bella, apártate mora linda,
deja beber mi caballo en la fuente cristalina,
No soy mora caballero, que soy cristiana cautiva,
me cautivaron los moros siendo yo muy chiquitina,
si quieres venirte a España, monta en mi caballería,
yo te juro por mi espada, que en el pecho la traía,
de no tocarte ni hablarte, hasta los montes de oliva,
y estos pañales que lavo, ¿dónde yo los dejaría?,
los de seda y los de holanda, monta en mi caballería,
y los que no valen nada la corriente llevaría,
y al llegar a aquellos montes la mora llora y suspira,
¿Por qué lloras mora bella?, ¿Por qué lloras mora linda?,
porque aquí por estos montes, mi padre a cazar venía,
y mi hermanito manolo de la mano me traía,
¡Válgame la virgen Santa!, ¡Valgamé Santa María!,
creí traer una mora y traigo una hermana mía,
Abridme la puerta padres, ventanas y galerías,
Que aquí os traigo la prenda tan llorada noche y día,
Y su padre la abrazaba y su madre le decía,
hija de mi corazón, ¿dónde estuviste metida?,
en un castillo de moros, que cautiva me tenían,
lavándole los pañales a una morita que había.

 

Después de la recogida de datos sobre bandurrieros en Caliao y otros pueblos de alrededor como La Felguerina, La Infiesta, Coballes, Ricau, La Encruceyá, Pontepiedra, etc.., recopilé el nombre de diecinueve personas que, aproximadamente, desde 1870 a 1994 tocaron la bandurria.



La bandurria que podemos fechar con más antigüedad la conserva una vecina de Caliao, era de su abuelo y puede tener unos ciento treinta años por lo menos.

La abundancia de datos en estos lugares y la escasez de ellos en otras zonas de Asturies, junto con la observación de nueve instrumentos originales, me abrieron el camino para reconocer que la procedencia de las bandurrias que están en el museo arqueológico tienen que ser de esa zona, además, Xuán Manuel Calvo, alcalde de Caliao hasta 1999 y de edad muy avanzada, conoció y vio como en los años treinta el marqués de La Rodriga compró y llevó de Caliao muchísimas cosas.

Las semejanzas en cuanto a tamaño, formas, tallas, posición de los agujeros en el pellejo, etc. de los nueve instrumentos observados nos hace ver un ámbito común, pues hay detalles que si no se ven de una forma cercana y contemporánea difícilmente se reproducen en otros instrumentos.

Una de les bandurrias del museo tiene grabadas en la parte de atrás les iniciales E. M., que corresponden con las de Enrique Martínez, un artesano de La Felguerina.

Las bandurrias solían hacerlas los propios músicos o acaso recibirla en herencia. Uno de los constructores más renombrados fue José González Martínez, conocido por Jose'l Cau.

Otros dos buenos bandurrieros fueron José Ramón Prida y Pepe Calvo. Los dos emigraron a Argentina, como otros vecinos de la zona, y allí continuaron tocando la bandurria. Llegaron a grabar un tema en un disco de pizarra.

Gracias a la memoria colectiva de los vecinos de Caliao y los alrededores fui capaz de recopilar unas setenta melodías, y sigo recogiendo material, y gracias a las grabaciones que se le hicieron a David Caballín y al inicio en el conocimiento del uso de la bandurria que aprendí con Chema Puente, se hizo realidad el objetivo de aprender a tocar la bandurria de una manera tradicional y mantener viva la transmisión musical.

Gracias a la asociación de folclore tradicional "La Quintana" y al Ayuntamiento de Casu, organizamos en el salón de las antiguas escuelas de Caliao a primeros de Mayo de 1.998, en las fiestas de Santa Cruz, una exposición sobre la bandurria y un encuentro de bandurrieros que tiene su continuidad y esperamos que se convierta en un lugar y una actividad de referencia para todas aquellas personas interesadas en la bandurria y el rabel. Si cualquier persona que esté interesada en este tema le apetece contar o conocer algo más, no dude en ponerse en contacto conmigo.

El instrumento vuelve a sonar, a tener un uso musical y me parece que tiene asegurado la permanencia entre nosotros unos cuantos años más. De hecho en la escuela de música tradicional "La Quintana", en Xixón, estamos impartiendo clases de bandurria y otros músicos están tocando con ella. Espero que pueda publicarse pronto un método en el que estoy trabajando para aprender a tocar la bandurria y conocer un poco de su historia. Mientras, agradezco de nuevo la información y el apoyo que me dieron un montón de personas sin las que no podría hacer este trabajo.

 
 

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Por Daniel García de la Cuesta.
Octubre de 2001

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