Ciudad Iberoamericana

  Cartas de nuestros miembros:

 

 

María Claudia (de Mar del Plata). 2 Cuentos.

 

MONJES ZEN

 

Habia una vez dos monjes Zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio. Cuando llegaron al rio una mujer lloraba en cuclillas cerca de la orilla .

Era joven y atractiva .

- Que te sucede ? - le preguntó el más anciano.

- Mi madre se muere.

Ella esta sola en su casa, del otro lado del rio y yo no puedo cruzar. Lo intente - siguio la joven - pero la corriente me arrastra y no podre llegar nunca al otro lado sin ayuda...pense que no la volveria a ver con vida. Pero ahora...

ahora que aparecisteis vosotros , alguno de los dos podra ayudarme a cruzar...

- Ojalá pudieramos- se lamento el mas joven .Pero la unica manera de ayudarte seria cargarte a traves del rio y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto. Eso esta prohibido ... lo siento.

 

-Yo tambien lo siento- dijo la mujer y siguio llorando.

El monje mas viejo se arrodillo , bajo la cabeza y dijo:

-Sube.

La mujer no podia creerlo , pero con rapidez tomo su atadito con ropa y monto a horcajadas sobre el monje .

Con bastante dificultad el monje cruzo el rio, seguido por el mas joven.

Al llegar al otro lado, la mujer descendio y se acerco en actitud de besar las manos del anciano monje.

-Esta bien, esta bien- dijo el viejo retirando las manos, sigue tu camino.

La mujer se inclino en gratitud y humildad , tomo sus ropas y corrio por el camino del pueblo .

Los monjes , sin decir palabra ,retomaron su marcha al monasterio.... Faltaban aun diez horas de caminata. Poco antes de llegar, el joven le djo al anciano:

- Maestro, vos sabeis mejor que yo de nuestro voto de castidad . No obstante, cargaste sobre tus hombros a aquella mujer todo el ancho del rio .

- Yo la lleve a traves del rio, es cierto, pero que pasa contigo que la cargas todavia sobre los hombros?

 

 

EL ELEFANTE ENCADENADO

 

- No puedo - le dije NO PUEDO

- Seguro? - me pregunto el gordo

- Sí, nada me gustaria más que poder sentarme frente a ella y decirle lo que siento... pero sé que no puedo.

El gordo se sentó a lo Buda en esos horribles sillones azules del consultorio, se sonrio, me miró a los ojos y bajando la oz (cosa que hacia cada vez que queris ser escuchado atentaemnete) , me dijo :

-Me permitis que te cuente aklgo?

Y mi silencio fue suficiente respuesta.

Jorge empezo a contar

 

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Tambi;én a mi como a otros, despues me entere, me llababa la atencion el elefente. Durante la funcion , la enorme bestia hacia despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal... pero despues de su actuacion y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisonaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embarfgo , la estaca era solo un minisculo pedazo de madera apenas enterrado unos centimetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente:

Qué lo mantiene entonces?

Por qué no huye?

Cuando tenia cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduria de los grandes. Pregunté entonces a algun maestro, a algun pdre, o a algún tío por el misterio del elfante encadenado. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escpaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia:

- Si está amaestrado, por qué lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace al;gunos años descubrí que por suerte para mí alaguien habia sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:

El elfante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy,muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.

Estoy seguro de que en aquel momento el elfantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él.

Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía...

Hasta que un días, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y podroso, que vemos en el circo, no escapa porque crer- pobre- que NO PUEDE!.

El tiene registro y recierdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco despues de nacer.

Y lo pero es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamenre ese registro.

Jamás...jamás...intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

 

Y así es Demián. Todos somos un poco como ese elfante del circo: camos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos creyendo que un montón de cosas"no podemos"simplemente porque alguna vez , antes, cuando éramos chiquitos, alguna vez probamos y no pudimos.

Hicimos entonces , lo del elefante: grabamos en nuestro recuerdo

NO PUEDO... NO PUEDO Y NUNCA PODRE.

Hemos crecido portando ese emnsaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

Cuando mucho, de vez en cuando sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas o miramos de reojo la estaca y confirmamos el estigma:

NO PUEDO Y NUNCA PODRE!!!

 

Jorge hizo una larga pausa; luego se acercó , se sentó en el suelo frente a mí y siguió:

- Esto es lo que te pasa, Demi, vivís condicionado por el recuerdo de que otro Demián, que ya no es , no pudo.

Tu unica manera de saber, es intentar de NUEVO poniendo en el intento todo tu corazón...

...TODO TU CORAZON

 

 

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