Ciudad Iberoamericana

  Cartas de nuestros miembros:

 

Andrea (de Buenos Aires). "Un hombre".

 

De Poldy Bird.

 

"... Acaso no es cuando no damos nada, cuando mas recibimos de un hombre?"

Quien puede decir ciertamente lo que es un hombre. Que siente. Que piensa. A que le teme. Porque vibra. Que es lo que mas le interesa en la vida y en el mundo. Hasta donde es capaz de amar sin pensar que esta loco o que es ridiculo.

Quien puede decir que realmente conoce a un hombre. Quien puede decir que realmente lo comprende...

A veces pareciera que sí, que es posible, que atravesando el complicado laberinto de su pensamiento uno ha llegado al fondo, a ese lugar secreto, escondido, protegido por los cinco sentidos y lo ha encontrado... Pero un minuto despues, él se revela, borra todas las huellas, tuerce las agujas del reloj, cambia de voz, de piel, de convicciones.

Cambia la intensidad de la mirada, se vuelve hosco, lejano, inalcanzable, o nos hace creer que cambia de voz, de piel, de convicciones y que se vuelve inalcanzable...

Y otra vez estamos afuera, otra vez llamando a su puerta, otra vez  estamos comenzando.

Con un hombre nunca se esta en camino. Siempre se esta empezando a caminar...

No somos nosotras las que podemos apoyar la cabeza sobre su pecho seguro y descansar..., sino que son ellos los que terminan apoyando su cabeza en nuestro pecho y se quedan dormidos como niños.

Un hombre...

Que dilema...

Amamos.

Amamos a un hombre y nos abrimos con una daga para darle el corazon desnudo en la palma de la mano. Y él deja el corazon desnudo en la palma de nuestra mano, desnudo y tembloroso, porque tiene miedo de abrirse el pecho para cobijar ese corazon que se le esta brindando.

Y cuando oye que su propio corazon late solo, dice que esta solo, " que esta solo como siempre", sin darle importancia al otro corazon que fue arrancado violentamente de su sitio y cada vez mas debilmente da ofrenda su latido.

Es que... tal vez, él no queria que le dieramos el corazon; tal vez él queria solamente una sonrisa y nosotras exageradas como siempre le dimos el corazon.

Es muy posible que él buscara simplemente una oreja pequeña y bien formada para contarle sus penas, para darle algunas veces las palabras que excedan al recipiente... y nosotras exageradas como siempre le dimos nuestra vida.

Es posible que él buscara la suavidad de nuestra piel para sembrar en ella unos luceros que subitamente le crecieron en la sangre... y nosotras exageradas como siempre le dimos nuestra sangre.

Quizá queria tener cerca nuestro silencio para poder pensar que estaba acompañado... y nosotras exageradas como siempre, le dimos todos nuestros pensamientos.

Acaso no es cuando no damos nada, cuando mas recibimos de un hombre?

Acaso no es cuando le damos solamente un poco de nuestra piel, cuando recibimos todo de él, su piel, sus nervios, sus musculos tirantes, su clamor y su hoguera?

Acaso no es cuando le damos solamente el silencio cuando recibimos su grito y su llamado, su pedido de rodillas, su lamento estremecido atravesando las montañas, los valles, los rios del universo?

No es cuando le dejamos en ristre la duda, que nos ofrece todas las certezas, nos promete la luz, el agua, las estrellas?

Y, cuando vamos por nuestro camino, sin detenernos él estira sus manos y quiere llevarnos a su camino, dejarnos transitar por él, mostrarnos el puerto de donde todo parte.

Y cuando no lo vemos, quiere que lo miremos.

Y cuando no lo amamos, quiere amarnos y hace lo imposible para que dejemos caer sobre él una gota de amor pequeña y transparente como una lagrima.

Y sus manos son nido cuando no somos pajaros.

Y su ternura es vino cuando no somos cantaro.

Y su pasion es llama cuando no somos leña.

Y su cariño es un millon de luciernagas cuando no somos noche.

Y su presencia es sol cuando no somos cielo ni dia ni le pertenecemos.

Un hombre es un hombre cabal, entero, valeroso y generoso solamente cuando lo obligamos a luchar sin tener la certeza del triunfo.

Cuando nuestro jardin esta sin siembra, él quiere recoger las rosas.

Cuando el muro es resbaloso y alto, él quiere treparlo y llegar hasta el final para ver lo que hay del otro lado.

Porque lo que verdaderamente quiere un hombre es conquistar la plaza que no se rinde nunca, es alcanzar la palabra que no fue pronunciada, es cortar las violetas que no fueron sembradas, es devorar el pan que jamas fue amasado, es escuchar la musica que no fue compuesta, ni tiene aun la melodia nacida.

Lo que un hombre quiere es ser niño cuando lo necesitamos hombre del  todo, cabalmente hombre. Y ser hombre cuando inventamos para él un parque con una calesita y un monton de hamacas y busca que riamos como un sonajero, cuando la tristeza amenaza el alma y una pequeña caricia de su mano serviria para disipar las sombras y las dudas.

Y quiere que volemos cuando él mismo ha cortado nuestras alas.

Y quiere que tengamos los colores del arco iris cuando se ha encargado de borrarlos y dejarnos en blanco y negro como una vieja fotografia de la desolacion.

Y odia nuestra felicidad aunque sea él quien la haya provocado porque la   felicidad de los demas no lo hace feliz, como él pregona... Le provoca malestar, inseguridad, celos...

Es por eso que no se, verdaderamente, no se de quien nos enamoramos las mujeres, si de un hombre o de la idealizacion del hombre que tenemos en nuestra mente. Si de un hombre o de la imagen nuestra que vemos reflejada en el espejo de nuestro propio corazon y creemos que le teme a la soledad... pero él lo que ama en verdad es su soledad, y es eso lo que defiende como una brava fiera... Porque tal vez es que un hombre verdaderamente lo que teme es perder su soledad... Esa soledad que le hace sentir que nadie va a cambiarlo, que es él mismo... Y que un hombre no se da ni se comparte.

 

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