Ciudad Iberoamericana

  Joan Manuel Serrat:

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Joan Manuel Serrat 1969

Manuel

Le llamaban Manuel,
nació en España,
su casa era de barro, de barro y caña.
Las tierras del señor humedecían
su sudor y su llanto, día tras día.
Mendigo a jornal fijo como él no hubo
entre olivos y trigos, por un mendrugo.
Su casa era de barro, de barro y caña,
le llamaban Manuel , nació en España.
Le llamaban Manuel , nació en España.
su mundo era otro mundo, tras la montaña.
Del amo eran las tierras, camino abajo
las moras y las flores de los ribazos.
La mula y los arreos, el pan y el vino,
los árboles, las piedras y los caminos.
Su mundo era otro mundo, tras la montaña,
le llamaban Manuel , nació en España.
le llamaban Manuel , nació en España,
ella guardaba un hijo en sus entrañas.
nunca fue suyo, nada tuvieron,
por eso lloro tanto cuando murieron.
El con sus propias manos cavó la fosa
sepultando sus sueños junto a la esposa.
Ella guardaba un hijo en sus entrañas
le llamaban Manuel , nació en España.
le llamaban Manuel , nació en España,
le vieron alejarse una mañana.
Del amo era el olivo donde lo hallaron
y la soga de esparto que desataron.
Y el pedazo de tierra donde hoy se pudre
y el trigo que en la tierra se tumba cubre.
La vieron alejarse una mañana.
Le llamaban Manuel, nació en España.


Poco antes de que den las 10

Te levantaras despacio
poco antes de que den las diez
y te alisaras el pelo
que con mis dedos deshilé,
y te abrocharas la falda,
y acariciarás mi espalda
con un "Hasta mañana".
Y te iras sin un reproche,
te perderé con la noche
que llama a mi ventana,
y bajarás los peldaños
de dos en dos, de tres en tres.
Ellos te quieren en casa
poco antes de que den las diez.
Vete.
Se hace tarde.
Vete ya...
vete ya.
Y en el umbral de la puerta,
poco antes de que den las diez,
borrarás la última huella
que en tu cara olvidé.
Y volverás la cabeza
y me dirás con tristeza
"Adiós" desde la esquina
y luego saldrás corriendo,
la noche te irá envolviendo
en su oscura neblina.
Tu Madre abrirá la puerta,
sonreirá y os besaréis
La niña duerme en casa...
Y en el reloj darán las diez.


Poema de Amor

EL sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor; tenía frío,
y allí en la arena
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor para ti.
Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.
Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.
Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.
La fe que perdí,
mí camino
y mi carreta.
Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mí equipaje.
Mi tibio Rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.
Mi manantial,
mi cañaveral,
mí riqueza.
Mi lena, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.
Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.
Donde te sentí,
donde te escribí
mi poema.


Tu Nombre me sabe a Yerba

Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
cerré mi puerta una mañana
y eché a andar.
Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
dejé los montes
y me vine al mar.
Tu nombre me sabe a yerba
de la que nace en el valle
a golpes de sol y de agua.
Tu nombre me lleva atado
en un pliego de tu talle
y en el bies de tu enagua.
Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
aunque estes lejos
yo te siento flor de piel.
Poque te quiero a ti,
porque te quiero,
se hace mas corto
el camino aquel.
Tu nombre me sabe a yerba
de la que nace en el valle
a golpes de sol y de agua.
Tu nombre me lleva atado
en un pliego de tu talle
y en el bies de tu enagua.
Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
mi vo se rompe como el cielo
al clarear.
Porque te quiero a ti,
porque te quiero
dejo esos montes
y me vengo al mar.


Balada de otoño

Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.
Pintaron de gris el cielo
y el suelo se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un Niño que el viento mece
con su balada de otoño.
Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo
y a veces como un lamento
y a veces viento.
Llueve,
detrás de los cristales llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos,
llueve.
Te podría contar
que esta quemandose mi ultimo leño en el hogar.
Que soy muy pobre hoy.
Que por una sonrisa doy
todo lo que soy
porque estoy solo y tengo miedo,
si tu fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara
y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.
Entonces,
olvidando mi mañana y tu pasado,
volverías a mi lado.
Se va la tarde y me deja
la queja que mañana será vieja
de una balada de otoño.


En Nuestra Casa

En Nuestra casa
ya no se oye tu voz
la noche va llenando
toda la habitación.
las lilas del Jarrón
se han ido marchitando
en casa.
En nuestra casa
mi juventud se fue
corriendo tras sus pasos,
cruzando la ciudad,
mientras la soledad
me acuna entre sus brazos
en casa
En nuestra casa
ya nadie enciende el fuego,
nadie llama a mi puerta,
las horas pasan muertas
sin tus manos.
En nuestra casa.
No soy más que una sombra
que no tiene ilusiones.
De golpe me hice viejo,
hablo con el espejo
y no abro los cajones
por no encontrar recuerdos.
De nuestra casa,
que no es mía sin ti,
me iré por la mañana
sin saber donde ir
y volveré a vivir
lejos de la ventana
de casa.
Y a nuestra casa
otras bocas vendrán
a borrar nuestros besos,
y mi triste canción
quedara en un Rincón
soñando o en tu regreso
a casa,
a nuestra casa.


El titiritero

De aldea en aldea
el viento le lleva
siguiendo el sendero.
Su patria es el mundo.
Como un vagabundo
va el titiritero.
Viene de muy lejos
cruzando los viejos
caminos de piedra.
Es de aquella raza
que de plaza en plaza
nos canta su pena.
Allez hop!
Titiritero
Allez hop!
de feria en feria.
Siempre risueño
canta sus sueños
y sus miserias.
Vacía su alforja
de sueños que forja
en su andar tan largo.
Nos baja una estrella
que borra la huella
de un recuerdo amargo.
Canta sus romanzas
al son de una danza
híbrida y extraña
para que el aldeano
le llene la mano
con lo poco que haya.
Allez hop!
Titiritero
Allez hop!
de feria en feria.
Siempre risueño
canta sus sueños
y sus miserias.
Y al caer la noche
en el viejo coche
guardará los chismes
y tal como vino
sigue su camino
solitario y triste.
Y quizá mañana
por esa ventana
que muestra el sendero
nos llegue su queja
mientras se aleja
el titiritero.

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