Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941). Película de Orson Welles.
|
CITIZEN KANEEs Orson Welles, el actor y realizador, más que eso el responsable de esta puesta en escena. Al respecto obsérvese de ser posible la profundidad de campo que desfigura la realidad al figurar el vértigo; los fondos hablan, los escenarios aplastan y la distancia entre los seres es por fin real. Ya todos sabemos que Ciudadano Kane es el acceso a la cumbre desolada de un hombre sin solidaridad. En términos triunfales, duros y , por qué no, melodramáticos, un poderoso hombre sin amor. Pero la dureza que cubre esta desnudez es impermeable a las lágrimas. Andre Bazin escribía en 1946: "Vivimos cada vez más en un mundo despellejado por el cine". Esta consigna, aplicable a Ciudadano Kane , no es meramente negativa si vemos que en la película de Welles hay ese sabor adolescente inconfundible del hombre que juega a ser todopoderoso. Decir que nunca la memoria abarcará por fin los significados de esta obra es optimista propuesta. Pero nuestra época se abre y se cierra coquetamente ante la duda, como antes y desde siempre. Hoy vemos Ciudadano Kane en un mundo que constantemente despelleja al cine. ¿Y que será, cien años después de los hermanos Lumiere, esta crítica en televisión, en un país olvidado, sino una cuenta menos odiosa del rosario de los discursos que dicen y contradicen constantemente la Babel comunicada de los siglos? Cuando pensamos en Ciudadano Kane, lejos de su consagrada maestría y más lejos aún de las Universidades, vemos a Orson Welles ya cubierto por la pátina que cubre a otros genios - digamos Cervantes o Goethe-. Y discretamente retomamos sus advertencias fundamentales. Nos convertimos así de vez en cuando en magnates de nosotros mismos, o decidimos protagonizar, hasta de buena fe, la mediocridad inalcanzable de Susan Alexander. Orson Welles no descansa y sigue corriendo los riesgos pertinentes.
|
Más películas |
Más películas | Otros artículos | Correo |