El Lema que incomodó a los militares chilenos hace 18 años...
Viva el Perú Carajo !!!
Es el grito de guerra de la Fuerza Armada que retumbó en el Cenepa...
En agosto de 1978, una delegación del Ejército Peruano llegó en visita oficial a la Escuela de Caballería de Quillota, al sur de Santiago de Chile, escuela militar de equitación considerada cuna de las más puras tradiciones castrenses de Chile.
Quillota cuenta con un picadero abierto de extensos campos para toda clase de pruebas ecuestres. Un museo con los más famosos ejemplares equinos disecados. Un viñedo en plena producción para incrementar los recursos propios de la unidad. Y algo aún más impactante al sentimiento patriótico de los visitantes: una colección de alegorías repujadas en madera alusivas a la Guerra del Pacífico, distribuidas por todos los ambientes del local.
Un tallado similar habían observado los militares peruanos el día anterior, en San Bernardo, otra interesante repartición militar chilena. Allí aparecía erguido un soldado chileno con dos banderas quebradas en una mano, las de Bolivia y Perú, mientras que en la diestra levantaba el emblema de la estrella solitaria.
Esta impresión de la víspera en San Bernardo preparó el ánimo de los peruanos para lo que ocurriría en Quillota, al día siguiente. La Delegación nacional estaba conformada por treinta oficiales, entre mayores y comandantes, todos ellos alumnos del III Curso de Comandos del Ejército Peruano.
La delegación visitó las instalaciones de Quillota, asistieron a exhibiciones de la especialidad y montaron caballo antes de sentarse a almorzar.
La anécdota ocurrió a la hora de la sobremesa, tras los discursos de camaradería y cuando los anfitriones habían avanzado una estación de canciones y el relato de una sucesión de chistes con salsa de roto chileno.
Entre los oficiales peruanos habían varios que años después llegarían a Generales: Briceño Vizcarra, Gonzales Orrego, Mayaute Ghezzi, entre otros.
Los militares peruanos parecían apagados cuando el Mayor en ese entonces, Raúl Gómez Peralta pidió la palabra para anunciar un número, no de canto ni de humor. Raúl Gómez recitó una décima del periodista peruano Jorge Donayre Belaunde "El Cumpa Donayre".
Estos fueron los versos que aquella tarde de agosto de 1978, resonaron en la Escuela de Caballería de Quillota:
Amo esta dura arcilla,
amo este crisantemo
y sigo enamorado del olor del romero,
porque estas cosas viejas
conciertos de canarios,
cuadernos de dibujo, helechos,
retratos espumados
no conduelen mi vida,
sino por el contrario,
alientan las sudorosas camisas de un paso,
y en la beligerancias de todas las batallas
afirman este grito:
Viva el Perú carajo!!!
El Mayor Gómez le puso a esta última frase un énfasis especial, motivando una algarabía entre los peruanos. Pero la reunión se levantó a los pocos minutos, entre la incomodidad de la oficialidad chilena.
En 1980, cuando el Comandante Raúl Gómez asumió la comandancia del Batallón de Infantería No.59 con sede en Ilave (Puno), contó a su tropa la ocurrencia, y a partir del primer día de ese año se estableció como lema de la unidad esa frase inmortalizada por el Cumpa Donayre, que año y medio atrás había estremecido la Escuela de Quillota.
En 1982, cuando Vladimiro López Trigoso tomó la posta del Batallón de Ilave, mantuvo la tradición y la extendió en toda la Cuarta División de Infantería en el altiplánico departamento de Puno.
Altos oficiales como el General Pedro Richter Prada llegaron a objetar la costumbre, pero ésta se impuso al margen de los reglamentos. Es el lema de combate que se pronuncia todos los días a la hora de diana, en la mayoría de unidades del Ejército.
En todos los cuarteles militares del norte, inclusive está inscrito en los frontis, con letras de molde.
Es el grito de guerra que lanzaban a todos los vientos, fusil en alto, los jóvenes soldados que marchaban al frente de batalla, los días del conflicto del Cenepa, y es también el grito de guerra que llevó en su corazón durante sus incursiones aéreas en posiciones ecuatorianas, el hijo del hoy Coronel E.P. (r). Raúl Gómez Peralta; el Capitan Fuerza Aérea Peruana Luis Enrique Gómez Vásquez "Murdock", quien fue condecorado, al igual que otros grandes pilotos que participaron en la Guerra con el Ecuador, con la "Orden Capitan FAP José A. Quiñones en el Grado de Gran Oficial", máxima medalla que otorga la Fuerza Aérea del Perú a sus oficiales.
El Lema Viva el Perú Carajo, debe retumbar en todo lugar, para recordar a quienes nos rodean, lo que siginifica la raza y estirpe peruana, cuna de Incas, Héroes y Vencedores.
(Artículo publicado en el Diario La República del Domingo , 28 de julio de 1996, página 22)