La nieta de David Berg, nacida en los Niños de Dios, sufrió abusos severos siendo adolescente. En la actualidad se encuentra sana y feliz viviendo una nueva vida. ¿Cuál ha sido la clave de su milagrosa recuperación? Merry nos cuenta su historia y sus planes para el futuro
Mi nombre es Merry Berg.
Nací y me crié en los Niños de Dios hasta que me fui hace casi dos años, cuando tenía 18. Mi madre y mi padre eran conocidos como Aarón y Shula en el grupo. Aarón (Paul Berg) era hijo de David Berg. Por tanto, David Berg es mi abuelo. Cuando aún era un bebé, mi padre murió. La etapa más crítica de mi vida comenzó cuando me invitaron a la casa de mi abuelo. En ese entonces tenía once años y medio. Al principio estaba totalmente encandilada por él, le respetaba enormemente como 'el profeta de Dios del tiempo del fin' y le amaba como 'mi querido Abuelo'. Pero con el transcurrir del tiempo, me desilusionó cuando comencé a ver cómo era en realidad, especialmente su beber descontrolado y alcoholismo, y sus deseos y prácticas sexuales pervertidas. Sentía que era un gran hipócrita, haciendo reglas para otros que él mismo no guardaba. Por ejemplo, estaba la regla estricta de que los miembros bebiesen sólo cuatro onzas de vino cada semana, pero mi abuelo siempre estaba bebiendo jerez.
Empecé a preguntarme: ¿Por qué bebe para ser feliz? ¿Por qué no descansa en Dios? Lo vi como una persona débil. Los líderes explicaban: 'Moisés es una excepción; él puede hacer lo que quiera'. Pero a mí eso no me satisfacía. También mi abuelo le decía a los miembros de los Niños de Dios que no debían ser celosos, sin embargo él no sólo era celoso de sus mujeres, sino también de las de otros creyentes. Además, por supuesto, hizo muchas profecías que nunca llegaron a cumplirse. Esto me confundió de veras y empecé a preguntarme si la Palabra de Dios era verdad, porque la palabra del abuelo estaba clasificada al nivel de Palabra de Dios. Todo esto comenzó a molestarme seriamente, así que decidí 'confesar' mis dudas al liderazgo. Por aquel entonces tenía 14 años. Al principio fueron misericordiosos y comprensivos conmigo y me instaron a confesar más y más. Pero cuando fui incapaz de erradicar esos pensamientos de mi mente, empezaron a usar muchas tácticas diferentes para que me 'arrepintiese'.
Esto incluía humillaciones públicas y palizas, y exorcismos que me espantaron y me hicieron volverme más irracional, empeorando las cosas. Cuando el Abuelo se enteró, me dió una paliza verbal y me hizo creer que estaba siguiendo al diablo. También le dio permiso a los líderes para golpearme con una vara cuando lo viesen necesario, abofetearme frecuentemente y atarme a la cama durante la noche. Intenté desesperadamente cambiar, pero no podía porque eso significaba negar la verdad de las cosas. Conocía algo la Biblia, y algunos versículos me molestaban cuando descubrí que lo que el Abuelo hacía los contradecía. Finalmente me dijeron que estaba poseída y que me había vuelto loca. Seis semanas después de la primera paliza verbal, el Abuelo me dio una aún peor. Me dijo: 'Tú, pequeño diablo... ¿estás contenta con todos los problemas que nos has causado? No dudo que estás poseída por el mismo Satanás'. Después, estas dos largas reprensiones fueron publicadas para toda la Familia.
La primera se llamó El postrer estado, y la segunda 'Depende de ti'. Me echó fuera de su casa, dijo que me repudiaba como nieta suya y me envió a Macao, donde mi tío Oseas estaba viviendo. Me advirtió que si no me ponía derecha, me mandarían a una institución mental. Me dieron una semana para cambiar. El cambio no era posible, así que durante este tiempo sencillamente oculté mis pensamientos. En Macao me pusieron bajo el 'cuidado' de varias personas. Me encerraron en un cuarto durante unos seis meses. Durante este tiempo me sentí muy desesperada y oprimida por malos espíritus. Clamé a Dios con toda sinceridad y desesperación pidiéndole su ayuda y que Jesucristo me salvase de verdad. Nadie estaba seguro de mi salvación. La idea de ir al infierno me angustiaba. Me sentía la peor pecadora del mundo entero, aunque he cambiado de idea respecto a cuáles eran mis verdaderos pecados. Mirando atrás, me doy cuenta que un pecado del que tuve que arrepentirme fue mi interés en lo oculto y en las obras de las tinieblas.
Percibí que mi abuelo estaba también muy fascinado por esas cosas; se había puesto a curiosear mucho en ello, y parece que yo también caí en este pecado. Sintiéndome perdida y sola, tenía un gran vacío en mi corazón para Dios y anhelaba conocerle, asegurarme de que era su hija. Tras buscar a Dios desesperadamente durante este período de aislamiento, empecé a experimentar un amor muy grande de Jesucristo --casi tangible-- y un 'gozo inefable y glorioso' (como el descrito en 1 Pedro 1:8), y un tremendo consuelo ( Juan 14.26). La opresión demoníaca empezó a desvanecerse. Además, tenía más control de mis pensamientos. Cuando finalmente se me permitió salir de mi confinamiento, empezaron a traer a la misma casa conmigo a otros adolescentes que también estaban teniendo 'problemas'. La mayoría de estos adolescentes habían cuestionado o criticado al liderazgo de tal modo que se les consideraba 'rebeldes, orgullosos, autojustos, con un espíritu crítico y con necesidad de liberación'.
Se empezó a usar con ellos muchas de las mismas tácticas que se habían usado conmigo: Temor, restricciones (como silencio absoluto), fuertes palizas, y confinamiento solitario para los 'casos serios'. Añadieron trabajo duro a la lista. Hubo también exorcismos agotadores con muchos de estos chicos. Teníamos que escribir reportes cada noche confesando todos nuestros pensamientos y también hablando de los demás. Vivíamos en constante temor de la reacción de los líderes a estos reportes. A este hogar se le llamó 'Hogar de delincuentes juveniles' o 'Hogar de detención de adolescentes', porque estábamos bajo 'arresto domiciliario'. El liderazgo pensó que todo esto era muy efectivo y desde entonces se implantaron hogares similiares en otros países, llamados 'victor homes'. Después de tres años en Macao, algo empezó a ocurrirme. Durante 13 noches seguidas no pude dormir, tuve una fiebre muy alta y no podía salir de la cama. Me dieron una especie de droga que me dejaba la mente en blanco.
Mientras dormía, aunque mi mente estaba dormida, mi cuerpo se enderezaba y seguía hablando. Me llevaron a ese hospital mental del que se ha hablado mucho y allí me sometieron a drogas fuertes. Después de seis semanas de tratamiento recuperé el sentido. Fue entonces que los Niños de Dios decidieron enviarme con mi abuela Jane Berg ( Mamá Eva) en los Estados Unidos; ella ya no vivía comunalmente con el grupo. Tenía 18 años cuando mi tío Oseas me mandó allí en avión.
En los Estados Unidos, el doctor me quitó las drogas inmediatamente lo cual fue muy duro para mí. Mi abuela me ayudó a mejorar físicamente. Viví con ella durante casi un año. Entonces decidí marcharme a California para estar con mi tía, Débora Davis, y ver a mis primos; allí he estado viviendo desde entonces. Ha sido una maravillosa experiencia aprender a vivir en el mundo verdadero y ver cómo se comporta la gente normal. He estado leyendo libros, estudiando y asistiendo a clases para adultos aprendiendo sobre procesadores de texto. Tengo planeado ir pronto al colegio y graduarme en francés y ruso. Ahora puedo hacer muchísimas cosas que en los Niños de Dios se me prohibía, como simplemente pasear en bicicleta. He hecho también muchos amigos nuevos en la iglesia. Nos hemos divertido mucho juntos. ¡Fue una experiencia dramática encontrarme por primera vez en mi vida con dos medio hermanos y una medio hermana que ni siquiera antes supe que tenía!
En la actualidad, estoy buscando a mi madre a quien no he visto por once años, desde que me separaron de ella. Durante siete años fui fuertemente aconsejada a no escribirle porque se la consideraba un 'caso problema'. Desde entonces ya no tengo noticias de ella ni sé dónde está. Parece ser que ha sido un miembro asociado de los Niños de Dios durante los últimos años. Si alguien sabe de ella o dónde podría estar, por favor que me lo haga saber. Su nombre de soltera era Judy Arlene Helmstetler. Su apellido ahora es Irwin. Apreciaría mucho cualquier información.
En conclusión, he sufrido abusos en muchas maneras. En muchos momentos he tenido la tentación de amargarme y echarle la culpa a Dios porque pensaba que todo eso venía de Su mano. A veces también dudé de sus existencia. Pero cuando llegué abajo, en los tiempos de las crisis más profundas no tenía otro refugio al que huir sino Él. Él ha sido el que ha hecho que las cosas ayuden a bien. La escritura se me hizo viva en esos momentos: Hay amigo más cercano que un hermano. He orado fervientemente muchas veces: 'Señor, ayúdame a no amargarme contra ti, a no endurecer mi corazón. Dame una fe sólida y fuerte que no se derrumbe, no importa lo que ocurra'. Me gozo al contar que sólo Él ha podido hacerlo. Está claro que sólo su gracia sobrenatural me ha conducido a través de estas horribles experiencias para acabar 'normal' y no super-cínica. Mi fe es más fuerte que nunca, nadie puede decirme que Dios no es real y justo o que no sigue obrando hoy día.
La soberanía de Dios se ha desplegado de un modo claro y sobrenatural librándome de cada mala situación. Ahora miro al futuro con excitación y anticipación. Le he dicho a mucha gente que el siguiente pasaje describe mi testimonio: Pacientemente esperé al Señor; y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en el Señor. Quiero animar a todos a que dediquen sus vidas plenamente a Jesucristo y a que siempre pongan su confianza en Dios.Traducido por Antonio Marín, de un artículo aparecido en The Sword of the Lord Ministries: www.swordofthelord.officehiway.com