Hay una historia famosa sobre un águila. Una vez encadenaron un águila grande a una estaca plantada en el suelo...Su amo la encadenó a la estaca para que no se escapara volando. El águila se pasaba el día entero dando vueltas y más vueltas alrededor de la estaca. Llegó a dar tantas vueltas que hizo un camino en el suelo, abrió un pequeño surco alrededor de la estaca. |
Los años pasaron y el águila comenzó a envejecer. al final el amo comenzó a sentir lástima de la vieja ave. Pensó: "Bueno, éstos son los útimos días del águila; la dejaré libre. |
Por fin había llegado para el águila el momento grandioso de la libertad. Luego el hombre lanzó el ave hacia arriba, al aire. y ¿qué crees que sucedió? ¿Crees que, por fin libre, el águila se fue volando y que subió muy alto en el cielo? | Pues no. La pobre ave, ya vieja, dio unos cuantos aletazos y cayó de nuevo al suelo. ya casi no sabía volar. Luego el águila vieja caminó hacia la estaca y se puso a dar vueltas otra vez siguiendo el surco de siempre. Esta vez sin cadena! Sin el aro! Sólo por la fuerza de la costumbre! No era del todo libre porque seguía encadenada a su viejo hábito. Muchas veces las personas son como ese águila. Parece que no pueden romper con sus viejas costumbres aunque se les de una oportunidad de ser libres. Enseguida, como la vieja águila, vuelven a sus viejas formas de actuar y a su rutina; cuando podrían ser libres. |
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