A PERSONAS AFECTADAS POR SECTAS DESTRUCTIVAS
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La identidad de la declarante está protegida por el perjuicio que su testimonio implica para ella y su familia.
Si algún tribunal requiere su participación, puede comunicarlo a la Secretaría de Ayuda a Personas Afectadas por sectas destructivas
En la ciudad de Rosario, República Argentina, declaro que mi testimonio puede ser utilizado en un tribunal y soy conciente de que el falso testimonio es un delito penado por la ley.
En el año 1983 pasaron por el negocio de mi padre dos personas (masculinos) que me hablaron de Jesús y viendo el interés que les demostré por el tema me invitaron a su hogar de misioneros hasta convencerme de quedarme con ellos a "servir a Jesús como una esclava voluntaria". La familia contaba, en aquel entonces con equipos de video (que eran considerados tecnología de avanzada) utilizados para captar adeptos con los argumentos de las películas. Un día me llevaron a una reunión que llamaban N.A.F. (National area Fellowship o Area Nacional de Compañerismo) realizada en Noviembre en Alta Gracia, provincia de Córdoba. Ahí experimenté cosas que no entendía, pero debían aceptarse "porque así es la cosa" si bien no se lo decía expresamente.
En una caminata nocturna con un tal Esteban de Montse nos encontramos con su mujer abrazada y besándose con otro llamado Steven Colón. Quedé petrificada y sin saber qué hacer, miré a Esteban quien con una gran sonrisa me explicó que le complacía compartir con otro a su esposa, que era una acto de amor. Mucho tiempo después me enteré que éste Steven Colón tenía relación con el cartel de Medellín luego de preguntar por qué estaban todos felices por su retorno (había desertado y lo trataban como a un rey). Me llamó poderosamente la atención porque ya había notado que los desertores eran tratados como una gentuza bastanda, supe luego que este trato preferencial se debía a sus aporte económicos. Siguiendo la metodología imperante terminé aquella noche acostándome con Esteban -cosa que me indigna hasta el día de hoy.
Las reuniones eran realizadas en lugares importantes conseguidos mediante engaño. Por ejemplo, cuando faltaba dinero para cubrir el alquiler sacaba del negocio de mi padre y se lo entregaba al pastor totalmente convencida de que lo hacía por Dios y sólo estaba "saqueando a Egipto" o sea "sacando a los malos para darle a los buenos" y en San Miguel de Tucumán me acosté con un señor mayor para sacarle dinero para el alquiler. Llegué a incorporar la prostitución a mi vida sin darme cuenta para mantener una chusma de vagos. Es la primera vez, que declaro ésto, nunca pude hacerlo hasta hoy por el gran shock emocional que me produce.
El manejo y sometimiento de las personas es definitivamente repugnante , monstruoso, una real reducción a la esclavitud. A mi hijo que sólo tenía 11 meses y no estaba acostumbrado a maltrato alguno le han pegado tanto que hoy a sus trece años, todavía presenta problemas de conducta lo cual me causa un sentimiento de culpa que a duras penas soporto. Estoy tan afectada que no tolero ver las fotos de mi hijo a aquella edad, me transtorna y me sume en desesperación. Me horrorizó ver cómo le pegaban a un bebé en el hogar de Rosario para que dejara de llorar.
Hoy luego de profundos días de análisis y tomando distancia de esa experiencia puedo asegurar sin temor a error que fuí reducida a esclavitud mediante conducción ideológica real y también subliminal con eso de "quiero ser esclava de Jesús" entre otras cosas.
Estando en un hogar de la localidad de Pilar, Provincia de Buenos Aires conocí a Ruth quien resultó ser una légitima integrante de la familia Roschield, mudialmente conocida por su fortuna. Con el tiempo comenzaron a llamarla Cristal efeadora (prostituta) y se la veía cada vez más desmejorada; luego se supo que tenía sida y se decía que estaba sufriendo a causa de sus pecados. Hasta hoy no puedo contener el llanto al recordar la maldad con que la humillaban y pensar que murió en Japón apartada de su hijito.
Redacto este testimonio a los nueve días del mes de Diciembre de 1997, en Rosario, Santa Fe, a fin de que sea presentado ante el tribunal que lo requiera.