Quinto
La lucha por el agua
 
  ANTECEDENTES HISTORICOS
 
Quinto, a 175 metros sobre el nivel del mar, extiende sus 11.275 hectáreas de término municipal en la falda de unos montes poco elevados. linda con el turolense de Azaila y los zaragozanos de Belchite, Codo, Gelsa, Mediana, Pina y La Zaida; es pie de monte de los Monegros y del Sistema Ibérico. Su caserío crece en la orilla derecha del Ebro, y su ribera baja donde el valle se hace más estrecho y simétrico. Situado a cuarenta y un kilómetros de la capital, por sus tierras pasan el ferrocarril de Madrid a Barcelona y la carretera de Zaragoza a Alcañiz.

La historia de Quinto se remonta al origen de los tiempos, que es lo que suelen decir los historiadores cuando no tienen suficiente documentación acreditada que demuestre sus asertos. Fue ibera y romana, pues los vecinos de Julio Celso, la actual Velilla de Ebro, acuñaban moneda, ases de bronce; también árabe durante cuatro siglos, pues el cronista de Aragón, Jerónimo Zurita sitúa en el año 1.118 la reconquisto de Quinto, Gelsa y Velilla por Alfonso 1 el Batallador. Vuelven los cristianos, ganando una nueva cultura pues siguen trabajando en paz conquistadores y conquistados. Tal hace pensar lo referencia que los «Bibliotecas antiguo y nuevo de escritores aragoneses» hacen de Abdolla Ben Inso, un jurisperito musulmán de Quinto  fallecido en 1.135.

Dos siglos después, la villa de Quinto es la cabeza de la Baronía que Forman Quinto, Gelsa, Velilla, Matamala y Alforque. De ahí los cinco reales de gules, uno por cada localidad, que sobre campo de plato muestra el escudo quintano. Uno veleidad del señorío, vinculado o los Condes de Luna, impele a Alfonso V de Aragón a confiscarlo, y a venderlo poco después por diecisiete mil Florines de oro a su vicecanciller don Juan de Funes. En 1.684 se rompe la sucesión Familiar cuando muere sin hijos varones un descendiente de aquél, el III Barón de Osera. Paso o los Villalpando Atarés, que lo mantuvieron hasta 1812, año en que Fueron suprimidos los señoríos. Pese a que la mayoría de los aragoneses se inclinaron en lo guerra de Sucesión o favor del Archiduque de Austria, el señorío de Quinto se inclina por los Barbones, y acertó. Felipe V el vencedor de lo disputa dinástica, lo nombra Lealísima villa y la visitó el día 5 de mayo de 1705, como recordaba un azulejo en la iglesia parroquial: 'En el día quinto del mes quinto del año quinto, entrá en Quinto Felipe V.

Tras muchos lustros de tranquilidad, de trabajo anónimo, llega la guerra, la llamada de Los Siete Años", a Quinto. En 1835, doscientos cincuenta jinetes y ochocientos infantes de los Fuerzas del Pretendiente, al mando del jefe de la Caballería carlista, don Manuel Añán, tomaron la plaza. El vecindario salió bastante bien librado, pues los vencedores se limitaron a saquear algunos cosas de los liberales más destacados y a exigir una contribución de seis mil reales de vellón. Peor le fue en la guerra civil, pues tuvo el triste privilegio de ser zona fronteriza: primero nacional, luego, durante siete meses, republicana, y de nuevo de los nacionales, con los que volvieron mil seiscientos quintanos. Adoptada por el Caudillo, fue reconstruida y recibió diversos ayudas, aunque hubo de pagar la contribución de los tres años de lucha como si las tierras hubieran producido normalmente. Si bien el impuesto más duro fueron sus ciento cincuenta y ocho muertos, y sus setenta huérfanos. Estos, como todos sus convecinos, volvieron a trabajar y convivir en paz. "Para siempre jamás, amén". Habría que pedir o la Patrona Santa Ana, elegida como celestial abogada que libró a Quinto de la sequía y de la langosta, plagas que se padecieron siete años seguidos. En la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, monumento artístico nacional, levantado en estilo mudéjar en el siglo XV y reconstruida en lo postguerra, continúa recibiendo las peticiones y los agradecimientos de sus hijos.

Que, cristianos viejos, veneran a otras dos imágenes marianas, a las que acuden en romería para la Pascua de Resurrección. A Nuestro Señora de Bonastre, o del Buen Astro, aparecida a un pastor que cuidaba su rebaño a una legua del pueblo; su imagen fue llevada a Pina, donde vivía el dueño del ganado, pero milagrosamente volvió a Quinto para que el pueblo le levantara una ermita. Y a Nuestra Señora de Matamala, en la pardina del mismo nombre, un lugar antiguo que destruyó el tiempo. Y también su ermita, restaurada gracias a la devoción de un vecino que entregó una vaca de larga y asombrosa fertilidad. Tal decía el Padre Faci en 1793, en su "Aragón, Reino de Cristo y Dote de Mario Santísimo.

También mantiene Quinto, con carácter testimonial, los arcos o capillas de San Roque, San Miguel y San Antón, patronos de las cofradías que desde tiempo inmemorial les rindieron culto. Siendo la más floreciente la del santo ermitaño Antonio, que el 17 de enero, rifa un cerdo con fines benéficos.

Pueblo de tradiciones, ha sido felizmente restaurado, el dance, en 1942 y 1984. El mayoral y el rabadán, el angel y el diablo y los danzantes desfilan en el pasacalles, hacen las cortesías a la Imagen en la procesión, y en las mudanzas ejecutan la Soldadesca, la Guirnalda, los dichos de Santo Ana... En "Las Furias de Luzbel:, en Alcañiz en 1860, el danzante séptimo se despedía así de Santo Ana: "Adios, canal que a la tierra fecundizo con su riego". Figura olegórico que bien entendería un pueblo que siempre había necesitado agua y que en toda su historia luchó por conseguirla y aumentarla

Al margen de su sempitema dedicación al campo y a la ganadería, hoy importante la de ovino, porcino y vacuno, Quinto ha tenido, y desarrolla, otras actividades mercantiles industriales y de servicios.

Los Baños de Quinto, dos manantiales conocidos por romanos y árabes, fueron famosos en su tiempo. Con el correr de los siglos, en 1731, el Ayuntamiento envió un elogioso informe sobre la utilidad de las aguas al Protomedicato de Aragón y, convencido de que eran buenas y saludables, en 1738 las cerró y construyó pilas. Se oficializaron en 1816, por Real Orden de 29 de Junio, y se rehabilitaron en 1839, siendo uno de los cuarenta y dos balnearios españoles que tenían médico titular.

Modoz escribía en 1850 sobre las dos fuentes de aguas salinas de Quinto, cuya celebridad nunca desmentida ha llegado en tiempos a ser supersticiosa". Y en la "Guía del Antiguo Reino de Aragón", Emilio Valverde mencionaba en 1886 los baños de Quinto, "de gran celebridad, con establecimiento bien montado, utilísimos en infinidad de enfermedades, especialmente las venéreas y mercuriales".

El agua medicinal, se bebía de madrugada y en ayunos, tres tomas acompañadas de grandes paseos. Los agúistas salían en diligencia, de Zaragoza, tres veces por semana. El viaje se iniciaba o los dos de lo mañana y a los siete se llegaba a Quinto. La temporada era de Junio a Septiembre, con una media de ciento cincuenta enfermos por mes. Los baños se cerraron en los años 20. De ellos quedo el recuerdo, numerosa literatura y una Fuentecica en el cerro de Managua.

En tiempos, el orozuz o regaliz iba por el Ebro de Quinto hasta Son Carlos de lo Rápita, y de aquí a Sevilla para Francia, donde lo elaboraban en extracto. Posteriormente en la localidad trabajó uno fábrica, que no tuvo suerte. Tampoco Quinto cuando, también en los años veinte, lo fábrica de cementos se fue o Zaragoza, lo que produjo una disminución de lo población de hecho, cifrada este 1998 en 2.207 habitantes. En la actualidad trabajan una fábrica harinera, otra de placas de yeso y, curiosamente, una industria que convierte los cañas secas en len gúetas para instrumentos musicales de viento, que exporta a Europa y a Norteamérica.

Quinto, uno de las localidades zaragozanos más progresiva y, por sus hechos, más legítimamente ambiciosa, está llegando o lo meta de una dura carrera de fondo iniciada hace varios lustros contra el tiempo, el dinero y... lo incomprensión de algunos. Está ganando la lucao que sus antepasados emprendieron por el agua.

La ribera baja del Ebro es uno de los espacios más áridos de Aragón. falta de red hidrográfica, pues en ese tramo del valle ningún río importante desagua en el Ebro, hay poca huerta y mucho secano, abundando los pequeños arbustos, los espartales y los tomilleros.

De tiempo inmemorial tuvo Quinto su insuficiente azud, que creaba problemas. Juan l aprobó en 1392 las medidas tomadas por el Consulado de Zaragoza, que tenía la Superintendencia de la navegación del Ebro, paro componer el azud de Quinto de forma que no perjudicase el tráfico Fluvial.

Pasaban los siglos y la tierra de regadío, mil seiscientas cahizadas, seguía sin aumentar. realidad que no valora Ignacio de Asso al escribir en 1798 su "Historia de la Economía Política de Aragón" y afirmar que "Quinto disfruto de un terreno Feroz y muy propio para hacer la agricultura Floreciente". Qpinión sin duda sincera, que no parcial. Nada tenía en favor de Quinto, pues pudo citar también o sus aves de corral cuando asegura que "las gallinas de Fuentes de Ebro y de Mediana tienen lo reputación de ser las más fecundas del Reino, En esa época pudieron me¡orar las cosas. Durante lo segundo mitad del siglo XVI se pensó prolongar La Acequia Imperial hasta Quinto, pero lo idea no pasó del proyecto. Como tampoco recientemente el del canal de la Margen Derecha del Ebro.

Posteriormente en el siglo pasado, debieron ir a peor. Pascual Modoz en su Diccionario calificaba a la tierra de labor de Quinto de "mediana calidad. Producía: seda, higos, melocotones, habas, garbanzos, judías, vino, aceite, trigo, cebada y maíz". La construcción de la Presa de Pina, en 193 1, pareció un respiro, pero...había que seguir luchando por el agua, por fijar a los vecinos en el término, por mejorar el nivel de vida del pueblo.

Hace treinta años, en uno reunión informativa, la Hermandad de Labradores y Ganaderos hablaba a sus afiliados de los ventajas de la concentración parcelaría, que en su momento se consiguió. También la compra de las tierras de la huerta, especialmente o foráneos, y su distribución, y, fundamentalmente, la gran obra de la elevación de aguas, apenas sin antecedentes en la geografía nacional y casi sin imitadores. Que tomando el testigo en la carrera hacia el progreso, relevando o la Cámara Local Agraria, terminó Felizmente La Comunidad de Regantes <La Loma»

De esta obra, magna por las posibilidades de sus ejecutantes y por el alcance de los resultados; de su gestión, trabajos, logros y vicisitudes, hablarán los siguientes páginas

Quizás un tanto reiterativas y monótonas por la repetición de protagonistas y situaciones, pero importantes porque suponen una modesta pero fresca e ilusionada aportación a las de una historia noble y antigua, la de Quinto. A unos, los que las escribieron con sus iniciativas, su tesón y su trabajo, pueden servil/es de satisfacción íntima; a otros, tal se desea, de estímulo, y a todos de recuerdo de una realidad que merece ser conocida y ensalzada

Las palabras pueden parecen huecas, pero los hechos son reales, sólidos e inmutables. La transformación de las estructuras agrarias de Quinto, tras lo concentración parcelaria y la elevoción de aguas, ha aumentado la parcela media de secano de 1,76 a 12,26 hectáreas, y la de regadío de 0,32 a 1,76 hectáreas. Estos son datos de la reciente «Geografía de Aragón» dirigida por el profesor Antonio Higueras. Las locales aún son más elocuentes: las 3.200 parcelas de secano se redujeron tras lo concentración en 820, y las de regadío de 4.600 a 1.153. Es decir, que las anteriores 7.800 parcelas se convirtieron en 1.973. Posteriormente gracias a la elevación de las 1.637 hectáreas de regadío se pasó las 4.208.

Desaparecidas las producciones de esparto, remolacha, algodón, olivar y arroz, en los últimos lustros llegaron las nuevas de judías y espárragos, triplicando o cuadruplicando superfícies de cultivo la alfalfa, los cereales y el maíz.

Si se quieren conseguir cosechas satisfactorias y bien remuneradas, hacen falta buen oficio, brazos, tiempo y ganas, y también lo maquinaria necesaria, hoy imprescindible. En 1.960 solo había en la localidad 8 tractores, 4 cosechadoras de cereales, y 22 arados, cultivadoras y subsoladores, más 7 sembradoras y abonadoras. Pero en 1984, cuando se iniciaron los trabajos definitivos del regadio de monte, el parque local había ascendido a 95 tractores, 15 cosechadoras y 270 unidades de maquinaría de laboreo.

Nueve años después se mantienen los espectaculares aumentos. El número de tractores ha variado poco, 98, pero treinta y siete de estos tienen más de ochenta caballos de fuerza, por los veintitrés que así había dos lustros antes. Actualmente, el cultivo dominante en el monte de Quinto es lo alfalfa, al que se dedican más de 2.000 hectáreas. Con todo razón puesto que ofrece un alto rendimiento.

Lo Feliz experiencia puede continuar. En meses venideros, utilizando en porte la infraestructura hidráulico, se pienso completar lo superficie regable de las que fueron monte con unas mil doscientos hectáreas más.

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