Quinto
La lucha por el agua
 
EL PRIMER GRAN PASO:
LA CONCENTRACION PARCELARIA
 

Avanzados los años cincuenta, el Cabildo de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos pensó en una buena idea que se iba abriendo camino en el campo español, en concentrar las fincas del término municipal dada la gran diversidad de las existentes y el aumento de los indices de mecanización, lo que impedía cultivarlas racional y económicamente. Por ello estableció contacto con la jefatura Provincial de Concentración Parcelaria, que el 23 de febrero de 1.958 compareció, en las personas del Jefe, don Antonio Gil Alberdi y Ruiz de Zárate, y del letrado de la Delegación, don Antonio Mené Lample, para presidir una Asamblea informativa. Poco después comenzaron los viajes de orientación a Belchite y otras localidades zaragozanas que habían solicitado lo concentración, y... la recogida de firmas de los propietarios interesados. Se sucedieron las reuniones y las gestiones, el Cabildo que presidio don José Pérez Abenia multiplicó esfuerzos y, por fin, después de cinco años se presentó en 1 .963, firmada por el 95 por ciento de los afectados por lo mejora, la documentación que solicitaba oficialmente la concentración del término municipal.

Antes, en enero de 1 .961, una gran riada del Ebro ocasionó graves daños en la huerta, que paliaron el Ayuntamiento de Quinto, la Hermandad Sindical y la Comunidad de Regantes

solicitando del Instituto Nacional de Colonización un préstamo de 2.388.500 pesetas para construir los diques de la huerta, cantidad que los propietarios de regadío amortizaron en veinte años abonando un interés de 3,75 por ciento. Posteriormente, en noviembre de 1.966 el río volvió o desmondarse y la Hermandad hubo de recurrir al crédito para reparar los graves daños advertidos en el dique de las Suertes.

Aunque las cosas de palacio van despacio, el Consejo de Ministros aprobó el 15 de febrero de 1.968 la concentración parcelaria del término municipañ de Quinto. Con la feliz noticia llegaron nuevos quebraderos de cabeza a la Comisión formada por el alcalde, don Jaime Conchello Aznar; el presidente de la Hermandad, señor Pérez Abenia, y varios miembros del Cabildo que, con las correspondientes autorizaciones, estaban consiguiendo tierras de propiedad foránea para parcelar. La Sotomolinos, 22 hectáreas de regadío, fue comprada al Duque de Peñaranda, que la vendió en 7.500.000 pesetas o los cincuenta y seis arrendatarios, que formalizaron las escrituras directamente. Algo más laboriosa resultó la adquisición de las 1.200 hectáreas de secano de la finca "El Bolar", también del Duque de Peñaranda, que recibió tres millones de pesetas como señal, comprometiéndose la Hermandad en entregar los otros diez millones que completaban su tasación. Porque tenía la promesa de Concentración Parcelaria de adelantar el dinero y hacerse con la finca, que repartiría entre los agricultores de la localidad cuando se hiciera la concentración. Pero un inesperado Decreto que suprimió el Instituto Nacional de Colonización y la Dirección General de Concentración Parcelaria y Ordenación Rural, anuló el ofrecimiento.

Tras unas gestiones sin resultado en Madrid, trescientos cincuenta agricultores aportaron 3.000 pesetas cada una para hacer frente a la fianza y simultáneamente, se solicitó un crédito personal de trece millones para poder formalizaría escritura, lo que se hizo en febrero de 1968. Los adelantó la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, a nombre de don José Valero Gracia, don Vicente Navallas Ingalaturre, dan Salvador Ingalaturre Borrroy, don Manuel Porroche Bielsa, dan Miguel Jardiel Hurtado, don Rafael Abenia Dobato, Dan Javier Alvo Aguado, y otros. En principio la finca, hasta que fue repartida en forma, se cultivó por los que aportaron el dinero para hacer frente a la fianza.

Afortunadamente, don Antonia Gil Alberdi y don Antonio Mené Lample, que se consideraban moralmente comprometidos con Quinto, abogaron ante el nuevo organismo al que pertenecían y el Instituto de Concentración Parcelaria y Ordenación Rural, formalizo en Julio de 1968 la escritura de compra venta de <El Boolar», cediéndola a la Hermandad para que la administrase, si bien se encontraba en arrendamiento en vigor a unos propietarios de Gelsa, hasta que se realizase la concentración.

Una asamblea volvió a autorizar al Cabildo de lo Hermandad para gestionar la adquisición de otros fincas de secano y regadío, que se ofrecerían también al Instituto Nacional de Concentración Parcelaria, pasando a engrosar la propiedad de las vecinos cuando se ultimase lo concentración. En consecuencia se compró a don Francisco Navarro Ucor, en 1 968, la "Mejana del Blanco", una finca de regadío elevada de 90 hectáreas, en quince millones de pesetas, que facilitó a crédito lo Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, prácticamente can el aval de los mismos señores que hicieran posible la compra anterior. A fines de 1969 se adquirió a los hermanos don Bernardo y don Antonio Gamarra García la "Mejana de Toledo", 45 hectáreas de superficie regable, en 15 millones, conseguidas de forma idéntica, y en 1970 se compraron a don Javier Alvo Aguado, con pronunciamientos análogos, las fincas "Figueral", "Mechaneta" y "Soto", 76 hectáreas de regadío en conjunto, y 109 hectáreas de regadíos del "Acampo San Blas» y otros, por 30.900.000 pesetas. En total la Hermandad adquirió para su parcelación y reparto, 1.309 hectáreas de secano y 207 de regadío, por un precio de 73.000.000 pesetas.

A medida que se fue entrando en posesión de las tierras compradas, la Hermandad las explotó directamente con una plantilla de dos encargados y seis obreros fijos. El trabajo de tractores, cosechadoras y demás maquinaria lo realizaron par turno riguroso los propietarios del pueblo que las poseían, facilitándolos por el plazo máximo de dos jornadas, cobrando a razón de un tanto por hora y potencia de máquina, los precios que en cada compaña se señalaban de común acuerdo entre la Hermandad y sus afiliados.

La experiencia fue positiva y produjo claros beneficios. En su momento, cuando se actualizó la red de agua potable, la Hermandad, en provecho de todos los vecinos, pagó en 1973 dos millones y medio de pesetas, importe de las contribuciones especiales decretadas por el Ayuntamiento. También subvencinó al Sindicato de Riegas local con las cantidades de 4.500.000 pesetas, con los que revistió y cubrió la acequia, en tiempos un foco de infección, que junta a la carretera atravesaba todo lo población. Así mismo la Hermandad hizo por su cuenta las obras de los caminos, un total de 137 kilómetros, de la zona de secano, de la acequia de la huerta y de los diques defensas del río Ebro.

Cuando llegó el momento de distribuir las fincas compradas colectivamente para poder completar explotaciones agrícolas viables, el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario, el Ayuntamiento y el Cabildo Sindical de la Hermandad acordaron en reunión conjunta lo forma de adjudicar las mismas. Expuesto el expediente, que en un principio beneficiaba o 180.agricultores locales, un centenar de ellos renunciaron a su derecho. Los ochenta restantes compraron los tierras con créditos del I. R. Y. D. A., que están pagando en veinte años al 4 por ciento de interés.

En tanto, seguían al ritmo normal las trabajos de la concentración parcelaria. En su día se nombraron representantes de los agricultores en la Comisión de Concentración Parcelaria de la Zona, de la que formaban parte el Juez de Primera Instancia e Instrucción, el Notario de Pina de Ebro, el Alcalde de Quinto y los señores José Pérez Abenia, José Tul Gracia y José María Mata Portolés. Posteriormente, tras una asamblea plenaria de la Hermandad, quedó designada en mayo de 1 969 la Comisión de clasificación de tierras. formado por los técnicos de Concentración don Rafael Navarro Arias, ingeniero, y don Luis López Torres, perito, más los vecinos don José Valero Gracia, don Gil Pérez Galán, don Pablo Ratellar Salas, don Antonio Dobato Sorrosal y don Luis Ingalaturre Salas.

Hubo que esperar más, con impaciencia pera con ilusión, y a fines de 1976 se pudo dar posesión de las fincas de reemplazo de secano a las propietarios interesados que, con la satisfacción lógica, iniciaran su cultivo, lo mismo que los de regadío, dos años después. terminada la tarea, que tantas años y tantos nobles empeños consumió, el presidente de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos, don José Pérez Abenia, fue distinguido por el Ministerio de Agricultura, tras la petición hecha por el presidente de lo Cámara Agraria Provincial, don Juan Esponera Andrés, con la medalla de Caballero de la Orden Civil del Mérito Agrícola.

Y los quintanos, can la gratitud de los bien nacidos, en mayo de 1977 demostraron su reconocimiento a un entusiasta valedor, don Antonio Gil Alberdi y Ruiz de Zárate, entonces director técnico del IRYDA, nombrándolo Hijo Adoptivo de la villa. El homenajeado, en un acto muy emotivo, proclamó su cariño a la localidad que lo había prohijado, y su admiración, por la constancia y por la entereza para sobrellevar dificultades de los que ya eran sus paisanos.

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