Textos & Contextos. Año 1, N. 11 Desde el Eje Cafetero de Colombia                       Volver a Portada N.11

Pablo Mejía
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HOMBRE PREVENIDO...

El domingo pasado me topé con don Aniceto Rebolledo en una esquina del Parque de Bolívar. A primera vista noté que el viejo andaba copetón, porque estaba muy conversador y el tufo se le sentía a la legua. Lo que me llamó la atención fue que aunque parecía que el hombre se dirigía a la Catedral Basílica, iba cargado con un pesado costal que llevaba al hombro con mucha dificultad. Como no resistí la tentación de preguntarle para dónde carajos iba a esa hora y con semejante joto, don Anís muy solícito descargo el fardo en el piso y se dispuso a sacar el contenido para explicarme de qué se trataba el asunto.

-Mire mijo, p’a que deje de hacer conjeturas le voy a aclarar la duda. En primer lugar –dijo mientras empezaba a desempacar- traigo unas botas pantaneras de esas que producen una pecueca la berrionda pero que son muy útiles para caminar por el monte; además empaqué varias mudas de ropa, una ruana, la boina, una cachucha, la piyama, una toalla, la levantadora, las pantuflas y un vaso plástico p’a echar la caja de dientes por la noche. En este paquete traigo crema dental, cepillo de dientes, peinilla, papel higiénico, el desodorante p’a la chucha y un jaboncito. Además eché una linterna, el transistor, el corta uñas, un repelente p’a los zancudos, una baraja p’a jugar tute, varios libros y las gafas de leer. Como soy un tipo prevenido, aquí llevo varios paquetes de cigarrillos, una vieja pipa que hace tiempos no utilizo, cajas de fósforos, anzuelos, estas laticas de sardinas, un abre latas, una navaja y un pocillo p’a cuando me den tintico. Como vos sabés que yo siempre me tengo que echar algo dulce a la boca después de comer, empaqué dos ataos de panela. P’a no corre riesgos envasé el aguardiente en botellas plásticas, porque las otras se pueden quebrar y ahí sí me traga la tierra; ¿qué tal uno por allá en ese frío tan berriondo y sin un guarilaque p’a mandarse entre pecho y espalda?.

-Hijue la envidia tan macha don Anís, pero cuente pues a dónde es el paseo. Definitivamente ustedes los viejos se desquitan viajando a la hora que sea; claro, como no tienen que cumplir con horarios ni compromisos, aparte de reclamar la pensión.

-Cuál paseo hombre por Dios. ¿Vos sí sos como bien menso, no?; ¿acaso no te das cuenta que voy p’a misa allí a la catedral?. Lo que pasa es que como yo no nací ayer, si me llegan a coger en un secuestro masivo, de los que están de moda, voy a tomar la vaina por el lado positivo, a aprovechar la experiencia y a disfrutar el momento. A la larga yo no tengo nada que perder y a esta edad, ¿quién lo va a llevar a uno a pasiar de balde?. Fíjese que la gente es muy desprevenida y cuando les echan mano, como no llevan encima sino lo que tienen puesto, pasan muchos trabajos debido a que se mueren de frío, porque la comida es mala y poquita, porque se los comen los zancudos, o porque no tienen nada para hacer. En cambio mijito yo si voy a pasar más bueno que el patas. Le cuento que por aquí llevo también el equipo de peluquería que ya se me estaba mogociando, p’a que cuando se me estén acabando las provisiones pueda ganarme unos pesos motilando y arreglándole la barba a esos jediondos. Y p’a poder entrar en confianza fue que traje la boina y la pipa, p’a dámelas de comunista y hacer unas tertulias bien cachacas conversando de Lenin, de Marx y de Fidel Castro. Puede que yo nunca le haya jalao a esa vaina, pero siempre he sido buen lector y alguito sé de todas esas teorías y pendejadas que hablan los revolucionarios. Lo mejor es que si me va bien, a lo mejor el comandante se anima a que lo afeite y puedo aprovechar p’a abrirle de un tajo la yugular, con la disculpa de que fue debido a este maldito Parkinson que me tiene jodido.

-Eh ave María don Anís, definitivamente a usted se le corrió la teja de tomar tanto trago; con razón en su casa dicen que sumercé ya se deschavetó.  ¿Cómo se le ocurre que van a encartarse con una persona en sus condiciones físicas?. No es por echarle vainas, pero aparte de que ya pasó cantando los ochenta años, con semejante tembladera, esa tos tan espantosa que mantiene a toda hora y sus problemas de presión arterial, no creo que lo vayan a llevar a ninguna parte. Fuera de eso empaca semejante cantidad de pendejadas, como si los guerrilleros se movilizaran en carro. ¿Usted ya pensó quién le va a cargar los corotos?.

-Esta juventud sí piensa que porque uno tiene sus años es caído del zarzo. ¿Acaso usté no sabe que en todas partes no falta el hambriento que por cualquier peso es capaz de matar a la mamá?. Y en cuanto a que a mí no me llevan por cucho y por turulato, le recuerdo que esa gente del ELN lo que busca es dar golpes de opinión y por eso secuestran personas en los sitios más inesperados. Porque si retienen a una manada de borrachos en una casa de citas o a los jugadores de un casino, no creo que el Santo Padre se vaya a pronunciar al respecto. Por lo tanto póngale la firma que la próxima incursión va a ser en una guardería infantil, en un asilo de ancianos o en la Conferencia Episcopal. Mientras tanto yo sigo dando papaya y no me pierdo misa de doce, a ver si de pronto clasifico. 1