Gonzalo Duque Escobar
(1)
Profesor Universidad
Nacional de Colombia
E-mail: gduque@nevado.manizales.unal.edu.co
En colaboración con Rosario
Saavedra (2) y Héctor Álvarez (3)
A más de medio año del terremoto del Quindío es notorio el nivel de catástrofe que alcanza el desastre de Pijao, donde más de la mitad de las viviendas y la mayoría de los edificios sufrieron colapso total o parcial, y la amenaza de "otro Armero" puso en evidencia el deterioro ambiental de la subcuenca del río Lejos. Aunque la interpretación de la situación soportada en 22 estudios anteriores, permitió a muchos sentenciar la necesidad de trasladar el pueblo a la zona de Barragán, con buen juicio se propone ahora el desarrollo de la biocuenca como alternativa de reconstrucción integral.
La naturaleza de la catástrofe sobre la conurbación Armenia-Calarcá, donde la pérdida de la casa y el trabajo enfatizan el carácter socioeconómico del desastre, el diferente a la del sur del Quindío, donde las mayores consecuencias del evento son de naturaleza socio-ambiental dado que el medio es rural y que se cayeron las casas pero los cafetales quedaron en pie. Es importante anotar como en la balanza económica de esta subregión se observa una comunidad de estratos uno y dos, cuyos ingresos primordialmente de origen cafetero, se descapitalizan saliendo de la economía local, para destinarlos a la compra de alimentos, apuestas, energía y vestuario, lo que acentúa el carácter especializado y dependiente de esta empobrecida población. Los más afectados por cualquier desastre son siempre los pobres y esto incluye a los 75 caseríos de las veredas de estos cuatro municipios del sur del Quindío.
Cuando los desastres alcanzan la dimensión de catástrofe, por el alto nivel de conmoción en la sociedad afectada, se presenta una oportunidad para proceder a una reconstrucción interviniendo las causas estructurales de la vulnerabilidad. Así, por el terremoto surge una actitud solidaria, asociada al sentido de supervivencia de la comunidad del Quindío, útil para actuar sobre la aguda situación que se ha destapado, tanto en el área urbana del departamento como en la subregión del sur.
Pero a la fecha no se ha aprovechado la oportunidad en Pijao, máxime cuando no existe en el imaginario popular un sueño colectivo com propósito de reconstrucción y ni siquiera la reconstrucción social ha sido debidamente atendida. Mientras los de Armenia sueñan con futuros bulevares de una nueva ciudad, el sueño del pijaense está en las oportunidades que ofrece la capital, el extranjero o el Caquetá. La necesidad de construir ese instrumento de largo aliento no ha sido comprendida, ni el esfuerzo atendido, por la ONG qu ehace la Gerencia Zonal de Pijao, a pesar de los documentos que se le han entrgado.
La creación del FOREC y la aplicación de los recursos para la reconstrucción del Eje Cafetero a través de las ONG, distribuyendo las Gerencis Zonales sin criterios de planeación terrotorial, y con un enfoque de corto plazo, demanda una acción conjunta y más coherente de los responsables de la reconstrucción del sur del Quindío, donde varios municipios comparten una misma cuenca, dado el carácter singular del desastre, en el que Pijao, como el mejor exponente cultural de los pueblos cordilleranos, expresa la problemática a resolver, como un asunto estructural y de largo plazo. La reconstrucción rural de Pijao, Génova, Buenavista y Córdoba está a cargo de la Federación Nacional de Cafeteros y la de los tres últimos municipios, que con Pijao conforman el sur del Quindio, la hacen AVP de Bogotá y CETEC del Valle del Cauca. No se pueden separar las funciones rurales y urbanas, ni fraccionar las cuencas que son los espacios vitales, ni menos afectar estructuralmente la vulnerabilidad durante los catorce meses previstos para la ejecución del gasto por el FOREC, cuando este objetivo demanda toda una generación.
La contradicción que surge al darle una oportunidad a la sociedad civil representada en las ONG, en el manejo de los dineros para la reconstrucción, margina a la clase política temiendo la corrupción y debilita la institucionalidadad. Esto ha conducido a una pugna evitable y no necesaria por el control de la reconstrucción de Pijao, entre la Gerencia Zonal de la Cámara de Comercio de Manizales que tiene los recursos de los damnificados, y la Administración Municipal, sino otras instituciones que con ella tienen la legitimidad.
A pesar de la buena voluntad de los responsables destacados por la ONG en Pijao, como consecuencias de esta poítica que provatiza la reconstrucción, de la demora excesiva de los recursos del FOREC, de la complejidad del desastre de Pijao, de la difícil situación que vive el país y de no aprovechar las lecciones de pasadas experiencias aprendidad por personas e instituciones que conocen el trabajo y el manejo social en situaciones de desastre, se destacan los siguientes hechos:
1. en Pijao dos "gerentes" manejan la ONG, el que viene desde antes y el que ha recibido el proceso heredado del acompañamiento de Caldas, lo que se ha traducido en sobrecostos, en modificaciones de los procesos colectivos iniciales y en dificultades administrativas.
2. la junta directiva de la reconstrucción local no responde a los criterios de gobernabilidad que la inspiraron, porque el Alcalde ha debido contrarrestar la pérdida de poder que sin necesidad le sustrae la ONG para tratar de mantener el control del proceso.
3. la provisión de cargos en la ONG ha roto la ética de los compromisos pactados con la comunidad, al abortarse el proceso de selección para la coordinación del área social, que luego se impone, puesto que la decisión no se concertó previamente con el Alcalde.
4. la presencia de otras ONG que han actuado desde antes de establecerse la Gerencia Zonal, resulta desaprovechada por esta, a pesar de la inexperiencia de sus jóvenes y excelentes funcionarios, y
5. las decisiones no se ajustan a los rigurosos criterios que demanda un asunto subrayado por consideraciones de orden humanitario, que no admiten gstos de mano rota, como ocurre con la reparación del patrimonio arquitectónico ocupando los escasos recursos destinados para los que aún habitan en "cambuches", o con la contratación de servicios profesionales, externos que al interior existen, o para el transporte personal con vehículo y conductor disponible y particular, gastos que pueden suplirse a bajo costo con el vehiculo propio del funcionario, o finalmente, con la renta mensual excesiva que se paga por unos potreros de ceba, parcialmente ocupados para los campamentos de los damnificados.
Entretanto, la comunidad todavía conmocionada por el terremoto, excluida de las decisiones, desatendida en sus necesidades básicas y desinformada de lo que necesita conocer, teme por la entrega de las ayudas y se siente desamparada por el Estado. Asi, muchos líderes han perdido credibilidad en el proceso y en los actores, por lo que las fuerzas sociales ya se han polarizado, afectándose los cimientos de la comunidad y haciéndose estéril el terreno necesario para una reconstrucción que no admite fisuras sociales.
Si en Pijao la planeación continúa siendo un proceso al revés, no esta vez por la via del tradicional clientelismo político, sino por la de la actual imposición técnica que poco concerta y desconoce los mecanismos de participación comunitaria, se ha dejado de lado la planeación al derecho como mecanismo viable, insustituible y económico, que le da el sentido a la reconstrucción necesario para garantizar la apropiación de los procesos y los productos, que expresan el mejoramiento de la calidad de vida y de las condiciones ambientales de los escenarios afectados por desastres.
Además, si se pierde la oportunidad de una real reconstrucción por recurrir a procesos verticales, tan ajenos al espíritu de la Constitución Política del 91, posiblemente quedará todo el esfuerzo de los damnificados, com obreros de la reconstrucción, reducido a la respuesta de una eficaz urbanizadora, porque así no se podrán corregir las causas ciertas del desastre. O lo que es peor, si lo social continúa como va, se crean en Pijao las condiciones para facilitar la acción de fuerzas externas que resuelvan con violencia los conflictos, ya que las tensiones se podrían resolver por esa grave vía y no por la de las pacíficas negociaciones.
La entereza probada del Alcalde de Pijao necesitado de consolidar su gobernabilidad y la solvencia moral de la Cámara de Comercio como ONG encargada de manejar los recursos para esta reconstrucción, son condiciones ciertas y necesarias, pero no suficientes. La comunidad pijaense debe ser el sujeto y no el objeto de la reconstrucción, puesto que ella no sólo es de y para los damnificados, sino que es con los damnificados. Al fin de cuentas son las instituciones del Quindío y las de Pijao las que han de quedar al servicio de estas gentes en un proceso de largo aliento, como lo es una reconstrucción que se ocupa de una problemática agravada por un desastre con severas consecuencias en el ámbito socio ambiental. El papel de las Gerencias Zonales, tan pasajeras en esta tarea, es el de acompañar el proceso sin exclusiones y sin suplir la legitimidad, igualmente, el de la autoridad del Alcalde es el de liderar y gobernar para todos, despojándose de intereses particulares y ejerciendo el poder con sabiduría.
Pijao, agosto 17 de 1999
(1) Coordinador del Curso Internacional de Planificación territorial y Desastres Naturales de la OEA, UN e ICETEX
(2) Investigadora del Centro de Investigación y Educación Popular CINEP, Trabajdora social Universidad Javeriana, Socióloga U de Lovaina, y PhD en Sociología de los Desastres Naturales U Sorbona de París
(3) Investigador del Centro de Investigaciones y Educación Popular CINEP, Administrador del Medio Ambiente y los Recursos Naturales U Santo Tomás