Augusto Angel Maya.
Profesor Universidad
Nacional de Colombia, Sede Manizales
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5.3. SociedadQuinta Parte: Las Articulaciones de la Cultura
El tercer tema que es necesario estudiar es el relacionado con la organización social. Puede parecer a primera vista un tema menos importante para el estudio ambiental. La relación entre problemática ambiental y organización social ha sido menos estudiada y, sin embargo, tiene una importancia decisiva. Se puede decir quizás que es esta relación la que define el comportamiento frente al medio. Si la técnica es el brazo armado del hombre, son los intereses sociales los que lo arman.
Entendemos por organización social, en una primera aproximación, la manera como los miembros de la especie humana se unen alrededor de objetivos relacionados con la reproducción, la producción material y el poder social. De allí surgen las tres formas básicas de la organización social: la familia, las relaciones sociales de producción y la política. La reproducción, sin embargo, puede referirse tanto a la perpetuación de la especie, como también a la transmisión de la cultura. Las instituciones diseñadas para reproducir el sistema cultural también forman parte de la organización social. Tal es el caso del sistema educativo.
Cada una de estas formas organizativas son distintas en las diferentes culturas. Las culturas más sencillas conocen sólo una división familiar del trabajo productivo. En las culturas modernas, en cambio, se ha complejizado enormemente la división del trabajo. Ello ha sucedido igualmente con relación a los sistemas educativos.
Las organizaciones políticas, o sea, las que se aglutinan alrededor del ejercicio del poder social, también han ido evolucionando a lo largo de la historia. De la organización familiar sometida directamente al jefe, hombre o mujer, se pasó a cacicazgo, que reúne bajo su dominio varias tribus o al Estado propiamente dicho.
Nos enfrentamos, por tanto, en el caso de la especie humana, a una complejización cada vez mayor de las organizaciones sociales, de la misma manera que observábamos una mayor complejidad de la plataforma técnica. Es este carácter evolutivo de la cultura lo que diferencia fundamentalmente al hombre de las otras especies.
La organización social, sin embargo, no es una prerrogativa del hombre. Si se define dicha organización com la distribución de las funciones al interior de una especie, se encuentra en algunas especies anteriores.
Los mamíferos, los insectos y las aves han llegado a formas organizativas muy complejas. Las razones evolutivas que han llevado a los animales a formar «sociedades» han sido analizadas extensamente por los etólogos. Influyen muchos factores como la defensa del territorio, la estrategia defensiva contra los predarores o las exigencias de la caza.
El asombro que producen estos descubrimientos lo resume Katz en estos términos: «l extenso paralelismo que existe entre grupos sociales de animales superiores y seres humanos ha llevado a la conclusión de que muchos d elos fenómenos sociológicos que hasta ahora habían sido considerados como típicos de las comunidades humanas se deberían considera característicos de todos los animales que viven en sociedad, incluyendo al hombre».
Es difícil, sin embargo, aceptar sin reticencias esta conclusión. Las analogías no pueden tomarse en forma aislada y éste es el criterio básico que seguiremos en este ensayo. El animal humano no está hecho por adición simple de partes. No es un animal al que se le añade la inteligencia individual o sus características sociales. El estudio del comportamiento social no se puede reducir, com lo hace Tiger y Fox «a un subcampo de la zoología comparativa del comportamiento animal». Lorenz, por su parte, deplora que el hombre «no tenga mentalidad de carnívoro», dado que «buena parte de los peligros que lo amenazan provienen del hecho de que es un omnívoro relativamente inofensivo».
En realidad el hombre no es un mono desnudo, como lo pretende Morris, sino cubierto y armado con el vestido y los instrumentos de la cultura. La respuesta de Callan es clara y la queremos adoptar como nuestra propuesta: «la opinión que yo propongo no acepta estas propensiones naturales del hombre», debido a los claros indicios de que la programación genética del mismo lo hace inseparable de «una» cultura y de «una» tecnología.
Para una definición ambiental del hecho social habría qué partir del presupuesto de la autonomía de la cultura, ampliamente aceptado por muchos de los científicos modernos. Tal como lo plantea Harris, en las especies animales anteriores al hombre, las innovaciones del comportamiento recaen en el fondo genético y siguen dependiendo de él para su perpetuacón. En la cultura humana, en cambio, «la misma selección natural ha reducido enormemente el significado del fondo genético para la preservación y la propagación de las innovaciones de la conducta».
En la cultura los cambios pueden ser realizados
dentro de una sola generación, sin necesidad de esperar la transformación
del fondo genético. La transmisión de estos cambios culturales
se puede lograr sin necesidad de traspaso genético. Un pueblo puede
copiar o adaptar rasgos culturales, sin necesidad de intercambio sexual.
De allí resulta la capacidad de la cultura para transformar sus
instituciones.