Textos & Contextos. Año 1, N. 21        Desde el Eje Cafetero de Colombia                       Volver a Portada N. 21

Pablo Mejía
E-mail: pmejia@emtelsa.multi.net.co
 
 

Frases célebres
 
La mejor forma de pasar a la inmortalidad es cranearse una frase bien “jalada” que llame la atención de igual forma hoy en día, como dentro de dos mil años. Después de echarle mucha cabeza al asunto, cuando se me ocurre una bien impactante, sonora, edificadora, filosófica, bonita y profunda, me entero de que lo mismo dijo alguna vez Amparo Grisales, Pacheco, Cantinflas, Celia Cruz o Alejo Durán. Pero no debo cejar en mi empeño y seguiré pensando en una reflexión, un refrán o una máxima que me asegure la aparición en los libros destinados a recopilar dichos pensamientos, en la esquina inferior de alguna agenda o llenando espacios entre capítulo y capítulo en un libro de texto.

Otra finalidad bien importante de las frases célebres es servir de parapeto a los pseudo intelectuales para descrestar incautos y hacerles creer que están tratando con “tronco” de filósofo; también son aprovechadas por ciertos personajes que sobreviven dictando conferencias sobre auto estima, superación personal, diálogo marital, educación sexual y manejo de adolescentes, quienes recurren a ellas por lo menos una vez cada cinco minutos para resumir la idea de una forma clara y sencilla, ya que no saben cómo carajos explicarla.

El caso es que gracias a que muchos personajes de la historia soltaron alguna vez, como quien no quiere la cosa, una expresión, y por casualidad estaba presente un tipo de los que anotan todo lo que escuchan, años, siglos o milenios después la dichosa frase se utiliza a diario en todo el mundo. Sin querer ser aguafiestas, pienso que después de tanto tiempo lo más seguro es que la frase no la dijo el personaje a quien se le atribuye, o simplemente de tanto pasar de boca en boca está completamente tergiversada. ¿Será que don William Shakespeare pensó que su famoso “Ser o no ser” iba a tener tanto éxito en el futuro? ; a lo mejor el tipo amaneció ese día con angustia existencial y le dio por soltar la expresión. En las mismas estaría Descartes cuando dijo: “Pienso, luego existo”; y ni qué decir del desasosiego y la “malpa” que tendría Lope de Vega cuando pregonó: “No sé la razón de la sin razón que a mi razón aqueja”. También es posible que cuando Arquímedes, el físico y matemático griego, dijo que si le daban un buen apoyo y una palanca podía mover el mundo, a lo que se refería era a una palanca política para conseguir una chanfaina que le permitiera revolucionar la humanidad; la historia dice que al pobre hombre lo mató un soldado romano que lo encontró absorto filosofaba consigo mismo. Conclusión: es muy peligroso sentarse a pensar frases célebres.

En su gran mayoría las mencionadas frases están llenas de enseñanzas, moralejas y mensajes, aunque muchas veces uno queda con cierta espinita interior que le dice que aunque la sentencia suene muy bonito y tenga toda la razón, la realidad es diferente y la naturaleza humana reacciona distinto a como lo predican los legados filosóficos. Por ejemplo existe una frase, de la cual desconozco el autor, que asegura lo siguiente: “Perdona siempre a tus enemigos; no hay nada que los fastidie más”. Esta puede ser una buena forma de desarmar a un enemigo, pero no podemos negar que en el fondo todos llevamos algo de rencorosos y vengativos. Y para que no digan que soy un envenenado y resentido, recurro a un pensamiento que me da la razón y el cual es atribuido a mister Olin Miller: “Es mucho más fácil perdonar al enemigo una vez nos hemos desquitado”.

Los que no mantenemos un cochino peso en el bolsillo nos consolamos diciendo que la plata no lo es todo en la vida; claro que sin que nos oigan acostumbramos agregar que puede que no lo sea todo, pero que ayuda, ayuda. O sino recordemos lo que opina Manolito, el amigo de Mafalda, cuando reconoce que dicha frase es valedera porque también existen las tarjetas de crédito y los cheques. Y es que la falta de plata es tan jodida, que el pintor holandés Willem de Kooning dijo alguna vez lo siguiente: “El problema de ser pobre es que te ocupa todo el tiempo”. Pero sin duda la mejor definición para este caso la sentenció nuestro ex campeón de boxeo el Kid Pambelé: “Es mejor ser rico que pobre”.

A través de la historia han existido ciertos personajes que se aseguraron de marcar su paso por este mundo dejando infinidad de frases célebres. No puede ser casualidad que siempre que ojeamos un libro destinado a recopilar dichos aforismos, ellos aparezcan varias veces con sus pensamientos. Los más famosos “escribidores” de este género son Platón, Aristóteles, Séneca. Cicerón, Alejandro Magno, Balzac, Bacon, San Agustín, Santa Teresa, Napoleón, Lao Tse, Oscar Wilde y el campeón de todos: Confucio.

En nuestro lenguaje coloquial existen infinidad de refranes, dichos, frases y sentencias que dicen mucho en pocas palabras. Qué tal por ejemplo: El que primero lo huele, debajo lo tiene; Media blanca y pantalón oscuro, “dañado” seguro; Ver y no tocar, se llama respetar; En guerra, todo roto es trinchera; El que reza y peca, empata. También sería muy provechoso conocer el autor de expresiones tan comunes para nosotros como: Un pajarito sin cola, chito matola; Case que case, no se descase; Acusetas, panderetas, calzoncillos de bayeta;  Sana que sana, colita de rana, si no sana hoy, sanará mañana.

Por estos días saltó a la palestra un personaje, quien debe ser descendiente directo del rey Herodes, y que piensa pasar a la historia con la siguiente definición de boy scout: Es un niño vestido de idiota, que camina detrás de un idiota vestido de niño.

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