Jorge Echeverri González
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En estos países organizados como estados liberales con base en los tres poderes tradicionales, también es común hablar de un cuarto poder: el de los medios de comunicación social. Se hace referencia a prensa, radio y televisión. Es famosa en la historia de los medios la transmisión de H. S. Well por la década de los treinta, cuando alcanzó a crear pánico en los Estados Unidos de América por la transmisión "en directo" de la invasión de marcianos que amenazaba al país. Y esto a pesar de haber advertido que era ficción. Sólo que la advertencia se hizo al principio del programa, la cual no fue captada por muchos que daban por ciertas las sucesivas noticias sobre los marcianos.
Pues ese cuarto poder parece estarse ejerciendo por la red de redes: Internet. En la última semana de este mayo de 1999, en América Latina hemos vivido dos casos del impacto creado por informes transmitidos por la red, ambos originados en mensajes electrónicos anónimos. Uno de ellos informaba de un supuesto terremoto que afectaría la ciudad de Lima. A pesar de que las noticias por otros medios corregían la información y enfatizaban que los terremotos son impredecibles según el actual desarrollo de la tecnología, el rumor se extendió y muchos limeños pasaron la noche en la calle, en prevención del posible desastre. El otro afectó a una poderosa empresa financiera de Colombia: un e-mail anunciaba que el era inminente su intervención por parte del gobierno, por lo que muchos ahorradores corrieron a retirar sus depósitos para evitar la posible pérdida de sus depósitos. Fue necesario un despliegue de contrainformación, con manifestaciones públicas del Ministro de Hacienda y amplio despliegue de los otros medios informativos, para que el pánico no cundiera. Sin embargo los retiros fueron masivos.
Que un rumor pueda causar pánico no es nuevo. Lo nuevo es que en ambos casos, la fuente del rumor fue un anónimo en un correo colocado en Internet. Y sorprende más cuando se sabe que el cubrimiento del correo electrónico, sobre todo en estos países, está lejos aún de ser masivo. Pareciera que el computador fuera la nueva fuente de validación de la verdad en la información. Si antes los maestros esgrimían como argumento de validación: "Aquí está escrito", ahora se dice: lo leí en Internet. Y si está en Internet, tendrá que ser verdad. Es el reverso de la propaganda que usan empresas que utilizan la red para promover sus artículos cuando colocan como eslogan: si no está en Internet no existe.
Los usuarios habituales de la red ya nos acostumbramos a la avalancha de correos insulsos, a los virus inexistentes, a las cadenas mágicas que anuncian la buena fortuna si se retransmite el mensaje o el infortunio si no se hace, o a las que en el medio de la red se ha dado en llamar "leyendas urbanas". Algunos más estrictos usan de técnicas para validar la información. Lo cual sería muy sencillo con los mensajes que originan este comentario: si es un correo anónimo, no se le para bolas. Pero es una decisión un poco difícil cuando a uno, poco antes del cierre bancario le llaman por teléfono y le dicen: el banco en que tiene sus depósitos va a ser cerrado. Primero retiro mi dinero y luego voy a Internet a verificar. El rumor, usando el medio, cumplió su cometido maléfico. Se unen así los poderes del rumor con el de la transmisión de la información.
Naturalmente el rumor para que produzca efecto debe ser verosímil. En Lima tiembla mucho, y hace sólo dos años que un terremoto fuerte causó estragos. Sin embargo, lo racional sería la prevención permanente. Pero el rumor no obedece las leyes de la lógica racional. En Colombia hay crisis económica, En pocos meses muchos ahorradores han visto lesionados sus intereses por intervenciones estatales sobre entidades financieras sobre todo del orden solidario (cooperativo). Y en la semana anterior el gobierno había intervenido dos entidades financieras cuyas casas matrices estaban en un país vecino, también con problemas económicos. Pero la entidad a la que hacía referencia el e-mail es una de las más poderosas del país. A pesar de eso la lógica tampoco funcionó. Para contrarrestar el rumor se necesitó de la intervención de los organismos de control y de respaldo y la masiva campaña de todos los medios para que no cundiera el pánico (casi digo "pandiera el cúnico" caso menor del poder de los medios, este de origen chapulinesco).
Aún no se sabe quienes originaron estos mensajes. En el caso colombiano, esta acción está en manos de la justicia, pues parece que configura un delito tipificado como "terrorismo financiero". En el caso peruano creo que ni siquiera se averiguará su origen. Pero lo importante no es quien lo origina, sino el efecto que produce. Naturalmente no se puede atribuir a la Internet la culpa de lo sucedido. La red sólo ha servido de soporte técnico. Pero sí hay un factor importante: el poder de los medios, que antes estaba en manos de los directores o jefes de redacción o periodistas especializados, empieza a "democratizarse". Cualquiera puede originar la noticia, el rumor, la información. Y si la miramos acríticamente, podemos ser sus víctimas. Pero en este caso la Internet fue el protagonista: primero como actora al estar en su seno el mensaje original, y luego al ser el objeto de la noticia por los otros medios: "un mensaje colocado en Internet... "
Aquí hay otro aspecto de más fondo que
apenas enunciamos pues forma parte de esta nueva epistemología y
por tanto debe ser desarrollada por especialistas: la realidad está
cada vez más mediatizada y en el caso de la Internet la realidad
se está virtualizando rápidamente. Lo cual no nos sucede
solo con la verdad, con la información, sino con la comunicación
y la relación interpersonal. En mi caso particular, cuando a mi
puerta llega algún vecino o amigo, y es la hora de mi comunicación
con los corresponsales electrónicos, pronto los despacho y les esgrimo
el infaltable argumento de que estoy muy ocupado, pero no les espeficico
que estoy "virtualizado". Probablemente si me escriben un e-mail encuentran
más comunicación conmigo.