Martha Cecilia
Duque S.
Ingeniera industrial
© Derechos reservados por el autor
VILLA LUZ EN MANIZALES:
ALGO MÁS QUE CANALIZACIÓN
DE UN CAUCE
Es día estaba tranquilo, aunque nublado como es característico
de la época. En la montaña nororiental de Manizales un grupo
de pobladores se alista para trabajar en lo que será su vivienda
en el Barrio Villa Luz. Frente a ellos, abajo, hay un cauce de agua. Al
otro lado perciben que hay problemas en el terreno que se prepara para
ser urbanizado. Tierras sueltas que ruedan pueden causar un represamiento
que los afectaría a ellos también. Deciden intervenir y tratar
de controlar el problema. Las lluvias de los días anteriores han
sido abundantes y el terreno está complicado. Inician la tarea.
Lo que no esperaban era que un alaud cayera: ocho de ellos ya no podrán
ver terminada su casa.
La tragedia registrada el 14 de marzo de 1999 en el barrio
Villa Luz de Manizales, amerita una reflexión acerca de la actividad
antrópica sobre la naturaleza que puede conducir a desastres si
no se toman las medidas adecuadas.
Por todos es conocida la alta vulnerabilidad que presenta
la montaña en que está construida la ciudad de Manizales.
Su alta pluviosidad, sus inclinadas pendientes y la composición
de los suelos en su mayor parte resultado de cenizas volcánicas
hacen que los riesgos por deslizamientos sean condiciones naturales con
las cuales debemos convivir los manizaleños. Pero no lo podemos
hacer sin una adecuada relación con este entorno, pues la indebida
intervención humana ha ocasionado la mayoría de las tragedias
de la ciudad. En particular los procesos de urbanización en laderas
han generado alta problemática ambiental con grandes repercusiones
sociales sobre familias de escasos recursos económicos, como el
caso del barrio Villa Luz.
La escasez de suelos aptos para la urbanización debido
a lo escarpado de la topografía de la ciudad ha hecho común
actividades de adecuación de terrenos tales como rellenos hidráulicos
e intervención de cauces hídricos. Sin embargo, ha sido insuficiente
el análisis de las repercusiones que estas prácticas tienen
sobre el hábitat.
Un relleno hidráulico, por ejemplo, puede causar sobresaturación
de taludes y desestabilización de laderas. La intervención
de un cauce hidráulico puede causar avalanchas, además de
otras consecuencias. En ambos casos la vida del hombre se ve amenazada.
Analicemos lo sucedido en Villa Luz. En procura de mantener
la estabilidad del terreno que se está adecuando para la construcción
de una urbanización al frente de este barrio, justo al lado opuesto
del cauce que divide los dos sectores, los técnicos de la constructora
decidieron desviar las aguas resultantes del relleno hidráulico
hacia tal cauce mediante la construcción de un canal. Pero al ser
ejecutado con maquinaria pesada se provocó la desestabilización
de un talud perteneciente a dicho cauce.
Las consecuencias sobre el talud no se hicieron esperar.
Cárcavas y agrietamientos de gran magnitud empezaron a dar muestras
de un inminente deslizamiento hacia la quebrada, con las posibles consecuencias
de represamiento que podrían causar una avalancha hacia la cancha
d fútbol del barrio Minitas, tal como ya ha sucedido en el pasado.
La intensidad de las lluvias de los últimos meses
terminó por saturar el talud que, finalmente, se derrumbó,
causando la desgracia que mencionamos al principio de este artículo.
La solución plantada hasta la fecha es la canalización
de la quebrada para lo cual el Municipio ha apropiado mil millones de pesos.
Cabe preguntarse si no existe reglamentación que exija a las firmas
constructoras responsabilidad por los daños directos causados por
su actividad.
De otro lado, la canalización de un cauce genera grandes
impactos ambientales al destruir el ecosistema y con él, la vida
de miles de especies microscópicas que en él habitan.
Desafortunadamente, aquí no termina la historia. El
barrio Villa Luz, de acuerdo con el criterio de las autoridades de Corpocaldas,
es el primer proyecto de Manizales en que se hace una urbanización
sin afectación del paisaje, es decir, conservando la topografía
del terreno. Debido a esto, la pendiente sobre la cual se ha construido
es bastante inclinada. Sumémosle calles sin pavimentar, áreas
deforestadas y fuertes lluvias que contribuyen a la formación de
profundas cárcavas (agrietamientos), que evidencian un acelerado
proceso erosivo en las calles y área no construidas del barrio.
Ya el 29 de noviembre de 1998, un alud de tierra proveniente
de la parte superior de la urbanización, afectó las viviendas
que se encuentran en la parte baja de la misma. Afortunadamente este desprendimiento
de tierra no cobró víctimas humanas. Sin embargo, la banca
de la primera calle del barrio se vio afectada reduciéndose aproximadamente
en un 30 %. Agrietamientos adicionales en la mencionada calle hacen presumir
deslizamientos futuros, cada vez más cerca de las viviendas, tres
de las cuales ya se encuentran fuertemente afectadas. Una de ellas ya ha
sido evacuada, pero peligra la vida de los habitantes de las otras dos.
Aparte de lo anterior, la ladera localizada en la parte posterior
de la urbanización ha sido desestabilizada por la actividad antrópica,
encontrándose en el momento en alto grado de proceso erosivo. Aguas
de escorrentía de la misma y lodos están acercándose
cada vez más a las viviendas, y sus habitantes temen por sus vidas.
La inseguridad y el miedo reinan en el sector.
Una adecuada planificación del suelo sería
la solución a muchos de los problemas que aquejan a millares de
familias que ven afectadas sus viviendas cada vez que las fuertes temporadas
de lluvias producen deslizamientos en diversos sectores de la ciudad. Las
expectativas están puestas en el Plan de Ordenamiento territorial.
Sólo cabe esperar que los intereses políticos y privados
no sigan anteponiéndose a la reglamentación y que nuestros
ingenieros y arquitectos, directos protagonistas en el proceso de urbanización,
sean movidos por la ética y amor a la profesión, antes que
por el desmedido afán de enriquecimiento.
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