Enrique Avalle - 8.1.2000
La vida aparenta abrirse paso y florecer con una fuerza extraída de factores que creo que escapan a nuestra actual comprensión, aún en las condiciones mas adversas, a lo que debemos sumar la enorme complejidad cubierta por las palabras "mente" y "alma".
Entonces, cada ser humano es producto de una casi imposible sucesión de factores y chances. Somos como pequeñas islas, oasis que desafiamos constantemente las adversidades que nos rodean.
Ocurre que a mí me resulta muy difícil creer que esto es obra de la casualidad.
Por contrapartida, la vida se nos consume tal como un tenue hilo de arena que marca el tiempo deslizándose por la ineludible acción de las fuerzas que rigen este cosmos. Nuestro tiempo de vida se agota naturalmente a un ritmo constante, incontrolable, y desconocido hacia el lógico fin. Además, es notoria la indiferencia, ignorancia y levedad sobre estos temas en la que la humanidad se encuentra embebida. La sociedad que nos envuelve, vista desde este ángulo, parece promover el riesgo de pasar de ser protagonistas a tristes y pasivos observadores de nuestras propias vidas.
Estudiado de esta forma, a mi me queda la impresión de que nuestra existencia puede ser encarada como un test para la que contamos con herramientas "divinas" (la chance de la vida, de la mente y del alma), pero me parece que hasta ahora el puntaje global que nos llevamos en tal prueba es bastante malo.
Y ya que estoy inmerso en este asunto, surge aquí en mi la necesidad de intentar diferenciar las cosas válidas y puras de aquellas que atentan en contra de la humanidad:
En primer lugar se encuentra el amor entre los seres humanos que puede ser manifestado bajo la practica de la fraternidad y del concepto de que en definitiva todos somos hermanos. Esto va de la mano junto con los conceptos de la Libertad y la igualdad, ambas en todos sus sentidos y aspectos. Estos valores pueden ser promovidos a nivel individual como una buena forma de empezar. Por el contrario, que bueno sería desterrar a la indiferencia, el egoísmo, la soberbia, la frialdad... en definitiva todos los valores y actitudes que en principio ofenden claramente a cualquier ser humano honesto, bueno y libre de pensamiento.
Seguramente este tipo de listas y enunciados no son novedad para nadie. Entonces, por qué no son aplicados, respetados y promovidos ? Quién puede tener intereses contrarios a la proliferación de la armonía y el amor entre los seres humanos ? No será que el ser humano no puede vivir sin la dualidad bueno/malo en delicado balance ? Si esto es así, entonces la búsqueda de nuestra perfección puede implicar la comprensión y aceptación del todo, mas que intentar desterrar una parte de lo que en definitiva hace a nuestra naturaleza (y por lo tanto, por definición es imposible).
Sea como sea, esta comprensión y aceptación debe ser realizada en forma solitaria, en nuestro interior, ya que sólo uno mismo puede profundizar en su propia esencia humana. Quizás por eso es que las formulas generales no funcionan y el crecimiento necesario para lograr esto no forma parte de las demostraciones masivas expuestas por nuestra sociedad...