CARTA A BILL CLINTON

 

Señor
William Clinton
WhiteHouse
Washington DC
USA

Dear Bill:

Espero que después de tanto tiempo no hayas olvidado a tu vieja amiga de la adolescencia.
Aquélla a la que confiabas todas tus penurias y la que te reventaba los granos de pús de tu rostro.
Luego, como es lógico suponer teniendo en cuenta la personalidad de cada uno de nosotros, nuestros caminos tomaron por senderos distintos.
Tú, primero en Oxford y luego en Yale. Claro, así eras, no te alcanzaba Oxford solamente, tenía que ser Yale también, y siento que luego te hayan rechazado de Harvard por tener pies planos, pero siempre fuiste ambicioso de tus cosas, y ahora presidente de la mayor potencia mundial; digamos, del imperio más poderoso del orbe. Yo, aquí, donde siempre, en el pueblo, soportando camioneros borrachos y hediondos, y la mayoría impotentes. Precisamente por eso me dirijo a tí.

Me impulsa a escribirte ahora para brindarte mi apoyo ante la infamia de la que eres víctima por parte de esa oportunista mujer, la tal Monica.
Que además de oportunista, y buscar con esto promoción, y por ende fama y dinero, seguramente también es republicana.
Sabes que siempre hemos hablado del famoso "sueño americano", y que creo firmemente en eso, por no de esta forma tan vil y rastrera, a costa de los calzoncillos del presidente.
Tú y yo sabemos que sus acusaciones resultan falsas. Aún recuerdo los esfuerzos que realizábamos juntos para lograr que tu pequeño pirulín lograra al menos la consistencia de una vainilla mojada en leche.
Y recuerdo también, cuando coincidíamos por la noche en algún local de despacho de cervezas de nuestra pequeña ciudad de Hope, desde donde te escribo, que mirabas con mayor entusiasmo a esos fornidos marineros griegos que a nosotras, las chicas.

A propósito. Nunca supe qué hacían esos marineros en este lugar ya que Arkansas no tiene costa sobre el mar, y estamos bastante alejados de él. Siempre me resultó incongruente eso, ¿qué hacían esos marineros griegos en medio del desierto? ¿Tal vez una versión moderna de los Argonautas? ¿Estarían confabulados para tomar el Estado y declararlo independiente y a favor de Helena? ¿O venían por tí, cariño?
Siempre me llamó la atención ese hecho.

¿Sabes corazón? Si hubiera puesto más empeño, que no es mi estilo -me sabes indolente, apática, conformista- hoy estaría ocupando el lugar de Hillarie, junto a tí, mi capullo. Y seguro que esa Monica no habría tenido oportunidad de mostrar un vestido con manchas de tu sémen, producto que -como ambos sabemos- escasea bastante.

Y quiero ayudarte. Debes salir de esta triste humillación. Declararé en tu favor ante el Gran Jurado. Diré la verdad al mundo entero. Que eres impotente, que no puedes mantener una erección por más de 5 segundos, que tu aparato genital se parece al de un hamster, y que además te gustan los hombres.

Repito, quiero ayudarte. A diferencia de Hillarie, que prefirió guardar silencio y continuar con su propia campaña política.
A propósito... ¿qué hace el chofer de Hillarie todas las noches en su alcoba? ¿Te has enterado? ¿Cómo que no? ¿No tienes a la CIA?. Al final, una, aquí, tan alejada del poder se entera de estos asuntos que son la comidilla del pueblo. Deberías hablar con los ascensoristas de la Casa Blanca, ellos saben las cosas, no como esos idiotas de la CIA, indivíduos chapuceros vestidos todos iguales, cabello corto, traje oscuro, camisa blanca, que sólo saben hacer desaguisados en el mundo entero y hacernos quedar peor de lo que somos, que no es poca cosa.

Escucha Bill, debes ponerte los pantalones!!!! (Es una forma de decir, no lo tomes a mal). Quiero significar con ello que debes tomar el control de la situación. Toda una nación está pendiente.

Y no creo que todo esto sea una farsa para destituirte. De todos modos, de resultar eso cierto, me reconfortaría como ciudadana norteamericana. Porque en vano no pasa la historia, y los métodos se vuelven más sutiles.Y de los errores aprendemos. Comenzamos asesinando a nuestros presidentes molestos. Luego, llegó el Watergate, al menos Nixon pudo contarla. Ahora viene el "Sexgate", vamos a ver cómo sales de ésta, my dear. Pero si prospera, al próximo presidente podremos echarlo simplemente porque tenga mal aliento. O porque no nos guste su corbata. Eso es todo un adelanto, no lo crees?

Toda tuya

Ruth
Hope - Arkansas

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