CARTA DE HOMERO A ULISES

Estimado Ulises (u Odiseo)
Itaca- Grecia

Te escribo para decirte que el material que me enviaste es magnífico y con él estoy preparando un libro al que le pondré como título "La Odisea".
Debo decirte que es muy poco lo que habré de agregarle de mi coleto porque la imaginación e inventiva puestas de manifiesto en tu relato resultan sencillamente sorprendentes.
A nadie se le hubiera ocurrido inventar semejante historia sólo para justificar ante las esposas una salida de juerga o parranda en compañía de tus amigos, a la manera de "Somos los piratas", de los Auténticos Decadantes.
!Qué creatividad esa de fraguar una guerra como excusa.! Es un recurso que tiempo después, durante la Edad Media, van a utilizar los cruzados, sin mencionar a los caballeros de la Tabla Redonda a quienes se les va la mano con eso de salir de correrías para perseguir inexistentes dragones. Encima eran celosos los tipos y dejaban a sus mujeres enfundadas en indignas prendas íntimas de latón.

Pero el cuento de la guerra de Troya no será jamás igualado. Lo que no entiendo es cómo no sospechó Penélope cuando elegías a tus acompañantes no por sus méritos guerreros, sino por sus capacidades libatorias.

Yendo a tu historia, quiero remarcar brevemente algunos episodios que son los que más me han encantado.
Por ejemplo, cuentas que llegan a una isla donde se encuentran con Polifemo, el cíclope hijo bastardo de Poseidón que los toma prisioneros en su cueva con la intención de comérselos. Ustedes escapan emborrachándolo y perforándole luego su único ojo. Muy conmovedor relato.
Pero la verdad es que Polifemo era el nombre de una disco a la que intentaron ingresar, que los que estaban borrachos eran ustedes, y que el cíclope era el patovica de la entrada que simplemente les impidió el acceso arrojándolos al mar.

En otro pasaje narrás que llegan a la isla de Circe, la maga, que se enamora de vos y que para que no te escapes convierte a tus marineros en chanchos o cerdos.
Sin embargo, lo que ocurrió es muy distinto. Circe, en realidad, regenteaba un burdel y tus hombres no es que fueron transformados, sino que se portaron como verdaderos chanchos, por lo que fueron expulsados de la isla.

Luego, el encuentro a la distancia con las sirenas donde se tapan los oidos para no escuchar el canto pérfido e irresistible. En realidad, no querían escuchar las ofertas de sexo que les hacían porque ya se habían quedado sin dinero.

En fin, supongo que Penélope, que es bastante ingenua, se tragó toda la historia.

A propósito, y ya sabes que como buen literato soy bastante infidente, y además porque te aprecio, debo decirte algo.
Cuando regresaste a tu casa encontraste a un montón de tipos dispuestos a reemplazarte, y según te contaron, Penélope los mantenía a distancia esperando tu regreso. Para ello había anunciado que se decidiría por uno de estos tipos cuando terminara de tejer una "mañanita", la que por las noches destejía.
Y vos te tragaste el cuento. En realidad, iban por otra cosa. Y por la noche Penélope hacía otra cosa distinta que jugar con el ovillo de lana, ya te imaginarás (porque imaginación es lo que te sobra). Telémaco era el recaudador. Y todo porque cuando te fuiste los dejastes sin un peso.

Eso te pasa por llegar de improviso. Ya se sabe que en estos casos primero hay que tirar piedras al techo de la casa, por más rey y favorito de los Dioses que seas.

Bueno, Ulises, me despido por ahora, en cualquier momento nos encontramos para discutir tu porcentaje por los derechos de autor.
Me voy a controlar cómo anda la venta de la Ilíada en las librerías del centro de Atenas. Respecto de libros, te recomiendo leer la historia de otros atorrantes, los Argonautas, que según ellos fueron en búsqueda del vellocinio de oro. No hay nada que hacer, en cuanto a creatividad para engañar a nuestras parejas los griegos somos insuperables.

Un abrazo
Homero

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