Conclusión
Diferentes hipótesis y teorías tratan de explicar el origen de la Vida y de la diversidad basadas, todas ellas, en la evidencia actual con la que contamos. Se descartan sugerencias cuyos eventos no se hayan observado jamás en la naturaleza y, por el contrario, se buscan ejemplos naturales de cada uno de ellos a fin de armar un rompecabezas evolutivo con fundamento fáctico.
Con los años se han sugerido distintos modelos
para la eucariogénesis. La mayoría habla de algún tipo de asociación entre
microorganismos de diferentes especies que haya hecho posible la evolución
hacia una célula más compleja como fruto de la selección natural. Lo que
diferencia a cada una de estas hipótesis es el mecanismo por el cual se dio
esta asociación: fusión, englobamiento, simbiosis. De éstos, el último
es el que en la actualidad está en la mira de la comunidad científica ya que
es el que presenta menos dificultades de evolución y el que corresponde a más
ejemplos actuales en la naturaleza. Así mismo, se postularon diversas teorías
acerca de cómo fue esa simbiosis, entre qué especies de organismos primitivos
y cómo evolucionó hacia la formación de la célula eucariota.
Las hipótesis más modernas cuya justificación
abarca varios de los aspectos a considerar (y que teorías anteriores no
tuvieron en cuenta) son las que se basan en una asociación sintrófica entre
organismos de diferentes especies, correspondientes a los reinos Arquea y
Bacteria. Éstas son, la hipótesis de la transferencia de hidrógeno y
la hipótesis sintrófica, las cuales pueden considerarse complementarias
más que opuestas, ya que comparten grandes similitudes en cuanto al metabolismo
del simbionte, que es la base de ambas teorías. No obstante, la hipótesis
sintrófica va más allá y encuentra una explicación a aspectos centrales de
la eucariogénesis como son la formación de un sistema membranoso interno
(envoltura nuclear y retículo endoplásmico) y la adquisición de genes
relacionados con el mantenimiento de la información y con las actividades metabólicas.
Por lo tanto, creemos que estamos frente a un gran avance para nuestro
entendimiento acerca del origen de nuestras células.
Un punto que merece énfasis es el de que ninguno
de los organismos que viven ahora es primitivo, es decir, no se está creando
nueva vida en el presente. Todas las formas existentes de vida son organismos
modernos y bien adaptados. Algunos de estos organismos pueden ser semejantes
fenotípicamente a los organismos primitivos y representar ramas del árbol
evolutivo que no ha cambiado en millones de años; en este punto están
relacionados con los organismos primitivos, pero ellos mismos no lo son1.
Esto es porque si estuviéramos conviviendo con formas vivientes que siguen
evolucionando hacia la eucariogénesis, esos protoeucariotas estarían fuera de
competencia frente a los eucariotas modernos ya adaptados. Sin embargo, el
estudio de comunidades anaeróbicas actuales podrían ofrecer indicios
interesantes para terminar de comprender la evolución eucariota, ya que, si
bien se sabe cada día más, no dejan de ser “modelos” los postulados.
Como conclusión personal, creemos que no sólo
hemos enriquecido en gran medida nuestro conocimiento científico respecto del
tema, sino que la lectura de las distintas teorías ha logrado abrir nuestra
mente y nuestra imaginación, y nos ha llevado a un mundo de nuevas inquietudes.
Pero estas inquietudes nos encuentran mejor “parados” y dispuestos a seguir
el tema porque ahora ya sabemos de qué se trata, hasta dónde se llegó y qué
es lo que queda por averiguar (que es mucho).
Quizás nosotros no alcancemos a saberlo –o tal
vez sí– pero de todos modos sentimos que mientras haya gente que se sienta
interesada por nuestros propios orígenes (y tenemos fé en que siempre la habrá),
el ser humano hallará, de alguna manera, la respuesta a una pregunta tan
inmensamente misteriosa como es: ¿qué fue lo que realmente sucedió hace
millones de años?.