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Durante
una fuerte tormenta en alta mar. Una mujer muy nerviosa que viajaba
en un trasatlántico
acudió al capitán en busca de tranquilidad. "Capitán",
le pregunto temblorosa, "Estamos en gran peligro?.
"No se preocupe, Señora, le respondió.
"Después de todo, estamos en manos de Dios".
"¿Tan mala es la situación?", dijo la mujer
con voz entrecortada y el terror reflejado en su rostro.
Siempre estamos en las manos de Dios, tanto en tiempos tormentosos
como en la calma.
¡Y Dios es tan bueno!
A veces olvidamos la presencia de Dios hasta el último momento,
hasta que nos vemos rodeados por la tormenta.
Siempre, incluso durante la calma, debiéramos tener presente
la protección divina.
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