Moses
Mendelssohn distaba de ser guapo. Además de una estatura algo
baja, tenía
una grotesca joroba.
Un día visitó a un mercader de Hamburgo que tenía
una hermosa hija llamada
Frumtje. Moses se enamoró perdidamente de ella, pero a Frumtje
le repelía su
apariencia deforme.
Cuando llegó el momento de despedirse,
Moses hizo acopio de valor y subió por las escaleras hasta el
cuarto de Frumtje
para tener una última oportunidad de hablar con ella. Era una
visión de belleza
celestial, pero a Moses le entristecía profundamente su negativa
a mirarlo.
Después de varios intentos de conversar con ella, le preguntó
tímidamente:
-¿Crees que los matrimonios se crean en el cielo?
- Si - respondio ella, todavía mirando al suelo-. ¿Y tú?
- Si, lo creo - contestó - verás. En el cielo, cada vez
que un niño nace, el
Señor anuncia con que niña se va a casar. Cuando yo nací,
me fué señalada mi
futura esposa. Entonces el Señor añadió: "Pero
tu esposa será jorobada". Justo
en ese momento exclamé:
- "Oh, Señor, una mujer jorobada seria una tragedia. Por
favor, Señor, dame a mi
la joroba y permite que ella sea hermosa".
Entonces Frumtje levantó la mirada para contemplar los ojos de
Mendelssohn y un
hondo recuerdo la conmovió. Alargó su mano y la dió
a Mendelssohn, más adelante
se convirtió en su devota esposa.
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