Carpinteria el 7

Era una pequeña casucha, casi un ranchito en las afueras de la ciudad.

Un pequeño taller adelante con unas pocas máquinas y herramientas, dos piezas, una cocina y un rudimentario baño atrás... Sin embargo, Joaquín no se quejaba, en estos dos años el taller de carpintería "El 7" se había hecho conocer en el pueblo y él ganaba suficiente dinero como para no tener que recurrir a sus magros ahorros.

Esa mañana, como todas, se levantó a las seis y media para ver salir el sol.

No obstante, no llegó al lago.

En el camino, a unos doscientos metros de su casa, casi tropezó con el cuerpo herido y maltrecho de un joven.

Con rapidez se arrodilló y apoyó contra el pecho del joven...débilmente, allá en el fondo, un corazón luchaba por mantener lo que quedaba de vida en ese cuerpo sucio y hediente a sangre, mugre y alcohol.

Joaquín fue a buscar una carretilla sobre la que cargó al joven.

Al llegar a la casa tendió el cuerpo sobre su cama y lo higienizó.

Durante los dos siguientes días, toda la vida de Joaquín se centró en la salud de su huésped.

Cuando el joven despertó, Joaquín estaba a su lado mirándolo con ternura y ansiedad.

- ¿Cómo estás?- preguntó Joaquín

- Bien...creo- respondió el joven- ¿quién me curó?

- Yo

- ¿Por qué?

- Porque estabas herido.

- ¿Sólo por eso?

- No, también necesito un ayudante.

Manuel, así se llamaba el joven, se fue fortaleciendo. Joaquín intentaba enseñarle el oficio y Manuel intentaba rehuir del trabajo todo lo que podía.

Pasaron meses. Manuel estaba curado.

Joaquín había destinado la habitación principal, una parte en el negocio y el primer turno en el baño, a cambio de la promesa del joven, de dedicación al trabajo.

Una noche, mientras Joaquín dormía, Manuel decidió que seis meses de abstinencia eran bastante y creyó que una copa en el pueblo no le haría daño.

Cerró la puerta de su habitación desde adentro y salió por la ventana dejando la vela encendida para dar la impresión de que se encontraba allí.

A la primera copa siguió la segunda, y a esta la tercera, la cuarta y muchas...

Cantaba con sus compañeros de trago, cuando pasaron los bomberos. Manuel no asoció este hecho con lo ocurrido hasta que de madrugada, tambaleándose hasta su casa, vio la muchedumbre reunida en su cuadra... Solo alguna pared, las máquinas y unas pocas herramientas se salvaron del incendio. Todo lo demás de la Carpintería "EL 7" quedó destruido por el fuego.

De Joaquín solo se encontraron cuatro o cinco huesos chamuscados, que enterraron en el cementerio bajo una lápida donde Manuel hizo escribir:

"LO HARÉ, JOAQUIN. LO HARÉ"

Con mucho trabajo, Manuel, reconstruyó la carpintería. Él era vago, pero hábil y lo que aprendió de Joaquín alcanzó para llevar adelante el negocio.

Siempre sentía que desde algún lugar Joaquín lo miraba y alentaba. Manuel lo recordaba en cada logro: su casamiento, el nacimiento de su primer hijo, la compra de su primer auto...

A quinientos kilómetros de allí... Joaquín, vivito y coleando, se preguntaba si era ilícito engañar y prenderle fuego a esa casa tan bonita sólo para salvar a un joven. Se contestó que sí, y rió de sólo pensar en la policía de pueblo que confunde huesos humanos con huesos de cerdo...

Su nueva carpintería era un poco más modesta que la anterior, pero ya era conocida en el pueblo... se llamaba...Carpintería "El 8".

¿Acaso no vale la pena sacrificarnos por ayudar o por brindar oportunidades a quienes más nos necesitan?

Aportacion de Manuel Mercado

 

 

 


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