Es sábado en la mañana… llueve, los niños duermen aún, es temprano, tengo un momento para mí…mientras pongo la pava al fuego para tomar unos mates, siento que me miras detrás de tu imagen….. Te invito a mi mesa, sencilla, humilde mesa argentina, desayuno de mates con pan y manteca…Y tú vienes, como siempre… Y te sientas junto a mí, toda una reina, toda una mamá… - María, amiga mía del alma, hoy necesito conversar contigo sobre este tiempo tan especial, difícil y aleccionador de la vida de tu Hijo como fue, es y será por siempre la Semana Santa…. quisiera saber… - No, amiga, no, “saber” quizás no sea la palabra, debes… debes sentirlo y comprenderlo en tu corazón, puedes conocer el relato de los hechos de memoria, y, al mismo tiempo, no comprenderlos, y si no los comprendes no te ayudan en la salvación de tu alma, y si no te ayudan en esto, pues, de nada te sirven…. - Ayúdame, Señora, a comprender el significado de la Pasión de Cristo, desde el fondo del alma… ¿Por donde empiezo? - Por tu propia vida - ¿Mi vida, dices?, no comprendo amiga… - Mira tu historia- y comenzamos a transitar juntas por los caminos de mi propia existencia, bueno, la verdad es que me hubiese gustado llevar conmigo unos cuantos metros de tela y tijeras, para cortarlos y tapar las escenas de las que me avergüenzo… pero era tarde-, ¿recuerdas cuántas veces entraste triunfante a Jerusalén? - Sí- y recordé las veces en las que la vida me sonreía, en la que tenia muchos amigos, en las que recibí aplausos y todo parecía estar perfecto- sí amiga, muchas veces sentí que la vida cortaba ramas de olivo y los ponía a mis pies… - Y tú te creías importante por ello-la voz de María se puso muy triste, apenas si podía yo soportar su mirada, no estaba enojada, ¡estaba triste!-¿Verdad Susana?, ¿Te sentiste importante solo porque el mundo te sonreía? ¿No pudiste reconocer que era temporal, que con la misma rapidez con que te sonreía, te olvidaría, pues ya habría logrado su objetivo, que era hacer brillar tu orgullo, palidecer tu humildad, entristecer a mi Hijo? Comencé a llorar, era demasiado, y recién comenzábamos… nunca pensé tener esta conversación contigo, Maria, pero tanto te amo que no me importa cuánto me reprendas, te sigo, María, te sigo… - Bien, Susana querida, vamos ahora a la noche del jueves, a la noche de la cena… ¿tuviste oportunidad en tu vida de lavar los pies de tus amigos? - Sí- y mi voz era apenas un susurro - Pero… ¿No las aprovechaste todas, verdad? ¡Claro! ¿Cómo tú ibas a rebajarte a lavarles los pies? ¿Como tú, con todo lo que crees saber, con todo lo que crees ser, ibas a rebajarte? Amiga, cada vez que no lo hiciste, no sólo perdiste una oportunidad de doblegar tu orgullo, de ejercer la humildad, sino que es como si dijeses que Cristo sí podía, pero ¡Tu no!, porque ¡Claro! mí hijo es una persona de la Santísima Trinidad y, como todo lo puede, resulta que también todo lo es fácil, pero...¿has olvidado que se hizo hombre para ser igual a ti?¿Sabes que igual significa eso: igual?¿Crees que él no tenía conciencia de quien era?¿No tenia Jesús un millón de veces mas derecho que tú a no arrodillarse ante los demás y lavar sus pies?... amiga mía querida, de ahora en adelante, aprovecha cada oportunidad que tengas de lavar los pies, recuerda que Jesús lavó también los de Judas… recuerda eso cuando tu orgullo y vanidad se alcen a los gritos mientras tu tomas jabón y toalla… - María, querida madre mía, me comprometo aquí y ahora a poner todo de mi para no desaprovechar esas oportunidades, tú… tú sólo pídele a tu Hijo amado que me dé luz suficiente como para reconocerlas… - La tendrás amiga, todos la tienen, si la piden… todos… Pasemos ahora a la escena de Judas… ¿Cuantas veces has besado hipócritamente a quienes no considerabas tus amigos? ¿Cuantas veces has sonreído, siniestramente, mientas sabías que estabas traicionando? ¿Acaso no retumbaron en tus oídos, al besar con falsía, las palabras de mi Hijo “Judas, con un beso traicionas al Hijo del Hombre…”? Amiga mía, no te digo esto porque esté enojada contigo, de ninguna manera, no te digo esto porque te ame poco, no, si te amara poco, pues poco me importaría de ti, y te dejaría a la deriva o, lo que es peor aún, te dejaría a merced de ti misma… - María querida, es cierto todo lo que dices, pues ves mi alma en toda su dimensión y conoces que, muchas veces, mi conducta ha lastimado el corazón de tu Hijo… ¿Qué decir? ¿ Que argumentar que me justifique? Nada, pues, con sólo mirar tus ojos entristecidos se desarman todos mis argumentos ¡pensar que me aferré tanto a ellos y ahora no pueden sostenerme, ahora veo que, en realidad, sus raíces se alimentaban de mi orgullo y vanidad, sus raíces eran débiles…! - ¡Bien, hija bien! Estas comprendiendo... ¿te das cuenta? Ese es el mensaje, comprenderlo desde tu propia vida… - María, temo seguir… temo seguir… - Pues debes hacerlo, es duro, difícil, sobre todo llegar al tiempo de la muerte de Jesús, pero debes aferrarte a su resurrección, es la única manera… - Sigamos entonces… - ¿Recuerdas el anuncio de las negaciones de Pedro?, Jesús sabía lo que iba a pasar en el alma de su amigo, sabía también que debía suceder, para que Pedro aprendiese hasta que punto podía caer y desde donde podía levantarse… ¿Cuántas veces Jesús te anunció que tú también le negarías, quizás no con las palabras, pero sí con tu conducta? - Demasiadas, Señora, demasiadas… - Bien… acompañemos ahora al Salvador la oración en el Huerto… está triste y solo, le pide a sus amigos que le esperen despierto, es sólo un momento, mas ellos se duermen… ¿Cuántas veces te encontró a ti dormida, amiga? ¿Cuantas veces dejaste para mas tarde , para mas adelante, el replanteo serio de ciertas actitudes solo dictadas por tu orgullo y vanidad, y Jesús te encontró en medio de ellas?... Mientras él estaba orando y necesitaba de ti, tú dormías ¡Mas tarde te despertarías, mas adelante, ya tendrías tiempo…! Nunca sabes cuando Jesús vendrá por ti ¿Por qué dejas el cuidado de tu alma para más adelante? - Señora, ¡Cuánto tiempo he perdido!... - Ya vienen por Jesús, ya vienen por él… Judas le besa, un amigo saca su espada y mi Hijo le detiene… deben cumplirse las Escrituras, Él podría solicitar al Padre doce legiones de ángeles… pero calla, Él podría eliminarlos a todos sólo con una mirada, pero no lo hace… Jesús obedece la Voluntad del Padre, sabiendo que le pide el mayor de los sacrificios, su propia vida… pues el alma de Jesús era un solo grito: “¡Hágase tu voluntad, Padre!..” ¿Cuantas veces no aceptaste la Voluntad de Dios en tu propia vida y terminaste lastimada? Hija mía del alma, la voluntad de Dios es siempre el mejor y mas seguro de los caminos, aunque tu no lo comprendas prontamente… - Lo sé, y ahora veo con claridad de que he tenido más caminos a mi alcance de los que yo misma tengo conciencia… - Jesús está ante Pilatos, quien está admirado por su silencio ante las acusaciones de los demás… ¿Te han acusado injustamente muchas veces? ¿En cuantas de ellas callaste y dejaste que Dios te defendiese? ¿No sabes, acaso, que no encontraras en todo el universo mejor abogado que él? ¿No comprendes que tu propia defensa siempre será pobre, que tu propia venganza dejara tu alma mas lastimada que satisfecha? ¿No has comprendido que la justicia final siempre está en manos de Dios? …¿Cuántas veces, cuando el dolor llamaba a tu puerta, cuando las pruebas o la traición te lastimaban, armaste un escándalo?¿Cuantas veces pudiste callar, para compartir aunque fuera un instante el dolor de Cristo, y poner tu dolor en manos del Padre para que él colocase rosas en tus espinas, y así fuese crecimiento para tu alma? Pero pudo mas tu orgullo “¡A mí no me van a hacer esto! ¡Ya verán quien soy yo! ¿Que se cree ésa para decirme tal o cual cosa?”... y mil frases como ésta te anulaban la oportunidad de reaccionar como Cristo… ¿comprendes? - Quisiera, Señora, borrar todos los pecados de mi vida si pudiera, Señora, si pudiera volver a nacer y hacer todo otra vez, pero hacerlo bien… - Puedes hija, puedes, recuerda las Escrituras, recuerda la canción que te enseñaron esas religiosas que tanto amas “Hay que nacer del agua y del Espíritu de Dios, hay que nacer del Amor…” puedes nacer de nuevo… Debes nacer de nuevo…, pues Cristo borra tus pecados con su Preciosísima Sangre, si tu los confiesas en el sacramento de la Reconciliación… ¡puedes hacerlo amiga! ¿Que estas esperando?...Sigamos con Jesús y su dolor, las espinas marcan su cabeza, que tantas veces acaricié…el látigo lastima su espalda sobre la que cargará la salvación del mundo… El camino del Calvario comienza… Pero se le siguen agregando espinas, pobre hijo... ¿Sabes cuales? Las que nacen de los pecados de los que, debiendo recordarle a cada instante, le olvidan, porque… ¡y bueno!, porque dicen, a veces, que la religión es una cosa y esta situación otra, o que no podemos meter a Jesús en todo… ¡Cuan equivocados están! Jesús “es” todo, y las circunstancias de la vida son solo disfraces del pecado para tentar a cada uno donde mas débil es… - Hoy quiero nacer de nuevo, hoy quiero nacer de nuevo, Señora, por Jesús - La cruz ya pesa sobre sus espaldas, carga sobre sí los pecados del mundo ¡que pesada le resulta!... Cae, bajo el peso de la cruz y un dolor que le ciega… se levanta ¿Cuántas veces, amiga, te tiró abajo el peso de tu cruz y allí te quedaste?, gimiendo, llorando y lamentándote de que Dios te había olvidado… por ello, perdiste de tomar su mano, que la extendía desde la Eternidad para sostenerte… ¡Ay, mi buena amiga!.. Si hubiese bastado con que levantaras los ojos, en lugar de mirar solamente el lugar de tu caída… Era tan simple… es tan simple… Sigamos… la cruz deja huellas en la arena, una línea que se mezcla con las huellas de sus pies y la sangre Preciosísima….Simón de Cirene le ayuda…¿Cuántas veces tuviste la oportunidad de ser Simón de Cirene para tu hermano, para un Cristo cansado y agobiado que se escondía tras el desesperado rostro de tu hermano…? Recuerda, amiga, que hay oportunidades que pasan ante ti una sola vez, que el hermano a quien no ayudaste pasó, siguió su camino, ya no tendrás oportunidad de ayudarlo, quizás a otro, pero a ése… a ése ya no….Simón de Cirene, amiga, recuérdalo cada vez que tu hermano te mire en silencio, cada vez que el dolor le nuble el alma, no hace falta que se arrodille ante ti, ni que inicie un expediente para solicitar tu ayuda, ni que espere a que tu “tengas tiempo”, ni siquiera que juzgues si “merece o no” tu ayuda, sólo carga su cruz unos metros, solo unos metros, veras que, cuando él siga su camino, tu propia cruz será mas liviana…. - Simón de Cirene- y recordé que demasiadas veces mi hermano me miró con desesperación, pero no llenaba los “requisitos” exigidos por mi orgullo y vanidad para prestarle ayuda…siento, a esta altura, un gran dolor por mis pecados, un gran dolor… - Hija querida, mi alma también esta llena de dolor al recordar estos momentos, mas dolor del que puedo soportar… - Calla, entonces, Señora… - No, amiga, mi misión es conducirte a mi Hijo… seguiremos, si mi dolor te da luz, entonces tiene sentido… Mira, le han clavado en la cruz, estoy a su lado… habla… habla, amiga… - ¿Qué dice Jesús, Señora? ¿Que dice? - Él dice… dice… tu nombre… tu nombre y el de todos… los nombra, uno a uno, como si nombrarlos le diera la fuerza que necesita para llegar al final… luego, luego llama a Juan y a mí… “Hijo, ahí tienes a tu madre”… el resto es solo un susurro… ”Todos, todos, todos”… Él te nombró, amiga, los nombró a todos, eso los hace hermanos… hermanos… Creo que aquí las palabras están de más, recuerda desde el fondo de tu alma este momento sublime cada vez que dudes, cada vez que el orgullo te llene de todos los argumentos que tu vanidad esté dispuesta a aceptar… Te miré, tus ojos estaban llenos de lágrimas, tenías ojeras, eras ahora la Dolorosa, la Dolorosa… hubiera querido abrazarte, pero…no soy digna… tú lo notas, te me adelantas, me abrazas tú, lloramos juntas largo rato, yo, por mis pecados, tú… tú por mí, por todos… - Mira… allí pasa la Magdalena, mira su rostro, ¡está radiante!, mira la Magdalena ¿Has visto rostro mas feliz?... - ¿Qué sucede, Señora? - ¡¡¡ HA RESUCITADO!!!, por ti, por la humanidad, por los que elijan el amor y la paz como camino….- Y corrió hacia Él, que la esperaba con los brazos abiertos tras unos arbustos… y se abrazaron largo, fuerte, fuerte, sin que nadie los viera…juntos…juntos… juntos… por toda la eternidad…. Amigo que lees estas líneas, no puedo seguir escribiendo, estoy llorando… las palabras sobran ¿verdad? NOTA DE LA AUTORA: Autor: María Susana Ratero
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