Una noche al llegar a nuestra casa encontré que la persona que
me ayuda en las
labores domesticas había lavado la nevera y cambió la
posición de todas las
parrillas.
Como la nevera es pequeña, cuando quise guardar algo no pude,
me llene de rabia
y saque las parrillas con todo lo que tenían encima; poco después
se resbaló un
tarro con agua y se partió el vidrio que esta abajo en la nevera.
Me puse más furiosa de lo que ya estaba y comencé a culpar
a la muchacha por lo
ocurrido y así se lo hice saber a mi esposo, a nuestros hijos
y a mi mamá.
Le doy gracias a Dios por que yo solamente la veo los fines de semana
y no tuve
la oportunidad de decirle nada, pues al día siguiente que reflexioné
en lo que
había pasado, me di cuenta que estaba buscando culpar a alguien
por algo que
había hecho yo, que lo había hecho por estar furiosa,
porque es muy fácil decir
que otro tuvo la culpa y no yo.
Ahora trato en todo lo posible de no buscar culpables sino soluciones,
porque
casi siempre somos ciegos para ver nuestros errores y buscamos culpar
a otros de
lo que nosotros hacemos.
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