Cierta vez se corrió la voz que el diablo se retiraba
de los negocios y vendía
sus herramientas al mejor postor.
En la noche de la venta, estaban todas las herramientas dispuestas
en forma que
llamaran la atención, y por cierto eran un lote siniestro:
odio, celos,
envidia, malicia, engaño... además de todos los
implementos del mal.
Pero un tanto apartado del resto, había un instrumento
de forma inofensiva, muy
gastado, como si hubiese sido usado muchísimas veces
y cuyo precio, sin
embargo, era el más alto de todos.
Alguien le pregunto al diablo cual era el nombre de la herramienta.
"
Desaliento" fue la respuesta.
"¿Por qué su precio es tan alto?" le
preguntaron. "Porque ese instrumento"
-respondió el diablo- "me es más útil
que cualquier otro; puedo entrar en la
conciencia de un ser humano cuando todos los demás me
fallan, y una vez
adentro, por medio del desaliento, puedo hacer de esa persona
lo que se me
antoja. Esta muy gastado porque lo usó casi con todo
el mundo, y como muy pocas
personas saben que me pertenece, puedo abusar de él"…
El precio de desaliento era tan, pero tan alto que aun sigue
siendo propiedad
del diablo…
El desaliento es uno de los estados de ánimo contra
el cual es indispensable
fortalecerse. Nos desalentamos con la situación económica,
con nuestro trabajo,
con nuestra familia, con la necesidad de cambio, con los grupos
de amigos, con
el engaño, con la mentira, con el desamor...
Debemos mantenernos alertas contra el desaliento. Pero si
hay un tropezón o una
caída no hay que entregarse. Después de cada
día se empieza otra vez desde un
punto más alto.
Autor
desconocido
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