Se conocen
más de mil pecados bien definidos. Uno de ellos es el
de la Tristeza, la ausencia de color en el alma.
El prisma descompone la luz, como en el arcoiris, en siete colores
inconfundibles, pero suele ocurrir que el ojo sólo percibe
el negro o su opuesto, el blanco, la ausencia de color.
Existen señales claras de tristeza: el consumo masivo
de euforizantes; el ritual indispensable de la "happy hour"
después de la oficina, con el obsequio de un trago plus;
los rostros agobiados de los que buscan empleos o de los que
trabajan. Cada vez se pone más en evidencia el predominio
del negro y los grises en la vestimenta. Los aspirantes a ejecutivos
visten de negro, igual que sus superiores, y se desplazan petulantes
por el centro de las ciudades. Los jóvenes salen de "fiesta"
con ropas oscuras, camperas y botas; tanto hombres como mujeres,
con definida vocación draculina. Los escritores, seguidos
por multitud de admiradores de autógrafos, suelen vestir
de negro. Es muy probable que comience a venderse ropa negra
para bebés, delantales grises para las escuelas, ropa
de novia oscura para hacer juego con las sotanas. La tristeza
sienta sus reales en las telenovelas: mata que te matan. La
fiesta está en el funeral. La tristeza es "el comienzo
del fin". El que sonríe es un irresponsable. Las
tendencias hacia la tristeza son notables. Sin embargo, es un
"pecado"; esto es, "errar en el blanco, no acertar".
Uno peca, al menos etimológicamente, cuando no da donde
no tiene que dar, cuando se equivoca con la vida. Cuando traiciona
a la alegría. En una oportunidad se encontraron dos gatos,
uno triste y el otro alegre. El primero giraba continuamente
tratando en vano de agarrarse la cola. Entonces, el otro le
preguntó: ¿Qué te ocurre, qué estás
haciendo? Estoy tratando de agarrarme la cola, si la alcanzo
seré feliz, ya casi la tengo... Cansado, se detuvo un
momento y preguntó: ¿Cómo es que no persigues
tu cola?
El gato feliz sonrió: Alguna vez lo hice, cuando estaba
insatisfecho conmigo mismo. Un día descubrí que
si caminaba, me seguía, y dejé de dar vueltas
tristemente. Desde entonces me acompaña sin problemas.
Me alegro de que esté donde está. Es posible encontrar
un vaso grande de felicidad en las cosas más simples
de la vida, en el reconocimiento gratuito de nuestras propias
potencialidades de disfrute, en el reír juntos, en identificarnos
con alguno de los colores que componen el milagro de la luz.
"No tratemos de perseguir a nuestra sombra. Nos sigue cuando
no le damos importancia. La tristeza toma fuerzas cuando pecamos
en ella".
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