Estar en un Grupo Apostólico de Jóvenes fue para
mi una oportunidad
importantísima para formarme y tomar gusto por la formación
de los demás. En la
adolescencia, dos fuerzas luchan dentro de los jóvenes.
Una nos empuja a hacer
el bien (deporte, leer, aprender, ...) y la otra nos empuja
a hacer el mal
(tomar, fumar, vandalizar, ...).
La tendencia
actual es obedecer la fuerza que nos empuja a hacer el mal...
nos
sentimos "bien" cuando somos "malos". Nuestros
"amigos" nos reconocen rebeldes.
Nos sentimos temidos y nos gusta.
Este grupo
apostólico fue para mi una oportunidad y un incentivo
de hacerle caso
a la otra fuerza, de enfocar mis energías en crecer,
aprender y hacer deporte.
Lo logré. Me sentí bien. Me sentí reconocido
y respetado por haber tomado esa
decisión. Nunca sentí la necesidad de ser de los
"malos" para sentirme bien.
Tampoco sentí lástima por ellos.
Ahora, algunos
años después, me doy cuenta de todo lo que gané
gracias a este
grupo. Disciplina, liderazgo, criterio, trato con la gente,
creatividad,
desenvolvimiento y espiritualidad. ¿Tendría todo
esto ahora si le hubiera hecho
caso a la otra fuerza? Juzga tú...
Vale la
pena, pues, buscar un grupo apostólico de formación.
|