LA JOYA QUE PERDIÓ EL ÁRABE
Se cuenta que, cruzando el desierto, un viajero vio a un nómada sentado
al
pie de una palmera.
A poca distancia descansaban sus caballos, pesadamente cargados con
objetos de valor.
El viajero se le acercó y le preguntó:
?¿Puedo ayudarle en algo? Me parece verlo muy preocupado.
?Tiene razón ?respondió el árabe?.
Estoy muy afligido porque acabo de perder la más preciosa de las joyas.
Extrañado, el viajero preguntó:
?¿Y qué joya era esa?
?Era una joya como no volverá a hacerse otra.
Estaba tallada en un pedazo de piedra de la vida, y había sido hecha en
el
taller del tiempo.
La adornaban veinticuatro brillantes, alrededor de los cuales se agrupaban
sesenta joyas más pequeñas.
Prenda igual no podrá producirse jamás.
?Su joya debió haber sido preciosa ?repuso el viajero?.
¿Pero no cree que con suficiente dinero se puede fabricar otra igual?
?¡Imposible! ?exclamó el árabe?,
porque la joya perdida era un día, y un día que se pierde no vuelve
a
recuperarse jamás.
Moisés, el legislador de Israel, le pide a Dios:
¨Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro
corazón adquiera
sabiduría¨ (Salmo 90:12).
Hay tres días en la vida de todo ser humano: ayer, hoy y mañana.
El día de ayer no lo volveremos a vivir jamás.
Una vez que se cumplan las veinticuatro horas del día, cae para siempre
en
el pasado irrecuperable.
El día de mañana no nos pertenece.
El futuro pertenece al autor del tiempo y de la vida.
Desperdiciar el día de hoy sólo porque habrá un mañana
es no reconocer que
ese mañana no es nuestro.
El único día que es nuestro es hoy.
Hoy es el día que podemos aprovechar para construir un mañana feliz,
o
desperdiciar y así echar a perder nuestro futuro.
El hoy se nos ha sido dado con dos propósitos:
prepararnos un buen mañana aquí en esta tierra, y preparar nuestra
alma
para toda la eternidad.
Si queremos disfrutar de un buen fruto mañana, tenemos que sembrar buena
semilla hoy.
Y para nuestra alma, como dice la Biblia:
¨Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón¨ (Hebreos
3:7,8).
Este es el día más importante de nuestra vida.
Tal como el nómada de Arabia, reconozcamos el valor de este día,
que es
nuestro.
Con Cristo, tendremos quien nos enseñe cómo aprovecharlo para vida
eterna.
Cuidemos esta joya así como cuidamos nuestra propia alma.
"¡que tengas un hermoso día!"
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