Los caminos del Señor

 

Tener la seguridad de que los caminos del Señor no son los nuestros, pero si que son los mejores, es una afirmación y una gracia de Dios poder aceptarla. Es confiar abnegadamente en su infinita providencia, pues humanamente hablando, en el momento de dificultad es probable que preguntemos: ¿por qué?, pero si nos
preguntamos: ¿para qué?, entonces cambia la respuesta. Todo lleva un recorrido, en el que renacer a una vida interior nueva, dejando de lado convicciones que no nos ayudan a crecer, cambiándolas por principios que nos fortalecen, sin duda que en este camino nuevo aparecerá el Señor, sanará nuestras heridas, nos subirá sobre sus hombros y nos llevará a una vida más plena.

El secreto está en que nos entreguemos a Él como un niño en los brazos de su madre. Y hablando de la madre, no tengamos duda de que María, que en su infinita bondad se entregó a los designios de Dios para que nuestro Salvador llegara a este mundo y redimiera nuestros pecados, será nuestra compañera de camino.

Yo un día de mucho dolor en mi vida me pregunté, sin conocer a Dios, ¿para que, Señor, este momento? y desde hace doce años no me separo de su lado.

Autor Desconocido


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