La gente que ama mucho sonrie facilmente, porque la sonrisa
es, ante todo,
una gran fidelidad a si mismo. Y atencion porque se habla de
sonrisa y no
de
risa. "Mayor felicidad hay en dar que en recibir"
(Hch 20, 35).
Esos a quienes llamamos santos lograron la nota mas alta en
su vida porque
se dedicaron a servir.
Porque se entregaron sin limites a sus hermanos. La alegria
del cristiano
es
una alegria verdadera, profunda que esta llamada a ser sal de
la tierra. No
puede quedarse oculta. Siendo lo que es, debe
calar y debe motivarnos a transmitirla, a darla a conocer a
los demas. Esta
felicidad se halla en el encuentro personal con Cristo. Si,
antes de salir
a
predicar, los santos se encontraron con Jesus. Por ello, tan
solo les
bastaba una sonrisa para trasmitir a Dios, lo irradiaban, estaban
rebosantes
de El.
Cuentan que un dia, san Francisco de Asis le pidio a uno de
los frailes
cofundadores que se preparara para salir a predicar con el.
Salieron y
estuvieron caminando y dando vueltas por todo Asis, durante
una hora y
media. En un cierto momento, el fraile que lo acompanaba le
pregunto a san
Francisco: "Padre Francisco, usted me dijo que saldriamos
a predicar. Hasta
ahora, solo hemos caminado y recorrido todo el pueblo".
San Francisco le
respondio: "Hermano, llevamos una hora y media de predicacion.
No hay mejor
predicacion que la sonrisa y el testimonio de una vida autenticamente
cristiana".
Ojala que tambien nosotros prediquemos el mensaje de la felicidad,
de la
sonrisa, de la plenitud cristiana. Que seamos sal y luz para
nuestros
familiares y amigos. Quien verdaderamente se ha encontrado con
Jesus no
puede callar, no puede encerrarse en si mismo, debe compartirlo
con todo el
mundo.
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