Algún
día, cuando mis hijos sean suficientemente grandes para
entender la
lógica
que motiva a las madres, les diré:
Te ame lo
suficiente, como para preguntarte a dónde ibas, con quién,
y a
qué
hora regresarías a la casa.
Te ame lo
suficiente, como para insistir en que ahorraras dinero para
comprarte
una bicicleta aunque nosotros tus padres pudiéramos comprarte
una.
Te ame lo
suficiente, como para callarme y dejarte descubrir que tu nuevo
y
mejor amigo era un patán.
Te ame lo
suficiente, como para fastidiarte y estar encima de tí,
durante
dos
horas, mientras arreglabas tu cuarto, un trabajo que me hubiese
tomado a mí
sólo
15 minutos.
Te ame lo
suficiente, como para dejarte ver mi ira, desilusión
y lágrimas
en mis
ojos. Los hijos también deben entender que no somos perfectas.
Te ame lo
suficiente, como para dejar que asumieras la responsabilidad
de
tus
acciones, aunque los castigos eran tan duros que rompían
mi corazón.
Pero sobre
todo, te ame lo suficiente, como para decirte que "NO"
cuando
sabía
que me ibas a odiar por ello.
Esas fueron
las batallas más difíciles para mí.
Pero estoy
contenta por haberlas ganado porque, al final, también
las
ganaste
tú.
Y algún
día, cuando tus hijos sean suficientemente grandes para
entender la
lógica que motiva a los padres, tu les dirás:
"Te amé lo suficiente, como
para
hacer todo lo que hice por tí".
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