(500 -1500)
Los celtas habitaron el norte de Europa hace 5000 años y construyeron el famoso monumento megalítico de Stonehenge. Julio César ya había luchado contra ellos durante su conquista de la Galia y, con el tiempo, los romanos les arrebataron también sus dominios británicos e ibéricos. A finales del Antiguo Imperio Romano, los celtas tan sólo ocupaban partes del noroeste de Francia, Irlanda, Gales y algunas zonas de Escocia. Durante el transcurso de la Edad Media, reforzaron su control de Escocia e hicieron varios intentos de ampliar su territorio en Inglaterra.
Los irlandeses siguieron siendo pequeños grupos durante la alta Edad Media. Hacia el 800, las cuatro provincias de Leinster, Ulster, Connaught y Munster habían alcanzado el poder bajo "reyes de elevado rango". Las incursiones vikingas comenzaron en el 795 como anticipación a los asentamientos vikingos de mediados del siglo IX, siendo el más importante de éstos el de Dublín. Brian Boru se convirtió en el primer rey de elevado rango de toda Irlanda en torno al año 1000. Los irlandeses derrotaron en Clontarf a los daneses de Dublín en el año 1014, aunque Brian Boru fue asesinado.
Un pueblo irlandés llamado los scotti invadió el territorio sur de la actual Escocia en los inicios de la Edad Media, asentándose permanentemente y dando su nombre a la zona. Los scotti hicieron retroceder y absorbieron a los pictos, nativos que habían hostigado a los romanos hacia el sur. El reino de Escocia tomó su actual forma durante el siglo XI, pero atrajo la intromisión inglesa. Los escoceses respondieron con la "vieja alianza" con Francia, que constituiría la base de su diplomacia durante siglos. Pero en 1296, Eduardo I de Inglaterra, el Zanquilargo, o "Martillo de los Escoceses", se anexionó Escocia.
William Wallace (Braveheart) lideró una revuelta en Escocia y consiguió la independencia en la batalla de Stirling Bridge, en 1297. Derrotado al año siguiente en Falkirk, Wallace lideró una guerrilla hasta que fue traicionado, apresado y ejecutado en 1305. Roberto el Bruce se autocoronó rey de Escocia tras asesinar a su principal oponente y echó a los ingleses al ganar la batalla de Bannockburn en 1314. Eduardo III de Inglaterra reconoció la independencia de Escocia en 1328, pero la guerra entre escoceses e ingleses continuó durante varios siglos. En el año 1603, mucho después de que la Edad Media hubiera tocado a su fin, las coronas de ambos países se unificaron.
Ningún príncipe de Gales se mostró lo suficientemente fuerte para unificar el país. A finales del siglo XIII, Eduardo I se hizo cargo del gobierno de Gwynedd, uno de los más fuertes principados de Gales. Procedió a construir allí cinco enormes castillos que, efectivamente, situaron al país bajo el mandato inglés.