Los Sarracenos 

(del 613 en adelante)


El término sarraceno denominaba en su origen a los pueblos nómadas del desierto que ocupaban el área que se extiende desde la actual Siria hasta Arabia Saudí. En su uso más amplio, el término se aplicó a todos los árabes de la Edad Media. Estos nómadas del desierto surgieron repentinamente en el siglo VII y, en el plazo de un siglo y medio, crearon un imperio de grandes proporciones. Su elevada moral y su fe impulsaban su afán de conquista. Siguiendo las enseñanzas del profeta Mahoma, se propusieron cambiar el panorama religioso y político de todo el planeta. 

Hacia el 613, el profeta Mahoma predicaba una nueva religión que llamó Islam. Mayormente ignorado en su ciudad natal, La Meca, se marchó a Medina recabando un fuerte número de adeptos con lo que regresó para atacar y conquistar La Meca. Tras su muerte en el 632, sus enseñanzas fueron recopiladas en el Corán, el libro santo del Islam. Sus seguidores comenzaron una guerra santa (Jihad) en el 634. En cinco años habían invadido Egipto, Palestina y Siria. Su tolerancia frente a judíos y cristianos facilitó sus conquistas, ya que estos habían sido perseguidos por los bizantinos. 

Durante los 60 años posteriores, el norte de África por el oeste y Persia por el este cayeron en poder del Islam. A principios del siglo VIII, los sarracenos de Tánger invadieron la Península Ibérica y conquistaron el reino visigodo establecido allí tras la caída de Roma. En oriente, los sarracenos arrebataron Asia Menor a los bizantinos e intentaron tomar Constantinopla con un ataque combinado desde tierra y mar. Pero las altas murallas de la ciudad frustraron el ataque por tierra y la flota sarracena también fue derrotada. En occidente, los francos dirigidos por Carlos Martel detuvieron en el 732 en Poitiers una invasión que tenía como objetivo la actual Francia. 

Frustradas en el oeste, las fuerzas del Islam se volvieron hacia el este. En el 750 habían conquistado hasta el río Indo, y por el norte atravesaron la India en dirección a Asia Central hasta los límites de China. 

En el 656, la guerra civil estalló en el mundo musulmán enfrentando a dos facciones: los sunitas y los chiítas. Sus divergencias incluían, entre otras, distintas interpretaciones del Corán y de quien debía ser proclamado califa. Como resultado de esta guerra de 60 años, el estado islámico se dividió en sectores, algunos gobernados por los sunitas (Península Ibérica) y otros por los chiítas (Egipto y el actual Irak). Los nuevos estados islámicos actuaron independientemente desde entonces. 

Durante los inicios de la Edad Media, la España musulmana se convirtió en uno de los grandes estados de Europa. Musulmanes, judíos y cristianos convivían con relativa armonía y una rica cultura surgió de esta múltiple influencia. Florecieron las artes, la arquitectura y el saber. Sin embargo, hacia el año 1000 la España musulmana se hallaba dividida en facciones guerreras. Esta guerra civil facilitó la lenta reconquista de la península (La Reconquista) por parte de los estados emergentes de Castilla y Aragón, completada finalmente en el año 1492.

A principios del siglo XI, los musulmanes turcos conquistaron Asia Menor y el Oriente Medio. En respuesta a una llamada de auxilio de los bizantinos, se emprendieron una serie de Cruzadas desde Europa para recuperar Palestina del dominio turco. Los estados independientes musulmanes de la zona perdieron Palestina y la costa oriental mediterránea en la Primera Cruzada. A finales del siglo XII, el gran líder sarraceno Saladino consiguió con éxito unificar Egipto, Siria y varios estados menores, así como recuperar Jerusalén. 

Los estados musulmanes mantuvieron su independencia durante mucho tiempo después de acabar la Edad Media, y finalmente se consolidaron, convirtiéndose en las actuales naciones árabes de Oriente Medio y el Norte de África. Sin embargo, declinaron económicamente cuando las naciones europeas, en los siglos XV y XVI, abrieron sus propias rutas comerciales en Asia.

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