Academia
Ophir La Soberbia y el Temor El hombre es bueno, o sea bueno como las gacelas y las cebras y los leones, o sea natural, lógicamente, puesto que es creación natural. Y si vemos que cebras y antílopes y jirafas y elefantes comparten el territorio y no pelean entre ellas y mucho menos entre sí, ¿por qué el hombre iba a ser diferente con respecto a su propia especie? Pero lo es, dejó de ser bueno y natural y se transformó en un demonio contra sus hermanos y contra todo lo que respira (aunque algunos vamos sanando poco a poco, ojo), y eso no es producto de la naturaleza sino de un agente externo, un sida del alma, una enfermedad, una contaminación de algún tipo, pero obviamente a nivel espiritual. ¿Qué pasó que nos enfermamos? Pero primero imaginemos aquel tiempo, en donde hombres y animales coexistían en forma natural, cuando el hombre no era loco. Se encontraban tribus nómadas,
pueblos que no se habían visto jamás. Porque así es la naturaleza, así somos, o éramos, antes del virus. ¿No somos hijos de Dios Amor? ¿O somos hijos de Dios Maldad? Entonces sucede algo tan espantoso a nivel del mundo anterior a Egipto, que desde entonces, es como si el diablo hubiese inoculado al hombre con el siguiente virus... Antes aclaro que los virus espirituales suelen ser mentiras que el alma acepta como verdades, y también eso está dicho en la Biblia: el diablo engañó... a Eva. Pues a raíz de aquello, el diablo logró inocular al hombre con el siguiente virus-mentira: "Temerás al desconocido" Lo cual es una "clave" ( base de una estructura ideológica o espiritual), casi tan poderosa como la "clave" el Amor es Dios, porque de ella derivan los siguientes "mandamientos": Te protegerás, te armarás, te harás poderoso, te harás de temer, para que seas más fuerte que el desconocido y éste no te mate a ti ni a los tuyos sino más bien tú lo mates o lo sometas a él. Mientras más poderoso en lo militar o material seas, más protegido estarás frente a tu enemigo, digo el desconocido, el otro, ese que no es de tu pueblo ni de tu creencia ni de tus costumbres. Por eso haz que tu poder sea visible, procura que todos te teman para que los domines y no te maten. Respetarás al desconocido poderoso, mientras le estudias para ver por donde doblegarlo. Despreciarás al débil y honorarás al poderoso (mientras lo sea). No tendrás consideración con el desconocido porque él tampoco la tendrá contigo. Puedes sentirte orgulloso al doblegar a tu desconocido porque debes ser poderoso y sin debilidades, debes ser fuerte, de temer, porque así estarás más protegido, porque si te temen no te atacarán. Competirás con él y tratarás de ganarle en todo, sin importarte los medios, porque tú no eres un blandengue sino un poderoso. No te mezcles con desconocidos débiles porque se pueden transformar en tu enemigo, no dejes que tus hijos se metan con ellos, sé altivo frente a ellos porque tú eres de una condición superior. Hazles saber que tú perteneces a un pueblo fuerte y ellos a un pueblo débil, y por lo tanto que se anden con respeto, que se dobleguen ante ti. ¡Y CUIDA EL SEXO Y LA SEXUALIDAD PARA QUE NO TE MEZCLES CON LOS DÉBILES Y NO PIERDAS PODER DEBIDO A QUE BASTARDOS DÉBILES HEREDAN LO TUYO Y TUS DOMINIOS PASAN A PODER DEL DÉBIL! Y desde entonces, lo que era sencillo como beber agua, se transformó en el mayor de los horrores para el ser humano... Busque usted otra explicación a tanta represión a la sexualidad... Represión que los pueblos aborígenes no contaminados con el virus, no padecieron ni padecen... Y ellos tan felices, sin importarles demasiado quién es el padre de un niño del clan, porque es un hijo de todos, porque así es el ser humano cuando no está enfermo, cuando el prójimo no es un enemigo potencial. ¡Y CERO PERVERSIONES ESA GENTE! Cosas de salvajes... No como nosotros, que somos tan perfectos, tan "puros" con respecto al sexo, que no podemos dejar ir solos a nuestros hijos a ninguna parte, NI A MISA... ¿Cuál es la relación entre soberbia y temor?... Y desde entonces cuando se encuentran dos pueblos por ahí... ¡CUIDADO, HUMANOS! En lugar de: Algo nos engañó. Y como lo que uno cree se vuelve realidad... ¡A CAMBIAR NUESTRAS CREENCIAS, EL HOMBRE ES BUENO! Enrique Barrios |