Directo a tierras lejanas


Hoy vi la luna. Nada especial si es que la he visto durante tantos años. Sólo que la luna de hoy era distinta. Se podría decir que era igual a la luna de abril. Exactamente la misma.

Y recordé tantas cosas. Recordé la época en la que vi una luna semejante; recordé el aire que se respiraba esa noche; me vino a la memoria aquel paseo nocturno acompañado por el ruido del agua. Casi hasta recordé la voz del cantante español que se escuchaba a lo lejos.

Pero eso no es lo más importante que recordé. Lo más importante es que recordé los momentos chidísimos que pasé con un amigo increíble, alguien que con una sonrisa me demostraba que no había broncas en la vida y que todo estaba bien.

Recordé esa sonrisa que me devolvió la calma a la vida. Una vida que yo consideraba perdida; un punto sin retorno de la apatía, la desesperación y la agonía. El punto más profundo del abismo. Y después esa sonrisa. Y de pronto de vuelta a la vida.

Y ahora recuerdo tan claramente esa compañia. Es ahora él quien necesita ser traído de vuelta. Quizá aún no toca fondo, pero no quiero que llegue a sentir ese sufrimiento. Un alma tan hermosa no debería sufrir amarguras. Un corazón tan lindo debe ser siempre lleno de alegría.

Nadie dijo que la vida de adultos era sencilla. Pero a fin de cuentas, si la vida fuera sencilla, qué caso tendría vivirla?

No importa que estemos a miles de kilómetros de distancia; quizá físicamente estemos muy, muy lejos, pero aquí, en el recuerdo, el corazón y los sentimientos estamos juntos y como amigos que somos, yo te mando todo el apoyo que tengo, todo mi espíritu esta contigo.

Nadie que tenga esa sonrisa puede permitirse ser derrotado por las nimiedades de la vida.

Mi corazón, mi espíritu, mi ánimo y todo mi amor van directamente hasta allá, a ti, a darte el ánimo que necesitas. Ojalá estuvieras aquí. Ojalá yo no estuviera aquí.



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