CRITICA SOBRE EL CONCIERTO DE NITO EN EL CENTRO CULTURAL JAPONES EL VIERNES 31 DE MAYO DE 1996 Publicada el domingo 2 de Junio de 1996 en el diario El Comercio


Grande Nito!

Quizás porque... fue un show hermoso

"¿No has escuchado Sui Generis?", retumbó la voz de Ximena taladrándome las neuronas. Tan contundente fue su expresión que sentí que realmente me faltaba algo esencial, que había estado extraviado durante mucho tiempo... Me sentí inválido, tonto. Pronto con ella descubriría ese mar de canciones al que uno se suelta a la deriva, mecido de ternura, libre en la marea de las primeras emociones.

Las canciones de Sui Generis siempre fueron así, de esas que atacan directamente el nervio flotante del alma, y si te agarran adolescente, justo en el momento en que van quedando atrás los juegos de carreras y empieza el reconocimiento de nuestra inmadura psicología, dejan una huella indeleble. Son precisamente esas canciones tiernas, tristísimas, las que nos trajo Nito Mestre al Centro Cultural Peruano-Japonés.

La platea abarrotada no pudo evitar corear las canciones desde el saque, con "Canción para mi muerte", luego con igual efecto "Quizás por qué", "Aprendizaje", "Casandra", etc... que fueron tendiendo el camino, para terminar cantando de pie las tres últimas canciones, pidiéndole a Mestre que no se vaya porque pocas veces podemos ser partícipes de un espéctaculo sano, porque cada mañana -sin estímulos como estos- nos olvidamos de que también somos humanos y sabemos sentir, sabemos amar, sabemos llorar.

Cierto, el crédito no es solo de Nito. En la creación de esas canciones también participaron Charly García y León Gieco, pero tuvimos el privilegio de oírlas en la voz original, una voz amiga, profiriendo con verdad temas que llenan de coraje al más desvalido y abrigan al más duro. Esta vez tenía al lado a dos jóvenes músicos, muy tranquilos, como respirando las canciones y sin ocultar el respeto y admiración por su mentor.

Apenas tres canciones "nuevas" -en realidad no reconocibles, ya que Nito hace mucho no es editado en Lima- se confundieron con el repertorio clásico. "Los Momentos", tema en el que los arreglos no ván mucho más allá de lo esencial y en el que la flauta traversa toma el rol protagónico, aferrándose con encanto al sentimiento de un ídolo cuarentón en zapatillas, luego "El Cordón de la Razón" y la otra, "Te Recuerdo Amanda", que Mestre editar ya hace un tiempo en CD.

Que más pedir. Allí sonaron "Confesines de Invierno", "Fabricante de Mentiras", "Necesito", "Mariel y el Capitán", "Bienvenidos al Tran" (estas tres últimas fuera de repertorio), todos himnos -a juzgar por la concurrencia- transmitidos con igual sentimiento de generación a generación.

Nito se despidió. "Oeoeoeoe...no-se-va-no-se-va, Nito no-se-va" (todos de pie). Volvió a salir con "Raguña las Piedras", regaló otra vez "Canción para mi Muerte". Se volvió a ir. Gran ovación. Otra vez a cantar y aplaudir con "El Fantasma de Canterville" y a pesar de que cuando acabó todos nos quedamos coreando su nombre, no volvió a salir. Pero no importa, fue suficiente. Porque quien acudió a este concierto se fué con la sensación de que, al menos por un momento, había sido hermoso.

Mario Sifuentes


Comentarios: Pavel Valencia

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Última revisión: 4/10/96 1