Cuentos

 

Un mundo ideal

 

Su caminar era tranquilo y constante sobre un paisaje rocoso que ningún ojo humano había visto.

La presión era de 88 atmósferas, su cuerpo metálico estaba especialmente tratado para resistir lluvias de ácido sulfúrico y ríos de azufre fundido. La presión no era problema; lo habían diseñado precisamente para ella.

La delicada electrónica había sido creada para resistir temperaturas de hasta 472°C. Era irónico que tuviera que irradiar calor al exterior para mantener una parte de sí un poco más fresca que lo demás.

El porcentaje de bióxido de carbono atmosférico era del 94%; demasiado todavía, y por mucho tiempo así sería.

Detectó que la depresión del terreno al frente era de -1,340 m, estaba a orillas de un profundo desfiladero y, sin pensarlo mucho, saltó; el tiempo estimado para tocar fondo era de 3 minutos, con una gravedad un poco menor que la terrestre y una atmósfera mucho más densa, era posible realizar una especie de vuelo controlado con sólo unos estabilizadores . Por un momento se dio el lujo de sentir la fascinación de volar; después de todo seguía siendo humano.

Ya podía divisar en el fondo su objetivo: otro robot casi idéntico a él. La radiactividad debió interferir con la señal, pero él no caería en la misma trampa. Lanzó a la pared de la montaña un repetidor láser inmune a las radiaciones. Las inteligencias artificiales eran buenas para tareas rutinarias de exploración, pero eran lentas y poco creativas. No se podía confiar en ellas para cosas críticas, y por eso él estaba ahí.

-Robot B-225 encontrado. Daño ligero por impacto.

Y no cualquiera podía estar en Venus; de hecho era el único hombre que reunía todas las cualidades para estar, y no exactamente en su superficie. En la Tierra él era un vegetal humano, resultado de una enfermedad degenerativa. La ciencia que no podía curar su cuerpo humano, sí podía darle un cuerpo metálico por medio de una interfaz directa entre su cerebro y la máquina.

-Reinicializando.

Enviar seres humanos a una misión de exploración interplanetaria con todas sus necesidades y limitantes hubiera costado 100 veces más que una misión robotizada, y aun así se podía dar el caso que necesitaran la compañía de alguien más. Por eso su cuerpo humano orbitaba Venus desde hacía dos años terrestres.

- Estableciendo nueva conexión.

Y con él había 250 robots que sistemáticamente exploraban todo el planeta. Él podía entrar en cualquiera de ellos en cualquier momento, vía satélite y realmente no estaba solo.

- Reactivación completada.

No fue sino hasta hace poco que llegó el segundo integrante de la misión, alguién que como él tenía todas las cualidades necesarias...

- ¡Hola extraña!

Inexperta en el manejo de los robots, había entrado en zona de interferencia sin protección, y por ello él había tenido que ir a buscar el robot. Sus cuerpos humanos en órbita eran frágiles, ciegos, ajenos a toda sensación externa; pero, como robots podían correr más rápido, saltar más alto, ver y sentir más y mejor que cualquier ser humano. Ambos fueron enviados con la misión de explorar el planeta e iniciar los primeros pasos para convertirlo en un lugar más acogedor para la humanidad. Y, si bien un ser humano no sobreviviría más de un minuto en ese lugar casi igual al infierno, para ellos era un mundo perfecto.

-¡Hola, extraño!

Y así sería por décadas: todo un mundo para ellos dos. Todos los días había algo nuevo por explorar, cosas por descubrir, más cosas de las que podían ver en toda su vida. Y, aunque los robots no tienen expresión, por un momento casi hubiera jurado ver cómo se formaba una sonrisa en el rostro de ambos.

 

 

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