- (Mi cabeza... mi vida... la tengo toda revuelta) Se
queja en su cabeza Reubén, al
levantarse.
Inmediatamente se quita los zapatos. Trata de alcanzar el teléfono, y entonces se dá cuenta. Su cuarto no es el mismo. Sí es el suyo, le es familiar y correcto, pero no es el de antes. No tiene el teléfono en su cuarto. Al tratar de recordar el número de Fernando no lo logra. Es más, recuerda que ni siquiera hay líneas telefónicas por donde vive Fernando.
- (¡Ah! ¡Ahora me dejan en otra dimensión o algo así!)
El resto del día se la pasa tratando de distinguir lo que se supone que era, de lo que se supone que es. Y hay aún otra cosa más preocupante. Recuerda cosas que no pertenecen a ninguna de las dos realidades.
La mañana siguiente es básicamente la misma rutina de siempre. Al llegar a la Escuela Secundaria, Reubén no se sorprende tanto, porque recuerda que así es como se ve aquí. Totalmente diferente. Lo que sí le preocupa es quién está en la entrada.
- "¡Un prefecto!" grita
en su cara "digo, un prefecto nuevo"
corrige para no parecer raro.
- "Así es, joven desconocido que nunca
antes había visto en mi vida. Y por hacer alboroto, usted
se me queda aquí"
señala al suelo firmemente.
- "¡Chin! ¿Cómo les irá
a los que no traen uniforme?"
- "Te estoy oyendo..."
Poco después llegó Fernando.
- "¡¿Qué es esto!?" apunta
con el índice al prefecto.
- "¡Otro desastroso! ¡Justo lo que
me faltaba!" se queja.
- "Ellos dos se juntan" comenta
Carina, que casualmente andaba de metiche.
- "A usted señorita, le comunico que se
puede retirar a su salon, mientras que usted, señor, se
queda aquí."
Termina de entrar todo el alumnado y entonces, el nuevo prefecto se voltea a ver a los infractores.
- "Soy nuevo aquí. No sé si en esta
escuela haya alguien que constantemente cause problemas, y
como ustedes fueron los que
actuaron más 'fuera de la norma', los detuve. No les voy a poner
reporte ni nada, si prometen
portarse bien y no hacer escenitas" les
promete.
- "¡Fiu! ¡Salvado! ¡Pensé
que sí nos iba a poner reporte!" se
alegra Reubén.
- "Ya ves que no. Apúrense para que lleguen
a sus clases."
Se encaminan y entonces se dan un vistazo el uno al otro.
- "¿Y esa facha?
A poco así estabas antes?" le
pregunta Reubén.
- "¡Así me siento más a gusto, jomi!"
responde Fernando.
- "¿¡Y ese lenguaje?! ¡Qué
cholomostro me saliste!"
- "¡Hey! ¡Hey! ¿Qué
a poco así nos llevamos?"
- "No te creas, es pura cura."
- "Lo sarra es que ahora estoy un año
más atrás que tú."
- "Y con aquel zonzo del Alfonso. ¡Lástima!
Por burro..."
- "Síguele, síguele..."
- "No aguantas nada."
Entran a sus respectivos salones. Liní está recostada en la paleta de su mesabanco, llorando porque le duele la cabeza. Adrián aparta a Reubén y le amenaza.
- "No sabemos cómo le hiciste para lograr
esto, pero te juro que vamos a hallar la manera de
deshacerlo, y entonces..."
- "¿Y entonces, qué? ¡Oh!
¡Dios! Siento que una descarga de energía se acumula en mi
cuerpo
para aterrizar sobre tu patética
cabeza" dramatiza Reubén, con
muñeca en la frente y
todo.
Entonces, Adrián se aleja.
- (Ja, ja, ja. Sea lo que sea que ellos crean, me conviene) sonríe Reubén.
El salón tiene pocos momentos de paz...
- "Es el día dos, compañeros alumnos,
¡el día dos!" grita Fuly.
- "¡Fuly! ¡Fuly! ¿El día
dos de qué?" pregunta Reubén
alzando la mano.
- "¿De qué ha de ser? ¡De
que no aparece El Grupo! Bueno, sería día tres si cuentas
el día del
concierto... es más,
si no aparecen pronto, yo solita los voy a ir a buscar."
- "¡Ay, Fuly! Te vas a meter en puros problemas"
le advierte Hermelinda.
- "Todo sea por El Grupo."
- "Además, hay otra cosa más grave:
El dinero. Nadie sabe a quién reclamarle lo que pagó, todo
lo que recabaron para el Concierto
se desvaneció" informa Carina.
- "Sí, uno de mis amigos de la Profesional
pagó por verlos y ahora se quedo como novia de
rancho: Vestido y alborotado"
cuenta, o más bien presume, Carmen.
- "Tú y tus amigos de la profesional"
se queja Reubén.
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