LA BIBLIOTECA


Esta sección mostrará una selección de libros
Por lo cual ,pasado un periodo de tiempo esta sección será modificada.







BAZAR DE LOS LIBROS


"La adicción a la lectura, igual que cualquier otra, no es innata.
Si no prende en la primera edad, no prende nunca."


Antonio Gala


Entre Visillos, Carmen Martín Gaite
Ña y Bel , Gustavo Martín Garzo
Breve historia de la Inmortalidad , Antonio Álamo





ENTRE VISILLOS

Entre visillos, premio Nadal 1957,narra la vida en una cuidad de provincias llena de rutina, conservadurismo e hipocresía. A través de la charla aparentemene banal de un grupo de muchachas,conocemos sus ocupaciones cotidianas,sus angustias,la insalvable tristeza que asoma tras el aburrimiento y la falta de imaginación.La presencia de Pablo Klein, llegado a la ciudad para ocuparse de la clase de alemán del instituto,es el pretexto narrativo que centra la mayor parte de los sucesos.Pablo, persona reservada y observadora, honesta y poco convencional, choca con el ambiente plano y conformista. Con recursos estilísticos bien cuidados y en un enfoque y realista, Carmen Martín Gaite con una exquisitez infinita nos da este retazo de vida española pintando con las tintas de la desilusión, los imposibles y las aceptaciones de una juventud condenada a ver pasar la vida entre visillos.


Carmen Martín Gaite


Nació en 1925 en Salamanca, en cuya Universidad se licenció en Filosofía y Letras.Posteriormente se doctoró en la Universidad de Madrid.Su novela corta "El balneario" obtuvo en 1954 el premio Café Gijón. "Entre Visillos" premio Nadal 1957,supuso su consagración definitiva. Además de ensayos,críticas y estudios históricos ha publicado los siguientes libros de narrativa:"Las ataduras", "Ritmo lento", "Retahilas", "Fragmentos de interior" y "El cuarto de atrás" (premio nacional de literatura 1978).En 1988 se le concebió el Premio Príncipe de Asturias de las letras.


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"Ayer vino Gertru . No la veía desde antes del verano . Salimos a dar un paseo . Me dijo que no creyera que porque ahora está tan contenta ya no se acuerda de mí ; que estaba deseando poder tener un día para contarme cosas . Fuimos por la chopera del río paralela a la carretera de Madrid . Yo me acordaba del verano pasado , cuando veníamos a buscar bichos para la colección con nuestros frasquitos de boca ancha llenos de serrín empapado de gasolina . Dice que ella este curso por fin no se matricula , porque Ángel no le gusta el ambiente del instituto. Yo le pregunté que por qué , y es que ella por lo visto le ha contado lo de Fonsi , aquella chica de quinto que tuvo un hijo el año pasado . En nuestras casas no lo habíamos dicho ; no sé porque se lo ha tenido que contar a él . Me enseñó una polvera que le ha regalado , peuqeñita , de oro. -Fíjate que ilusión. ¿Sabes lo que me dijo al darmela? Que la tenía guardada su madre para cuando tuviera la primera novia formal . Ya ves tú ; ya le ha hablado de mí a su madre.

Que si no me parecia maravilloso. Me obligaba a mirarla , cogiéndome del brazo con sus gestos impulsivos . Se había pintado un poco los ojos y a mí me parecía que se iba a avergonzar de que se lo notase(...)






Ña y Bel


Alguien, casi irreal, se cuela por la ventana de la vivienda-un piso alto, en una gran ciudad - que comparten dos mujeres jóvenes: Ña(menudita , de ojazos pensativos) y Bel( esbelta, de nariz afilada). Ese intruso, que es quien nos pone aquí al corriente de todos los secretos domésticos que va desentrañando, trastorna, poco a poco, la vida rutinaria de las dos muchachas. Y él mismo, dotado de poderes impropios de este mundo sufrirá, a su vez, el contagio de las pasiones humanas.Se crea de esta forma un trío amoroso, musical, y los cambiantes movimientos del convivir hacen del piso de Ña y Bel una casa encantada. Es decir, un lugar donde habitan la armonía y el caos,los celos y el placer, la fascinación y el rechazo, el silencio y el canto, la tristeza absoluta y la alegría a raudales. Materiales para componer una novela inolvidable, que nos habla del amor como extrañeza y reconocimiento. Con complicidades sutiles, a fin de dibujar un recorrido nítido y concreto del Cantar de los cantares, pasando por Franz Kafka e Isak Dinesen.


Gustavo Martín Garzo


Nace en Valladolid el 13 de febrero de 1948. Miembro fundacional de dos revistas literarias (Un ángel más y El signo del gorrión) colabora, asimismo, con críticas y artículos en diversos medios periodísticos. Afincado en la tradición de una escritura que concibe el arte de contar como invitación al festín-abundancia y alboroz, a aratos empañados por el vaho de melancólicas congojas-
Cree con Isak Dinesen en el valor dela historia, y en la presencia ineludible del mal. ama a los artistas pobres, a las mujeres, que por otra parte le dan pánico a los niños, y piensa que la apuesta del arte es la de Noé construyendo su Arca, historia que entiende como una obstinada defensa del amor terreno frente al dominio de la verdad.
Si tuviera que elegir entre todos los escritores del mundo no dudaría en nombrar a Franz Kafka y a Emily Dickinson


Fragmentos


Nuestra vida no se parece ala de los humanos. Nio levantamos cuidades, no construimos casas ni formamos agrupaciones estables. En rigor, carecemos de proyectos comunes. Y, al no regirse por principio alguno, nuestras conductas nada saben de marcarse una meta definida, un horizonte claro....

Me puse a estudiar a los humanos. sobre todo, durante la snoches, que es cuando, al observar sus movimiento, ejercían sobre mí una atracción irresisteible....

Ña y Bel vivían en una de aquellas casas. Yo estaba en el tejado más próximo y vi cómo su luz se encendía...

Una de las tardes que sucedieron a nuestra excursión al río, hice un hallazgo que habría de reportarme grandes momentos de inesperada felicidad. Sonó el teléfono, y Bel salió desnuda de uno de los cuartos, dejando tras de sí un rastro de humedad, como si su cuerpo tuviera un líquido centelleante que se hubiera derramado al correr.Me asomé a ese cuarto. Vi la bañera rebosante de agua y como es lógico, cuando Bel volvió a meterse yo la esperaba dentro.Eran momentos delicioso y he de añadir que ella no debía de pensar de forma muy diferente...

La buscaba sin descanso en el interior del agua para cubrirla con esos roces y aprendí poco a poco, a concentrar mi fuerza en diminutas zonas corporales, a diversificar esa atención en varios sitios a la vez... Cada una de sus partes podría constituir un reino en el que quedarse a vivir para siempre. Amé sus firmes tobillos; su talón compacto y rosado que tenía la elasticidad del caucho; el tenso tendón que conducía a su pierna, en cuya parte posterior la señal de una vieja cicatriz creaba una isla de incomparable tersura. Amé la cálida concavidad de sus corvas; el inicio del vigoroso muslo; y la pujante disvisión de sus nalgas, tersas como la grupa de las ciervas, en cuyo término se alcanzaba las primeras de sus vértebras, oculta en el tembloroso almohadón de la carne como un peldaño cuya forma ocultaran los líquines. Ascendí por esa escala incomparable hasta alcanzar la extensión de su espalda; y, un poco más arriba, el paso imantado de su omoplatos, como entre dos terrazas paralelas, me condujo al descubrimiento del cuello, que era como el tronco derecho, lleno de vida y sabia, de un árbol joven. Amé la depresión de su nuca, el ondular de sus cabellos, que flotaban en el agua, creando alrededor de su cabeza un aura dorada; la subida a su frente, desde la que podía contemplarse su rostro. Se inciaba allí el descenso por esa región delantera, que era la fuente de las verdaderas delicias. Amé la línea tostada de sus cejas; el cerco leve de sus pestañas, limpio como un trazo a lápiz, el delicado pliegue de sus párpados y la esfera cristalina de us iris, que me recordaba las fábricas de vidrio de los reyes. Amé la elevación de su nariz, el descenso hasta su labio superior, siempre perlado de humedad, y la sima ardiente de su boca entreabierta. Su saliva, las encias brillantes y tersas como el fruto de los olivos; la blanca formación de sus dientes; su lengua húmeda y musculosa. El descenso por la delicada garganta, que no se podía recorrer son el temor de irla a matar, y la maravilla de sus hombros redondeados, desde los que se divisaban las cálidas dunas de sus senos, siempre coronadas de violetas. Amé las bajada a su ombligo, el campo de su vientre...


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Breve historia de la inmortalidad


En el Londres de los okupas, de las mezclas raciales, sexuales y lingüísticas, un joven español apátrida, Pablo, tan desmemoriado como indiferentente a su destino, navega entre sofisticadas drogas de diseño ante un horizonte apocalíptico. Ésta es la sincera e impúdica historia de su amor por Laure, de su amor por Marck, que aseguraban venir de un planeta lejano; ésta es la tierna y violenta historia de su odio a Laure, de su odio a Marck, que junto a él vivieron hechos memorables o insustanciales, que con él se aferraron a complicidades repentinas y pérdidas irreparables.

Novela iniciática y exaltada, cargada de erotismo y teñida al tiempo de humor y de tragedia, Breve historia de la inmortalidad se asienta en la sólida voz de Pablo: una voz distante, desenfadada y babélica- como su propia visión del mundo-, con la que propone al lector un desconcertante diálogo que no oculta su corazón entrañable.


AntonioÁlamo


Nace en Córdoba en 1964, es ya un consagrado autor dramático. Ha estrenado, entre otras cosas, las obras de teatro La oreja izquierda de Van Gogh (premio Marquñes de Brandomín 1991) y Los borrachos (Premio Tirso de Molina en 1993 y finalista del Premio Nacinal de Literatura Dramática).

Ha publicado así mismo Los gatos o los perros (1985).

Con Breve historia dela inmortalidad debuta como novelista

Capítulo Uno


ESTABA TAN SOLO QUE DECIDÍ comprarme unos peces.
Siempre he pensado que los peces deberían cantar, o al menos emitir una especie de sonido, algo suave y constante como un murmullo o un gorjeo; pero los peces que yo compré no cantaban, no eran pájaros metidos en el agua de una pecera - yo no compré eso-, eran peces, auténticos peces, y más que nadar de un lado para otro se quedaban tranquilamente suspendidos en el agua como de un hilo, y parecía que en efecto no tuvieran nada que hacer, ninguna urgencia, excepto estar ahí , y ni siquiera cantaban. Estar ahí y esperar mi gesto magnánimo: acostumbrados a la hora en que abría el primer cajón de la cómoda y sacaba su botecito de comida. Un día me senté frente a ellos con los brazos cruzados y una expresión desafiante, diciéndoles: "Teneís que cantar si es que realmente queréis vuestra comida; a partir de ahora no os queda otra alternativa que ganaros el sustento como todo el mundo,como asalariados". Así que por primera vez en mi vida me convertí en un verdadero capitalista. Esperé durante horas, al cabo de las cuales los peces persistieron en no cantar. "¿No cantáis?". Me levanté y abracé la pecera con las dos manos. Después de tirar de la cadena del váter me fui a preparar mi propia cena. Yo también tenía hambre....

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AUTORA: Anuska "La que asusta" Anuskaa@hotmail.com


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