El mar constituye para mí
una fuerza poderosa y un lugar deseado... Me iría a vivir junto
al mar si pudiese. Me vivifica su fuerza, el movimiento de las olas y el
soplar del viento. Sé que la vida empezó y terminó
allí y como aquellos que una vez poblaron los mares yo empecé
y deberé terminar mis días igual: al lado de las olas y con
la cara al viento para que sea salino el último soplo de vida que
escape de mis labios y seguramente murmuraré un nombre...quizá
dos. Pero no más. Lo que sí es seguro que ninguno se presentará
porque no estarán allí, pero eso ya lo sé...
Esta foto es de allí,
de donde quiero vivir, cerca de El Emir, la que me acompaña fue
mi perra, ya no está conmigo. Colita se fue un mes de diciembre
de 1985 y me dejó su recuerdo y su amistad eterna.
Bueno, vamos ahora a cambiar el cuento.
La
señora Michicats de Palacios, una gata como ninguna.
Esta es la tercera vez que me subo al guarda-almohadas. Ya le he tirado encima sus aretes, sus hebillas y ahora le van encima sus lentes.
Sigue durmiendo, ya lo había previsto yo cuando anoche a las 4 de la mañana aún leía. Me acuerdo que pensé: -mañana se va a dormir... y así fue, digo así es: sigue durmiendo.
Miro el reloj –que por supuesto no he querido tirar-, la manito pequeña está cerca de las 12.
-¡Por favor! ¡Hace como doce horas que no como...!
Creo que le voy a tirar encima el reloj.
Por suerte comienza a despertarse, me doy cuenta porque respira de otra forma y se estira.
-¡Bien!
Ahora se podrá mi abrigo, bueno su buzo que yo uso para dormir mis prolongadas siestas, cosa que hago todo el tiempo y no por ello se me va el sueño a la madrugada y me pongo a leer. Yo cuando me acuesto, duermo y punto.
Y cuando son las 6 me levanto y tengo hambre. Mientras trabaja y va a la escuela esos, mis horarios, se respetan. Pero ahora no hace más que repetir: -estoy de vacaciones.
-¿Cómo hago para explicarle que mi estómago no se toma vacaciones?
Bueno, ya está de pie y corro delante hacia la cocina, igual sé que una vez levantada las cosas serán ordenadas: correrá las cortinas para que entre la luz, irá hacia la cocina, levantará mis platos, abrirá la canilla y cambiará mi agua y tomará la hermosa bolsa blanca con letras rojas y anaranjadas: Feline c/d-s PRESCRIPTION DIET.
Esta idea de diet se la mete en la cabeza el barbudo que viene bastante más seguido de lo que yo quisiera y repite hasta el cansancio:
-Está gorda, demasiado gorda... Puede hacer un hígado graso y no sé cuantas otras pavadas que a ella la asustan y a mí me tienen sin cuidado.
-¿Por qué no vino durante todos los años que viví en la otra casa y repitió la otra realidad? : -Está flaca, muy flaca... se puede morir
El día que lo conocí, tengo que reconocer, en buena hora, sostuvo:
-Está gravísima. ¿Por qué no me llamó antes?
Y le llevó unos cuantos meses, pero debo reconocerlo, me salvó la vida.
Ahora viene cuando ella lo llama y repite hasta el cansancio: está gorda, es peligroso. Debe comer menos.
-¡Comer menos!, por favor: ahora que las cosas están bien porque como todos los días y tengo agua a mi alcance habla de que me quiten la comida.
Le muestra el puñadito, la miserable cantidad de comidita que debería darme en todo el día y me corre un escalofrío por la espalda, mejor dicho se me retuerce la pancita.
Menos mal que ella se dedica después a buscarme comidas diet, distintas, mejores, peores y mezcla mi c/d con otras comiditas que, le aseguran, me harán bajar de peso.
Realmente me hacen muy bien, tengo más energías. He vuelto a treparme en los muebles, siempre con algún escalón intermedio, claro, no vaya a ser que me caiga. Soy de nuevo una gata: bueno hago cosas de gatos: camino por cornisas de muebles a casi un metro de altura, tiro adornos, me como plantas secas que no sé porqué guarda en floreritos por aquí y por allá. Corro detrás de mis dos pelotitas, que de vez en cuando pierdo, pero ella vuelve a encontrar.
Siempre hay agua en mi plato rojo aunque algunas veces me doy una vuelta por la bañera y lamo algunas gotitas, ya por deporte y no por necesidad como me pasó tanto tiempo en la otra casa.
Porque yo vivía en otra casa y casi se habían olvidado de que yo existía, durante meses las piedritas de mi sanitario eran las mismas y cuando las tiraban pasaban muchos días hasta que volvían a poner nuevas.
Supongo que colocaban comida, pero los dos gordos pequineses con los que vivía se abalanzaban y terminaban pronto con todo así que yo pasé muchos días con un par de arroces secos que olvidaban en sus propios platos y que lograba comer mientras estaban de paseo porque sino ni me dejaban acercarme. Agua, estaba la de ellos siempre llena de pelos y cuando partieron no hubo más agua así que aprendí a encontrar algunas gotas en la bañera y eso me salvo la vida.
Pero un día apareció ella. Parece que le pidieron que me tenga por un mes, y aceptó.
No sé cómo era la relación, ni cómo llegó pero apareció un día con el muchacho alto que viene a veces a casa y yo llegué aquí con ellos, en una jaula.
Venía mal y por varios días no me dejé ver hasta que Laura, ella es su hija, preguntó por mí y ante mi actitud distante, se dedicó a saludarme debajo del mueble donde pasaba todo el día: acarició mi cabeza, mis orejitas, ¡qué placer! y con las ganas que tenía de tantos años sin tener a quién hacérselo lamí con mi lengua un poquito áspera sus dedos largos, me convenció y salí, salí a recorrer este nuevo mundo que solo veía de noche en mis salidas furtivas a comer, tomar agua y pasar por el recipiente de piedritas sanitarias, después estaba tan contenta con el cambio que parecía que todo iba a andar bien, pero estaba enferma y unos pocos días de buena vida no iban a cambiar así porque sí la realidad: me descompuse. Por suerte al segundo día -yo estaba en las últimas- se asustó, en realidad vive asustada, y llamó al barbudo.
-¿Por qué no me llamó antes? Le reprochó el protestón.
Insistió hasta el cansancio que nada sabía de gatos, cómo saber que yo estaba mal, pero le rogaba a Claudio –se llama Claudio el barbudo- que me salvara.
Bueno, al principio se esforzó porque yo no era de ella, después porque sintió que yo quería ser de ella y entre los dos, me salvaron. Tengo que reconocer que se esforzaron mucho y me llenaron de pedazos de remedio por la boca, un montón de pinchazos y hasta me pusieron cosas por mi colita. Me llevaron a sacarme fotos de adentro mío, varias veces, pero me salvaron.
Cuando vinieron a buscarme pensó en devolverme porque debe haber creído que yo amaba a mi otra familia, bueno familia..., digamos conocidos. Traté que entendiera qué indiferentes me resultaban y creo que allí se dio cuenta que yo había hecho ya una elección. Una elección de vida: Y era que quería quedarme con ella.
Y me quedé. Cuando volvieron a llamar para reclamarme no me entregó: ¿Se apropió de mí?, creo que siente un poco de culpa. Pero a veces trato de que entienda que no se apropio de mí: yo la elegí.
Eso sí: me gusta cuando hace una vida ordenada y a las 6 ya está de pie y me atiende.
Ella se va a ganar nuestro sustento y yo hago mi primera siesta hasta el medio día, en el medio me mando ahora, algunas carreras, para mantenerme en estado: tiro algunos adornos, me subo a la mesa, me afilo las uñas en la alfombra y doy vuelta mi cuna floreada con almohadón.
La espero en la puerta cuando pasa por casa al medio día. Me vuelve a poner algo de mi comidita, se toma un café, lee algún mensaje en ese televisor donde se pasa varias horas del día cuando está en casa y vuelve a irse.
Yo hago mi segunda siesta, me acomodo bien y duermo toda la tarde.
Sé que cuando regresa seguro se quedará conmigo o saldrá de nuevo y volverá a la noche. Pero no es todo el tiempo. A veces vienen unas señoras y se sientan con ella a mirar ese televisor que tiene y que parece más interesante que los otros.
Ahora mismo está frente a él, con mi bolsa de comida al lado, parece que copió el nombre de mi alimento, quizá se lo está recomendando a alguien que también tiene gata.
Pero es caro, no creo que todo el mundo pueda comprar este Feline c/d-s PRESCRIPTION DIET. Es para gatos especiales. Como yo. Sé que le cuesta mucho porque junta el dinero y lo encarga por teléfono, dice que es importado.
Pero pensándolo bien:
-¿Para qué está ahora con mi bolsa de comida al lado?
Capaz que se le dio otra vez por escribir cuentos y está inventando un cuento sobre mí.
-¡Qué sabrá ella lo que yo pienso!. Sin embargo si está inventando una historia de gatos es mejor que haga una de la mejor gata del mundo: Michicats de Palacios.
Michi, Michi me llaman. Creo que a aquella primera “familia” ni se les ocurrió buscarme un nombre.
Cuando ella preguntó mi nombre le dijeron:
-Decile: Michi, Michi, Michi cats y viene.
O sea mi nombre es algo así como: Gato, vení.
Está bien, es original y ella me llama Michi, Michi y me besa seguido así que yo agrego un apellido alto: los palacios son como castillos, altos.
-¿O queda mejor Michicats de Castillo?
-Ustedes, chicos, ¿qué opinan?
-Mi nombre puede llegar a inspirar una novela de amor y misterio. O un cuento con realismo mágico. ¿Qué tendrá de mágico el realismo o le llamarán así cuando te matan de hambre?
Pero es importante que el nombre pegue bien. Así que pónganse a pensar y ayúdenme a elegir mi apellido.
-Ah, pueden mandarme las sugerencias a su correo electrónico. Parece que ese televisor que tiene y que parece más interesante que los otros, recibe “e-mail” o ¿serán emilios?, bueno no sé, pero ella sin duda es de confiar y me leerá los mensajes que le manden para mí.
Así que quedo a la espera.
Los saluda con cariño,
Michicats, la mejor de todas.
PD: Su dirección de e-mail es el nombre de su otro amor, un perro que parece fue un rey. Me hubiese gustado conocerlo
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