Pedazos de un estado feroz.

Un cuerpo envuelto para regalo se regala.
Pero no lo desenvuelvo. No me alcanza.
Nada alcanza. Nada llena.
Todo arde.
Me calienta estar caliente.
Romper la calle con un rock
del que sólo sé una frase.
Andar con los ojos incendiados
y con la boca jadeante.
Atravieso una vidriera
y se me salen los pezones.
Me excitan los frascos de perfume
y las promesas del gel refrescante de Lancôme.
De repente tengo un joystick aferrado.
Me pierdo en el pac-man ficha a ficha.
Para poder insertar en la ranura.
Para tragarme la cereza y la frutilla.
Para que me devoren tres veces cada vez.

Me voy. El estado continúa.
En mi casa. El estado continúa.
En mi cama. El estado continúa.
Pero no puedo escribirlo.
Un reclamo de mis manos
que se escapan a otras zonas que reclaman.
Y yo nunca desatiendo esos reclamos.











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