VERDE VIDA MÍA

Al fin la trama estúpida y absurda de un sueño fraguado en mi subconsciente terminó. Por fin puedo dejar de tener temor de despertar a aquella absurda realidad que fue tan mágica, tan esotérica... pero que se volvió absurda.

Todavía no acaban de derrumbarse los símbolos, ni se ha consumido la última veladora, pero tarde o temprano eso ocurrirá, por que pensamos que sólo la muerte nos separaría, y fue algo tan estúpido e irreal que bien pudo ser la muerte ilógica de un niño atropellado, o el llanto vacío de una vieja por sus gatos.

Siempre pensé que habían amores que por sí mismos eran eternos e indestructibles, nunca pensé que pudiera tener algo tan mío como lo fue ella, nunca pensé que yo mismo pudiera pertenecer tanto a alguien. Es increíble como sin darnos cuenta dejamos de ser dos, habíamos formado una unión tan perfecta que era prácticamente imposible pensar que uno de los dos pudiera sobrevivir sin el otro.

Yo tenía 18 años cuando la conocí, ella 16. Prácticamente yo no había conocido mujer alguna hasta ese entonces. Siempre tuve la idea fija de ser un gran científico o un concertista, por eso estudiaba en la mañana en la escuela y en la tarde en el conservatorio, esto jamás me dio tiempo de tener amigos o de relacionarme mucho con alguien. Fue hasta los 17 años, cuando entré a la universidad y dejé el conservatorio, que empecé a socializar y tener amigos. En ese entonces ir a la discoteca, o al cine en bola, o en fin, todo ese tipo de cosas que le fascinan a los adolescentes era totalmente nuevo para mí.

Mi punto más débil eran por supuesto las mujeres, prácticamente me daban miedo, las pocas veces que había intentado acercarme a alguna había sido vilmente lastimado, no sabía cómo acercarme a ellas, era bastante antisocial y eso se notaba a leguas. Además, siempre he tenido una especial preferencia por las mujeres de ojos claros, en especial si son verdes. Como es lógico, en México definitivamente no existen muchas con estas características, así que si combinábamos mi escasa o nula experiencia en tratar con la gente y la escasez de mujeres que me llamaran la atención tendríamos lo que era yo en ese entonces: Un perfecto fracaso en amores.

El primer año en la Universidad aprendí muchísimo en cuanto a socializar y tener amigos, mejoré en gran medida mi forma de relacionarme con la gente aunque aún con muchas deficiencias. Fue en este punto donde la conocí a ella, lo primero que me llamó la atención fueron sus ojos: Verdes, grandes, transparentes... sería interminable listar las mil formas que llegaron a tomar esos ojos con el tiempo.

El hecho de haber dedicado mi vida anterior prácticamente a estudiar me representaba en ese entonces algunas ventajas. Por ejemplo, ese semestre se me dio la oportunidad de empezar a dar clases en la preparatoria y en los semestres propedeúticos de la Universidad. Como la escuela era en ese entonces muy pequeña prácticamente nos conocíamos todos y los de nuevo ingreso eran muy fácilmente detectables. No creo poder olvidar la primera vez que la vi, llevaba puestos unos mallones blancos que la hacían verse muy gordita y una blusa tejida verde, era chaparrita, muy blanca, de pelo negro y largo peinado con una coleta, y por supuesto, los ojos verdes que más he amado en toda mi vida. No recuerdo las primeras palabras que cruzamos, pero recuerdo esa voz ingenua, alegre, confiada, en fin, su voz de niña convirtiéndose en mujer. Siempre he pensado que el 88 es el año en que más feliz fui en toda mi vida.

Desde un principio nos simpatizamos mutuamente, ella acababa de llegar de Tabasco y no conocía a nadie, así que buscaba hacer amigos lo que nos ponía en una situación un tanto cuanto similar, ella recién llegada a la ciudad y yo recién extraido de un mundo extraño. Al día siguiente comenzaba el primer curso que yo impartiría, era de Pascal, mismo que correspondía a tercer semestre de preparatoria, como no sabía cómo acercarme a ella, la estuve muele y muele para que tomara el curso, finalmente aceptó aunque no le correspondía por que iba en primer semestre.

Fue así que el día en que iba a impartir el primer curso de mi vida iba triplemente nervioso, primero por que no sabía nada de cómo dar clases, segundo por que la iba a ver y tercero por que quería impresionarla. Resultó que 10 minutos antes de empezar mi clase entraron unos mariachis a la prepa tocando "Las mañanitas", todo el mundo fue hacia allá, incluidos mis alumnos y ella, vi frustradas mis tres oportunidades, por que no pude dar mi clase, ni verla, ni impresionarla. Resultaba que era su cumpleaños y su mamá decidió llevarle música a la escuela y después arrebatármela para llevarla a un Restaurante. Obviamente ese día me sentí triplemente frustrado.

Al otro día por fin pude dar mi clase, era un grupo de 5 alumnos incluyéndola a ella. A pesar de ser tan pocos alumnos yo estaba increíblemente nervioso, y para colmo de males, ella llevaba puesta una minifalda color mostaza, y como estaba sentada hasta adelante, mi inseguridad aumentaba al no poder dejar de verle las piernas haciendo los máximos intentos por que ella no lo notara, toda la clase fue un desastre por que mis nervios hacían que me olvidara de todo lo que se supone que me sabía de memoria, fue algo realmente grande cuando finalmente la clase concluyó, ella fue la última en salir, así que la acompañé hasta la salida de la escuela, sabía que ahí era el momento de despedirnos, pero no quería hacerlo, pero tampoco sabía cómo retenerla más conmigo. Fue ella la que me dijo que no conocía el centro de la ciudad, y que si no estaría yo dispuesto a acompañarla. Esa era una propuesta que yo no habría podido hacer, en mi inseguridad me bloqueaba demasiado, por ello acepté inmediatamente y emprendimos el camino hacia el centro, la clase había concluido a las doce y la hora oficial de salida era a las dos de la tarde, así que teníamos tiempo para pasear un poco. A pesar del tiempo que llevaba viviendo en Puebla, nunca me había percatado claramente de lo bonita que es la ciudad, con su aspecto colonial y majestuoso. En el camino platicando descubrimos que teníamos muchísimas cosas en común, nos encantaba viajar, leer, la poesía, el cielo y discutir. Todo iba maravillosamente bien hasta que nos encontramos a un conocido de ella, claro que es muy difícili encontrarse a un conocido fuereño en una ciudad relativamente grande, así que el tipo se nos pegó desde ese momento y echó a perder cualquier intento de acercamiento por mi parte, en cierta parte del recorrido el tipo tuvo la osadía de abrasarla, yo sentí que la sangre me hervía, pero no se me ocurrió hacer algo inteligente, lo único que se me ocurría era romperle el hocico, pero no tenía ningún derecho a ello; ella en cambio muy sutilmente le dijo que estaba frío o no se qué y lo retiró sutilmente. Cuando al fin nos deshicimos de él ya eran las dos de la tarde, y ella me contó que vivía en casa del padrino de su hermana que era de muy pocas pulgas y que tenía que llegar temprano, la tuve que dejar en la esquina de su casa por sugerencia de ella para evitar fricciones con el citado padrino.

Toda esa tarde pensé en ella, especialmente en sus ojos, aún no logro explicarme qué clase de química existió entre nosotros que nos obligaba a estar juntos, a necesitarnos, a no pensar que existiera algo más que sentirnos cerca. El amor es algo tan difícil de entender que la primera vez que se siente uno ni siquiera se da cuenta. Ese quince de Octubre le escribí la primera de una interminable lista de poesías que ahora siento igualmente absurda y bella.

Al otro día por fin la vi y busqué la ocasión para darle la poesía, yo estaba hecho un manojo de nervios y fumando como un chacuaco. En una hora libre en las clases caminamos por la ciudad un rato platicando mil cosas, su situación familiar era parecida en ciertos aspectos a la mía, sus papás tenían al igual que los míos la costumbre de cambiar constantemente de casa, su papá era ingeniero químico y trabajaba en ciudad Pemex, Tabasco, su mamá era la que más inquietud sentía por los viajes, y además la que mandaba en el hogar, cosa no rara si tomamos en cuenta que estábamos en México, en fin nos contamos infinidad de cosas de nuestras respectivas vidas y teníamos mucho en común, por ejemplo, ella nació en Mérida, pero la mayor parte de su vida había vivido en VillaHermosa, situación parecida a la mía pero con otros lugares, finalmente acabamos en "El paseo bravo", un parque que estaba enfrente de la universidad, y fue en una banca frente al monumento a "no se quién" cuando le di mi poesía, mientras ella la leía yo me ponía aún más nervioso recordando las actitudes de burla y sarcasmo que mis escritos habían recibido siempre por toda mujer.

Cuando al fin después de dos mil trescientos veintisiete años, dos meses y un día terminó de leerla ya esperaba yo la oleada de sarcasmos y burlas a mis pretensiones y cerré los ojos, ella tomó mis manos con infinita dulzura y me obligó a quedar por primera vez atrapado en la verde trampa de sus ojos, - Así que, ¿Por eso estabas tan nervioso?- dijo con esa voz de niña que jamás cambió. Le dije que sí a tiempo que olvidaba toda la larguísima declaración de amor que había elucubrado toda la noche anterior, y le dije de la manera más burda que si quería ser mi novia. Ella quedó pensativa un rato sin dejar de iluminarme con la verde luz que sus ojos emanaban y me dijo que no podía por que había dejado un novio en Tabasco (además teníamos cinco días de conocernos) pero me lo dijo en no sé qué tono que no perdí las esperanzas, ni me sentí lastimado, ni humillado, lo único que sentí es que necesitaba estar con ella.

Al otro día volvimos a salir juntos después de la escuela, esta vez fuimos a la biblioteca de la casa de la cultura, ahí le expliqué interminables problemas de álgebra, como estudiante de ingeniería que era, el álgebra era pan comido par mí, así que ella podía tener maestro particular a nivel preparatoria sin ningún problema. Nos dieron las 5 de la tarde con esas explicaciones, salimos corriendo a su casa, ella estaba nerviosísima por que según decía su padrino era una especie de ogro tabasqueño. Yo ya tenía antecedentes de ello, por que un amigo mío era vecino del padrino desde hacía algunos años, me contó por ejemplo que una vez se agarró a golpes en la calle con un novio de una de sus hijas, o que a otro le dio de planazos con un machete. Todo ese tipo de cosas a mí también me intranquilizaban un poco, pero esta vez era preciso que la dejara en su casa para justificar la hora de llegada.

Cuando llegamos entré con ella, lo primero en la casa era una cochera con espacio para 2 ó 3 autos, al final de la misma del lado izquierdo estaba la puerta de la cocina, y al centro la entrada principal. Ella se metió por la cocina y ahí estaban la madrina y sus hijos, yo me quedé parado en la puerta presentándome y platicando un poco con la madrina sobre dónde habíamos estado y etcétera, mientras tanto ella entró a dejar sus cosas. En esto estábamos cuando apareció el padrino, un sujeto de unos sesenta y tantos años, no muy alto y una cara de muy pocos amigos.

- Buenas Tardes- dijo.

- Buenas tardes - respondí.

- ¿Qué se le Ofrece?

- Nada, únicamente vine a dejar a la señorita - obviamente me empezaba a poner nervioso.

- Y... ¿Por qué no pasó a las recámaras?

- Ehh... - Dudé y no supe si responder que por que no me habían invitado pero...

- Si en la primera vez que nos visita ya entró hasta la cocina, no es de dudarse que en la próxima llegue a las recámaras. ¡Qué poca educación tiene Ud.!... ¡Qué poca madre! - Así dijo- y, ¿sabe qué?, mejor lárguese.

Expresión atónita en mí, y me empezó a dar mucha risa la situación, y obviamente me reí de nervios al tiempo que daba la vuelta y emprendía la graciosa retirada, mi risa se convirtió en carcajadas cuando oí a mis espaldas el grito histérico de ¡Lárgueseee! una vez más, claro que mis carcajadas no lograron más que acabarlo de enojar, pero como ya estaba de espaldas a él no vi lo que hizo, afortunadamente no sacó una pistola ni nada de eso. Para estas alturas ella ya había oído la gritería y salió corriendo a disculparse conmigo. Por supuesto que yo no tenía por qué disculparle nada a ella que ninguna culpa tenía y quedamos de vernos al día siguiente. Sin duda las historias sobre su padrino eran ciertas.

A partir de ese día y durante toda la siguiente semana nos veíamos a diario, a veces mi papá me prestaba un coche para ir a la universidad y no me incomodaba en lo más mínimo llevarla a ella y a su hermana hasta su casa. Pero recuerdo con más cariño nuestros viajes en colectivo, siempre la ruta 15 que pasaba enfrente de la escuela y nos dejaba a una cuadra de su casa, siempre dejarla en la esquina y emprender media hora de sueños a pié hasta mi casa.

Toda esa semana fue una especie de espera interminable, aún no sabía de qué, hasta que un día que regresábamos en auto a su casa, cuando su hermana bajó a una tienda a comprar algo de alimento chatarra, ella medió una tarjeta que decía "Te regalo una rosa y todo mi amor", me pidió que no leyera la dedicatoria que había escrito y me dijo también que le había faltado la rosa. Yo era tan estúpido que no comprendí al momento de lo que se trataba. Fue hasta después de dejarla que leí escrito con una letra casi tan fea como la mía: "¿Quieres ser mi novio?". Creo que esa tarjeta aún subsiste no sé dónde en alguna de las cajas que no he abierto en mis múltiples cambios de casa desde aquel entonces. O quizás tanto esa tarjeta como los demás recuerdos en papel que guardaba estén ahora en forma de libretas o papel reciclado, pero realmente no me importa lo que sean ahora, si no lo que fueron, no me importa lo que ella sea ahora, si no todos los caminos que mi vida tomó gracias a ella.

A partir de esa tarjeta me entró un periodo literario fortísimo, no sé si las poesías de aquel entonces eran buenas, lo que si sé es que eran muchas, ahora cuando las leo, dependiendo de mi estado de ánimo o me parecen un exagerado desparramamiento de miel, o logran recordarme que la felicidad existe, o, simplemente pretendo que las escribió algún otro tarado, no sé, las circunstancias y los estados de mente cambian tanto con los años que a veces lo que en un momento parece increíblemente bello en un instante se convierte en miel embarrada en un papel sin más sentido que engrosar las páginas de una historia.

Esa tarde por supuesto le escribí una poesía en contestación a su tarjeta y al día siguiente inicié una tradición personal que aún conservo, la de copiar la poesía con la letra más legible que me salga, doblarla en cuatro o cinco, meterla en mi cartera hasta que la pueda entregar al destinatario y poner mi mejor cara de retraso mental mientras la lee. Después de que ella hubo leído mi poesía creo que éramos ya oficialmente novios, por lo ménos ante nosotros dos, por que ella, aún no me explico por qué, se empeñó en que nadie lo supiera, a pesar de que yo tenía ganas de gritarle a todo el mundo que ya tenía novia, y que ella era mi novia. El primer problema que tuve fue que ya éramos novios, y, ¿Ahora qué seguía?, yo supuse que ella lo sabría, por que finalmente había tenido ya tres novios, después me enteré que a lo más que habían llegado era a caminar tomados de la mano (muchísimo tiempo después incluso los conocí). En fin, en todo ese día no noté que hubiera alguna diferencia en el hecho de que ya fuera mi novia. Sólo lo noté hasta el momento de despedirnos cuando su habitual beso de despedida en la mejilla fue un poco más prolongado, creo que no me lavé la cara hasta el otro día para no perder la sensación de su boca. Y siguieron las poesías.

Fue así como juntos empezamos a descubrir el amor, aunque en ese momento no lo sabíamos. Fue un día cuando regresábamos del centro cuando en un alto en la esquina de la 5 poniente y 11 sur nos dimos un beso en la boca a bordo de una Renault 12 vagoneta que también tuvo su historia. Yo permanecí aturdido y desconcertado hasta llegar a la Universidad por que no escuché las campanitas ni la serie de cursilerías que según las películas se deben sentir, por supuesto tampoco subió de tono el fondo musical ni se dejaron de oír los autos pitando atrás de nosotros, aunque sí, la tierra se movió bajo mis pies cuando pisé el acelerador.

Para este entonces yo ya había roto mi promesa respecto al secreto de nuestro noviazgo con mis más cercanos amigos, nos extrañó un poco cuando la novia de uno de ellos nos preguntó: Ustedes son novios, ¿Verdaaaaad? - (Obviamente era poblana), yo pregunté el por qué - Por que ayer los vi fajando en tu coche - ¿Perdón?- dijo mi ya novia con un acento definitivamente sureño.- Sí, fajando - . Supongo que los comentarios cesaron por que tanto novia como yo estábamos rojos como un tomate a punto de apachurrarse. Desde ese momento nuestro noviazgo fue Vox Populi en la Universidad. Como dije antes la Universidad era pequeña y los chismes y rumores corrían como en cualquier pueblito. A ella le decían que tuviera cuidado conmigo por que cualquier día la cambiaba por un pomo, a mí me decían unos que estaba muy gordita, otras que estaba demasiado bonita para mí... en fin, una sarta de sandeces que no hacían ni cosquillas a la clase de amor que nos teníamos. Por ese entonces descubrí un método didáctico que hace mucho no aplico: Cuando le explicaba álgebra, a cada respuesta buena correspondía un beso, y a cada respuesta mala también, creo que ese método es especialmente bueno por que a ella no se le facilitaban mucho las matemáticas y sin embargo ahora es Ingeniera en electrónica, quién lo diría. Eran encantadoras las horas libres con ella en el conservatorio, por que por ese entonces la Universidad se instaló a media cuadra del lugar, así que pude volver a estudiar ahí y estar con ella en nuestras horas libres.

Ambos éramos exageradamente soñadores, vivíamos en un mundo muy aislado al resto, hacíamos planes para conocer e mundo entero, para lograr grandes cosas en la ciencia, para amarnos. Sin embargo algo interno nos decía que el amor no era eterno, aunque, insisto, todavía no sabíamos que eso era amor, y hacíamos planes para vernos toda la vida, para que mi novia futura fuera su amiga y su f. novio mi compadre, y que nuestros respectivos hijos se quisieran como primos... Poco o nada sabíamos de la existencia de los celos, y de que cuando un amor es tan profundo no se le puede olvidar tan fácilmente, y ver a la persona aquella a la que se conoce más que a uno mismo y saludarla simplemente sin sentir que la sangre hierve y todos los poros del cuerpo gritan su nombre.

Poco sabíamos de la vida y nos concretábamos a disfrutarla de aquella manera inocente y alejada del morbo y los prejuicios y complejos de sus padrinos y la gente en general. Fue así que entre besos y constantes discusiones, por que nos encantaba discutir, que cumplimos nuestro primer mes de novios. Nunca supimos la fecha exacta en que nos hicimos novios, pero tomamos como tradición la fecha de la primera poesía que le escribí, el 15 de Octubre de 1988, tiene aproximadamente un año y medio que dejé de utilizar el número 15-10 como clave de acceso en mis programas o número confidencial en mis tarjetas. Ella fue quien tuvo la idea ese 14 de Noviembre de celebrar al otro día nuestro primer mes-aniversario, uno de mis compañeros de escuela era artesano, así que le encargué que hiciera un muñequito de "Alf" (así me apodaron por un tiempo) con su nombre para poder regalárselo a ella, creo que ese fue el primer regalo en forma que le dí.

A partir de ese 15 de Noviembre nuestra relación empezó a cambiar por que empezamos a descubrir los besos en el cuello y a utilizar las manos un poco más que para entrelazarlas. Ella me preguntó alguna vez que si eso que hacíamos era "Fajar". Yo le respondí que no, que quizás fajar podría ser algo sucio que se hace con cualquier mujer saliendo de la disco, o algo para entretenerse con alguna amiga, en fin, que no, que lo nuestro era algo muy distinto y muy especial, que era como jugar a pertenecernos, como pretender que nos homologábamos en una misma cosa, y que esa cosa podría ser amor, después de eso casi todas las tardes "jugábamos" antes de ir a dejarla a su casa. Ahora en mis recuerdos todas esas tardes de besos y descubrimientos en la hacienda cercana a su casa tienen el debido y cinematográfico fondo musical romántico, pero en aquel entonces la única música que se oía era el viento de nuestras respiraciones y las percusiones de nuestros corazones, sin más cuerdas que quizás los cables de teléfono y luz, armonizadas por supuesto por la sección de metales de la bocina de algún coche pasando.

Por ese entonces me entró una especial fascinación por los sonetos, y no sé cuántos le escribí, claro que no en versos alejandrinos ni conservando la debida rima, si no una especie de poesías chistosonas en su mayoría de arte menor y con buena métrica y cero rima. Todos los días había un buen pretexto para escribir por cualquier cosa, por sus ojos, por el cielo, por los cigarros o por los senos (los de matemáticas, no los otros). Y me acostumbré a recibir mil besos y caricias después de cada poesía. Empezaron a surgir conflictos internos en ambos, nuestros cuerpos pedían a gritos encontrarse, nuestras almas clamaban por hacer el amor, pero sus ideas no nos dejaban, y lo peor es que tenía argumentos muy, muy válidos para negarse a hacer el amor, siempre que se lo pedía me decía que ella lo deseaba tanto como yo, pero que ella no era autosuficiente y dependía de sus padres, y sus padres no estarían de acuerdo con eso y ella no podía traicionarlos de ninguna manera, por que finalmente ella estaba ahí por ellos, y la única manera de que hubiera algo de lo que pretendíamos era que ella pudiera mantenerse sola o que yo pudiera mantenerla, y entonces sí se iba a vivir conmigo o lo que fuera, pero es claro que la situación económica de aquel entonces como estudiantes no nos lo permitía, y ella estaba hecha de una esencia tan pura que no le cabía en la cabesa la idea de mentir o traicionar, además, su mirada era tan limpia que bastaba con verla a los ojos para saber casi hasta lo que pensaba, pasaron muchos años antes de que esos ojos aprendieran a mentir.

Lo que más le gustaba en la vida era el cielo, yo nunca me había puesto a meditar sobre ello, y por aquel entonces fue para mí todo un gran hallazgo descubrir las formas de las nubes, y cómo mi estado de ánimo podía expresarse en el fondo azul (o a veces gris) del cielo. No podía verla en las tardes (por sus padrinos), pero eso no era gran problema, por que además de la Universidad y el conservatorio, por las tardes estudiaba electrónica, así que de todas formas no podía verla, de hecho hasta era una ventaja el que sus padrinos no la dejaran salir ni a la esquina, por que como yo no salía de la escuela hasta las nueve de la noche tenía así la plena seguridad de que ella estaba bien cuidada, aunque no dejaba de ser desesperante el hecho de no poder ni siquiera hablarle por teléfono, sus padrinos eran un timpo de gente demasiado rara. Fue así que me fui acostumbrando a amar pensar en ella, a ver el cielo en letras de colores con su nombre, a hacer el verde de sus ojos un símbolo mío... a todas esas dulces cursilerías del amor de adolescencia.

Ahora cuando lo medito llego a la conclusión de que me acostumbré tanto a amar pensar en ella, que me ha sido tan difícil como dejar de fumar el dejar de sentirla. Es algo muy parecido al tabaco, he dejado de fumar muchas veces por periodos no demasiado largos, pero si por algún motivo llego a encender un cigarro vuelvo al vicio, así mismo, si alguna vez alguien me la menciona, o simplemente pasa algo tan sutil como una canción, o cualquier cosa que me la recuerde, vuelvo al vicio de amar pensar en ella, prendo un cigarrillo y procuro ni siqiera pensar su nombre, hacer que no sea un nombre, ni un cuerpo, ni una voz..., tan solo el recuerdo de alguien que murió, alguien a quien no veré jamás, y si la veo tendré que fingir no conocerla, el tiempo finalmente borra poco a poco todas las heridas y todos los recuerdos.

A veces aún es especialmente difícil escuchar "Love of my life", sin recordar todas las veces que la berreé dulcemente a su oído, todos los viajes en combi con ella, su hermana y su amiga, en que cantábamos los cuatro a coro cualquier canción de mocedades y al terminar yo pedía "coperacha" al resto del pasaje, a pesar de los años de conservatorio yo siempre he sido muy desafinado para cantar, y tengo una voz horrible, pero era muy divertido matar el tiempo de camino de esa forma.

Algunas veces tenía ocasión de verla los domingos en misa y después acompañarla a la esquina de su casa como supongo hacía mi abuelo con mi abuela allá en Iztacomitán. Cuan grande llegó a ser mi amor por ella que hasta logró que fuera a misa todos los Domingos por un buen rato. Como buen adolescente bohemio también acostumbraba llevarle serenata, aunque nunca las escuchó por que cantábamos bajito para no despertar a sus padrinos. Había un terreno baldío al lado de su casa, cierta vez, para evitar la frustración de saber al día siguiente que no había oído nuestros cánticos de amor, me encaramé por unas varillas de la construcción de la ahora concluida y vieja casa de sus vecinos, y mientras mis amigos tocaban desde abajo sus guitarras yo le canté mis mejores desafines, cuando se encendió la luz de la recámara de su padrino, yo bajé a toda prisa por las varillas y éstas no resistieron mi peso y se fueron doblando hasta depositarme suavemente en el piso, después de aquel ranazo jamás volví a llevar una serenata a aquella casa.

Algunas veces cuando me preguntan por mi estado civil digo que soy divorciado, y esto es, entre otras cosas, por que cierta tarde sentados en una banqueta a dos cuadras de su casa, ella tomó un vidrio y se cortó una muñeca y después hizo lo mismo conmigo, acto seguido y erigiéndose en sacerdotisa de aquella nueva religión, nos pronunció formalmente casados ante Dios, ante nosotros y ante la sociedad de moscos que empezaban a joder. Claro que no hubo luna de miel en Cancún ni nada de eso, si no que en un lote baldío con pintas de basurero nos besamos como locos y llegamos mucho más allá de las caricias, pero todo sobre ropa y sin hacer el amor propiamente dicho, ese fue el primer orgasmo mutuo e inocente de nuestras vidas.

Por supuesto cuando llegó Diciembre con su sabido periodo vacacional fue algo terrible para los dos, tenía que regresar a su casa y ni su papá en Tabasco, ni su mamá en Mérida tenían teléfono. Fueron 15 días de dar vueltas en coche a diario por su casa con la vana esperanza de que volviera y la pudiera ver, fue entonces cuando comprendí la tristeza de los adultos en Navidad cuando se piensa en los seres amados que ya no están, y razoné muchas cosas sobre la muerte, la soledad y la sangre aguada. Mi madre dice que mis escritos quizás no serían tan malos si hablara menos de esas cosas.

Novia no era precisamente el estereotipo de la belleza, como dije, era más bien gordita (no mucho), pero el contraste de sus ojos verdes con lo blanco de su piel y lo negro de su pelo, hace que a veces con cierto ángulo de luz parezca un Ángel, pero no era eso lo que me hacía amarla, era una especie de embrujo, algo como un imán que me obligaba a estar con ella, a perderme en el verde de sus ojos, a escuchar su voz a cada instante... en fin a todo aquello que mi papá define como "aquel dulce apendejamiento del primer amor".

Y así pasó aquel Diciembre, con su clásica depresión invernal, con sus fiestas, los parientes de lejos que venían a pasarla en casa de la abuela... en fin, ese fue el último Diciembre igual a los anteriores que pasé, después de eso han pasado tantas cosas que cada Diciembre ha sido distinto para mí. Ese fue también el primer diciembre en que esperé con ansias el regreso a clases, por supuesto que para poder volverla a ver, cuando llegó el 10 de Enero y ella todavía no llegaba ya le había escrito varias poesías de amargura y abandono y había empezado una semi-novela (o cuento largo, no sé) sobre unos chavos universitarios que se adoran, pero ella vive en Chiapas y él no, y en una de las idas de ella a su tierra el camión se estrella y ella muere, y él se queda solo de por vida y... en fin, a veces uno exagera cuando deja de ver un tan largo tiempo a la persona amada.

Aquella era una época de "primeras veces" para mí, primera vez que daba clases, primera vez que me contrataban para hacer un programa de computadora, primera vez que alguien correspondía mi amor, primera vez que me sentía abandonado... y, primera vez que regresó a mis brazos después de un largo tiempo sin vernos. Excuso decir que ese año la primavera no llegó por cuestiones meramente abstractas como el movimiento de translación de la tierra o esas cosas, ¡No!, la primavera llegó por que ella al fin estaba conmigo otra vez, el cielo se hizo verde, por que ella con los mágicos pinceles de sus ojos lo pintó así para mí, y hasta los "Hombres G" parecían cantar bien, bueno, lo llegué a pensar sólo en muy breves momentos de éxtasis con ella.

Y así pasó aquel Enero lleno de besos, palabras dulces, y andar a escondidas del padrino. Llegaba Febrero y su consabido catorce, toda mi vida he detestado la asquerosa comercialización que se hace de esas fechas con los anuncios en la tele o radio, o no sé, tantas cosas diciendo compre, compres... en fin, creo que se subestima el nivel intelectual de la gente al pensar que con tan burda publicidad van a lograr que uno les compre. Definitivamente es algo aberrante, por supuesto que, como dije, me acababan de contratar para hacer un programa, y casualmente lo terminé el 10 de Febrero, y también casualmente me pagaron el día 13. Pero el colmo de las casualidades fue encontrar una joyería (después de haber buscado como 4 horas) prácticamente de camino. Esta fue la primera vez que me gasté absolutamente todo mi dinero en un dije y una cadenilla para ella. Por supuesto que todo por coincidencia, por que como dije, detesto el comercialismo que se hace de esas fechas.

Por cierto que el programa que me proporcionó el dinero para el regalo tuvo una historia muy curiosa, un compañero mío de la escuela de electrónica le había estado dando mantenimiento a las computadoras de una tienda de ropa llamada Marfor (¿Goool?), como el sujeto era realmente bueno en lo que a la electrónica se refiere, los de Marfor pensaron que no habría gran diferencia entre arreglar y programar una computadora, así que le encargaron un programa para facturación y esas cosas, él sabía que yo estudiaba sistemas computacionales, así que me propuso que yo lo hiciera y cobráramos a entre los dos los honorarios de electrónica y el sistema. El costo iba a ser de Quinientos mil pesos, trescientos para mí y doscientos para él. Yo a mi vez le propuse a un compañero y buen amigo de la Universidad que lo hiciéramos entre los dos, ciento cincuenta para cada uno. En ese entonces yo no tenía computadora, así que el sistema lo hizo todo mi "eminente" amigo de la universidad (ahora este amigo es bien conocido como "su eminencia"). Y finalmente el negocio resultó muy bien, por que mi primer amigo quedó muy bien con Marfor, su eminencia fue feliz haciendo su primer programa programa serio, y yo pude hacerle un regalo de trescientos mil pesos a mi amada novia.

Hace muy poco que su eminencia se enteró de en qué se invirtieron "nuestras" ganancias de aquel programa, y a la fecha hemos hecho varios otros sistemas juntos, que nunca han logrado los altos objetivos que nos proponemos, pero nos hemos dado unas divertidas... Pero como dije, aquel regalo nada tuvo que ver con la propaganda que se hace del mes de Febrero.

Hoy en día estoy convencido de que aquel amor, aquella fidelidad a la amistad y todas aquellas cosas del 88 fueron reales, claro que ahora solamente existe aquella que hoy es una gran amistad y los programas de computadora, y todo lo aprendido y los grandes recuerdos, pero el amor es algo ya no existe.

A la vuelta de la universidad estaban las tortas "Chelina", que eran el obligado sitio de reunión para todo estudiante, ¡Cuantas veces ese local vio nuestros besos y nuestro amor!, claro que teníamos la manía de discutir casi por todo, alguna vez ella me comentó que era bonito ver a parejas dulces y acarameladas, pero que quizás no durarían tanto como nosotros, ¡Ya llevábamos como cuatro meses de novios!, y así como discutíamos también nos sobraban nuestros ratos de pasión, nunca nos importó besarnos en el colectivo, o a media calle, o en un museo, o en la Universidad, o donde fuera. En algún lado leí que con cada beso se ejercitan no sé cuántos músculos de la cara, y que se acelera el ritmo cardiaco, y en fin, que las personas que besan mucho tienden a verse siempre menos arrugadas y más jóvenes, así que decidimos que desde esa edad teníamos que aplicar el tratamiento para vernos siempre jóvenes. Una vez en uno de esos arduos y largísimos "tratamientos" a la entrada de la Universidad empecé a oír que alguien nos aplaudía, supuse que era algún compañero molestando, así que sin abrir los ojos y sin dejar de besarla le dibujé una seña obscena con la mano, cuando oí la voz del mismísimo rector vociferando: - Maniiiito, enfrente tienes un parque para dar esa clase de exhibiciones. Pero qué clase de besos nos dábamos, sin jamás habernos acostado juntos ni nada de eso, la sociedad es realmente estúpida al ofenderse por una tan pura y bella expresión del genuino amor que nace en dos jóvenes almas sin prejuicios.

El amor de aquel entonces tenía muy poco que ver con los acostones, era algo más etéreo, más esotérico, yo la verdad encontraba muy distinto al sexo del amor, por que por supuesto que, como dije antes, en las primeras etapas de mi adolescencia no había conocido casi nada del mundo, y en ese momento que vivía mi época de "primeras veces" quería conocerlo todo, y en el menor tiempo posible, así que en los fines de semana prácticamente me dedicaba a la farra y a las viejas. Pero jamás sentí que el asunto de las viejas fuera una traición hacia ella, además, no podía tener sexo con ella por lo de sus ideas, y por otra parte mis hormonas de adolescente y mi curiosidad reclamaban a gritos sexo y reventón. Claro que, insisto, para mí había una gran diferencia entre las funciones específicamente somáticas y el amor. Ella también lo comprendía así, o al menos eso decía, así que me permitía andar con cuanta vieja quisiera siempre y cuando cumpliera con las condiciones de: a) contárselo siempre pero omitiendo detalles, b) hacerlo únicamente con viejas a las que ella jamás tuviera posibilidad de conocer y c)concretarme a asuntos somáticos y no involucrar jamás sentimientos, por que esos eran todos para ella. Estas condiciones eran fáciles y a la vez la muy difíciles de cumplir, por que por un lado mi corazón era efectivamente algo exclusivo para ella, así que no había lugar para ninguna otra, pero por otra parte, intuía que esas cosas a ella la lastimaban, por cierto que nunca supe qué tanto. En fin, las poesías seguían, pero también me empezaba a gustar ese ritmo de vida, obviamente empecé a descuidar mis estudios y a volverme más experimentado en otros menesteres de la vida, a veces tiene sus ventajas el haber aprendido a escribir poesías en el conservatorio, por que para determinados intelectos cualquier insulsa rima es buen precio para un acostón.

Otra cosa muy útil era el haber aprendido a besar con ella, por que esos besos tenían una especial pasión y fuerza, así que, bastaba con imaginar que la besaba a ella para que cualquier otra se pusiera como loca. ¡Cuantas cosas que son exclusivamente sentimientos dejan de funcionar correctamente cuando los años hacen que uno se vuelva desconfiado y olvide cómo se expresa correctamente el amor con un simple beso sin faltas de ortografía!.

También me empezó a envanecer el hecho de toparme con varias chavas de "onda" a las que seducía con relativa facilidad, pero todavía cometía muchos errores como darles mi teléfono y esas cosas que involucran luego más factores que un "pisa y corre", mi agenda empezaba a tener más teléfonos, hace no mucho pasé por una crisis depresiva y se me ocurrió recurrir a aquella agenda, y me encontré con que algunas ya no me acuerdo ni quiénes eran ni qué hubo entre nosotros, otras siguen teniendo la misma charla insulsa de sus 19 años y la gran mayoría ya se casaron o arrejuntaron. Sin embargo, también representaron una época divertida en mi vida y es vaciado pensar en ellas sin poder hacer las correctas correspondencias entre cuerpos, nombres y cronologías.

De muy niño yo tenía una memoria realmente buena, creo que de ahí se derivó cierta fama familiar que tengo de ser "muy inteligente", pero actualmente me cuesta mucho trabajo acordarme de las cosas, quizás sea por los miles de neuronas que se pierden fumando, chupando y fornicando. Es por esto que difícilmente me acuerdo de las "nenas" de aquel entonces, aunque recuerdo claramente algunos senos y algunos gritos. Claro que, los recuerdos de ella están muy aparte de todo eso, como si estuvieran en una caja fuerte que solamente puede abrirse con una muy delicada combinación de circunstancias como sentir la necesidad de saber claramente que alguna vez uno estuvo vivo.

Mis poesías ya empezaban a formar un buen volumen, y también había escrito algunos cuentos, así que decidí recopilarlo todo en un libro. Hasta la fecha no he publicada ninguna de mis obras, pero espero algún día poder hacerlo, después de todo hay que escribir un hijo, sembrar un libro y engendrar un árbol. Creo que así decía el buen Platón. El caso es que a ella también le empezó a entrar una especie de pasión por la literatura y empezó a leer muchísimo, cada vez se empesó a volver más difícil poder impresionarla con una poesía muy al final de nuestros tiempos casi tube que hacer obras completas de teatro en verso para lograr los besos y caricias a los que tanto me aficione. Por mi parte yo empezaba a adquirir un poco de fama como escritor en la Universidad, a raiz de que le pedí a una maestra de redacción que me escribiera un prólogo para la primera y nunca editada versión de ese mi primer libro. El registro en derechos de autor de aquel libro creo que está ahora junto con aquella tarjeta que ella me dio, o sea, quién sabe dónde. Habían otros tres o cuatro sujetos que escribían también en la escuela, así que la citada maestra de redacción decidió organizar la "primera (y única) semana de escritores" en la escuela. En ella les dieron a los estudiantes nuestras obras para que las leyeran y después se hicieron foros de preguntas y respuestas con los autores, el día que me tocó exponer a mí, iba bien crudote y todavía medio aletargado, junto con otro de mis mejores amigos que también exponía. Toda nuestra exposición fue una experiencia bastante curiosa, por que eramos los únicos estudiantes de ingeniería que exponían y estábamos ante un grupo de estudiantes de preparatoria, así que nuestras ideas no compaginaban en lo más mínimo con las de ellos, nos hicieron preguntas tan estúpidas como qué marca de café acostumbrábamos tomar o qué cosa era lo que más miedo nos daría en la vida, a esto último yo respondí que quizás que alguien me abriera el escroto con una navaja, finalmente aquella plática acabó en un desaforado debate sobre los "Hombres G" que nosotros considerábamos pésimos y aberrantes y algunas otras tonterías. Pero qué bonito me vieron sus ojos esa vez, fue también la primera vez que hablando en público me di cuenta de que bastaba verla para hacer que sólo ella existiera y todos los demás desaparecieran.

Empezaba la primavera y una vez, por rarísima excepción, los padrinos dieron permiso para irnos a nadar a "Metepec" con su hermana y sus amigos, por cierto que esos amigos me caían bastante mal, pero era una oportunidad única para estar con ella casi todo un sábado, así que fui un poco a regañadientes pero feliz. En ese paseo me di cuenta de muchas cosas, una de ellas es que cuando se besa a la mujer amada en la alberca, después hay que dar cinco o seis vueltas a todo lo largo de la misma para que no se note la tremenda erección. Otra cosa que noté era que aún me faltaba mucho que aprender respecto a la delicadeza que se debe tener para con una dama. Resulta que jugábamos base-ball y yo con intención de bromear con ella le acomodé tremendo pelotazo (con una pelota de playa, no con una de beis). Pero no fue ella la que me hizo sentir como chinche, si no sus amigotes y su hermana. Ella me había perdonado la falta casi al momento de cometerla con su grandísima dulzura, claro que aprendí la lección, después de todo, aquella era una época de aprendizaje. Después de las disculpas vinieron siete mil besos y el final de un día maravilloso, y además, por primera vez se sentó en mis piernas por la falta de espacio en el coche.

Y se nos avecinaba otra época de calvario y sufrimiento por que venían las vacaciones de semana santa y la consecuente separación, para este entonces los padrinos aún no tenían confianza en mí (ni nunca la llegaron a tener) pero sabían de mi existencia, así que hubo oportunidad de que yo la fuera a dejar a la terminal. Su hermana también tenía ya novio, así que convinimos irnos cada quién con su pareja toda la tarde y vernos en la terminal para dejarlas en el camión que salía a las 8:15 P.M. ¡Qué decir de la maravillosa tarde que pasamos!. Como gente consciente que éramos llegamos a la terminal a las 7:30 y decidimos esperar a los otros en el estacionamiento. Obviamente nos quedaba poco tiempo juntos y lo aprovechamos en besarnos como locos, fue la primera vez que me pidió que me detuviera por que esta vez ella tampoco podría resistirse, a veces en las noches aún puedo oír su voz diciendo suplicante: Esta noche no.

Eran las 8:15 y no habíamos visto pasar a su hermana, así que salimos corriendo hacia la sala de espera de los ADO, y por curiosa circunstancia el camión salió puntual, ella no alcanzó a abordarlo y se nos avecindaba un problema del tamaño del planeta, por que si regresaba sin su hermana a casa de sus padrinos, eran capaces de cortarla en pedacitos, o de hacerla irse caminando de rodillas hasta VillaHermosa. En fin, estábamos ya pensando en el suicidio cuando vimos al novio de la hermana y a su primo hechos unos energúmenos. Al tiempo de los regaños y los reproches, abordamos el coche del primo del novio de la hermana dispuestos a alcanzar el camión. Sólo recuerdo haber estado así de nervioso y asustado dos veces en mi vida, la primera fue cuando en un torneo de Tae-kwon-do, me enteré de que me tocaba pelear contra un tipo que ya había conmocionado a tres y estaba pero de véras feo. La segunda fue esa noche, yo sabía que los camiones no paraban más que en las terminales para evitar asaltos, y la próxima terminal era la de Córdoba, a 3 horas de Puebla, sentía que las manos me hormigueaban y la cara totalmente adormecida. Sin embargo ella estaba tranquila, tenía la plena confianza de que iba a abordar el camión, no se daba cuenta de que no teníamos gasolina para llegar a córdoba, yo intentaba hacerla entrar en razón de que por lo menos debería exhibir un digna reacción de pánico cuando el camión se detuvo en una gasolinera, traía baja una llanta. En ocasiones como esa no sé si Dios existe, o es el poder psicotrónico el que lo logra, pero, ¡juro que hay milagros!. Fue todo un "show" lograr que el chofer la dejara subir, de nada valió que le dijera que era imposible que un ser tan encantador como ella tuviera alguna mala intención. La única explicación válida que aceptó fue un billete de 10,000 pesotes (¡De aquéllos!). Segunda vez que me quedaba sin un quinto y me separaba de Ella. Tuve que dejar empeñada mi licencia de manejar para poder sacar mi coche del estacionamiento. Por cierto que quizás todavía esperen a que vaya a recogerla. En los siguientes 15 días continué escribiendo la semi-novela que había empezado en Diciembre (la de los dos Chavos) pero le di toques llenos de esperanza, insisto, a veces uno exagera cuando está enamorado.

Y vinieron otros quince días de dar vueltas por su casa esperando a que volviera, pero éstos no fueron tan tristes como los de Diciembre, por que para empezar no era época de depresión invernal, y para seguir ya andaba yo metido en el reventón y las viejas, aunque mi pasión por ella no me dejaba estar contento y su ausencia me deprimía horrores. Pero llegó Abril, y ella también. También llegó en Abril mi cumpleaños número 19, excuso decir que yo sí he cumplido mis veintitantas primaveras.

La canción "Love of my Life" de Queen, era una especie de himno para nosotros, pero ella nunca la había oído con el grupo, si no que se la sabía ya casi de memoria berreada por mí, la primera vez que la oyó bien fue ese 17 de Abril en mi casa, por que decidió llevarme la primera y única serenata que he recibido en mi vida. Ahí estaban ella y sus compañeritas de la escuela a las siete de la mañana "gritando" las mañanitas a capella, ese ha sido uno de los cumpleaños más felices que he tenido.

A finales de Abril era la feria de Puebla, y su mamá vino para conocerla, esa vez mi papá me prestó el coche para llevarlas, fuimos su mamá, su madrina, su hermana, ella y yo; yo estaba bien nervioso por que su mamá parecía ser de muy pocas pulgas. Al igual que Novia, tenía los ojos verdes, pero más expresivos, la verdad es bien difícil aguantar la mirada de la señora sin estremecerse, pero en realidad es un dulce, y con los años me llegó a querer bien, y yo tengo muchísimas cosas que agradecerle, aparte de haber hecho a un ser tan adorable como su hija. Aunque el amor muera, hay cariños especiales que nunca se pierden.

Saliendo de la feria yo venía confiado con respecto al asunto del padrino, por que, finalmente íbamos con la mamá y la madrina, incluso pensé que esta vez sí podría dejarla en la puerta de su casa, y no en la esquina como siempre, a lo mejor hasta me invitaban un café, claro, las recámaras no, pero al menos iba a saber cómo era la casa donde mi amada vivía. ¡Craso error!, las cuatro venían aterrorizadas por que con el tráfico ya llevábamos veinte minutos de retraso, la madrina estaba semi-histérica por que quizás al llegar iba a recibir una del mismo apelativo. Finalmente una vez más las tuve que dejar en la esquina de su casa.

Nunca conocí el interior de aquella casa, pero si llegué a conocer a algunos de los miembros de la familia, especialmente al hijo mayor, él tenía fama de ser una especie de réplica juvenil del padrino, todo un malditón, y en cierta forma lo era, por el mismo vecino que me contaba las historias del padrino y nos prestaba el patio de su casa para llevar serenata me enteré que este sujeto una vez había descalabrado de una pedrada a su propia madre en una borrachera y algunas cosas por el estilo, pero de alguna manera yo le caía bien, no sé por qué, y fue él quien me sirvió de cómplice cuando a Novia le dio varicela y tuvo que estar como un mes encerrada a piedra y lodo. Por medio del citado hijo mayor, que por lo visto solamente era maldito cuando estaba ebrio, yo le hacía llegar flores y cartas y cursilería y media. Más tiempo de separación para reafirmar mi adicción de amar pensar en ella, y para seguir aprendiendo de viejas y reventón.

Cuando al fin la volví a ver seguía amándola como loco, pero en ocasiones me empezaba a parecer infantil, a veces sus juegos me aburrían y me despertaba una sensación parecida al hastío. Alguna vez terminamos nuestro noviazgo por uno o dos días, y descubrimos algo que tiempo después mantuvo nuestra relación por muchos años: Las reconciliaciones. Y es que cuando ha habido (pero ya no habrá) una reconciliación entre nosotros, el amor ha vuelto a surgir con el doble o triple de fuerza.

El caso es que yo ya empezaba a conocer muchas cosas que antes ni imaginaba que existieran, y ella no podía salir de la cárcel que la obligaba a que el mundo se concretara a su casa, la escuela y yo. Pero el amor todavía era más fuerte que todo eso. Vuelvo a redundar, todavía no sabíamos que eso era amor, de hecho en aquel periodo solamente una vez le dije "amor" (y por accidente), siempre me dirigí a ella por su nombre y algunas muy contadas ocasiones le dije "gordita" o "chaparrita" o "Enanita" y la de lujo, "mi muy querida ojos de gargajo". Es más, una frase de amor común por ambas partes era: "Te quiero, casi, casi te amo". Esta es otra de esas frases que aún puedo oír susurrada por su boca en algunas noches de silencio y soledad. He de aclarar que sigo soltero no por que ella haya sido el amor de mi vida, si no que sigo soltero por que ella fue quizás el más grande amor en mi vida, pero aquel amor ya no existe por que aquella niña de los verdes ojos tampoco existe ya, ahora solamente existe una experimentada mujer que es ingeniera en electrónica.

El 10 de Mayo las felicité a ella y a su hermana por que eran unas "madrecitas" de tan chiquitas. Y nos seguíamos llevando muy bien los tres, con su hermana yo llevaba una amistad muy bonita y le tenía mucho aprecio, claro que eso cambió mucho con el tiempo, tanto que nos llegamos a tener el debido y social odio que debe existir entre cuñados, pero eso fue mucho tiempo después, en aquel entonces todo era color de rosa, a veces (muy pocas) me pregunto si no será mejor el amor sin sexo.

Y se nos avecinaba una época de sufrimiento peor aún que todas las anteriores: Los dos meses de vacaciones de verano. Yo no iba a poder salir por que ese verano acababa mi carrera de técnico en electrónica computacional, que finalmente me ha servido para valiente la cosa, y ella tenía que regresar a su casa. Su mamá había comprado un restaurante en Cancún y sus hijas tenían que ayudarla, no había remedio para evitar la separación. Una de las últimas veces que salimos antes de eso, se nos hizo de noche, y en parque Juárez, después de una larga terapia anti-arrugas, ella dijo la que quizás sea la más memorable frase célebre de aquel periodo: "Siempre que hay luna llena quiero mucho a alguien". Es quizás obvio suponer lo que pasa por mi mente cada que veo una luna llena, y esa es una de las pocas cosas que no han cambiado ni con el tiempo la distancia o el olvido.

El día que tenía que salir para su casa lo pasamos juntos, en la mañana nos fuimos a Valsequillo a un improvisado día de campo. En la tarde llevamos de compras a su hermana, que ya no tenía novio, y la dejamos en el centro mientras nosotros nos íbamos a besarnos en el coche a un parque cercano, ese día llegamos muy lejos en el aspecto corporal del amor, lo suficiente como para que los vidrios del coche estuvieran tan empañados que nadie podía intuir lo que pasaba adentro, pero ni remotamente hubo un encargo a París ni nada que implicara acciones que rompieran algo o dejaran marcas permanentes, en fin, trato de decir lo más elegantemente posible que no cojimos.

El tiempo se nos pasó volando y cuando al fin pasamos por la hermana, estaba hecha un energúmeno, primero por que nos estaba esperando en una esquina, y no faltó el patán que malinterpretara la situación, y segundo por que las iba a dejar el camión. He de decir que "cafre inconsciente" es un apelativo generoso para la manera de manejar que me aventé haciendo tiempo récord a la terminal, ellas se bajaron corriendo para alcanzar el camión y yo las alcancé después con su equipaje. Cuando terminé de documentar las maletas ya ellas habían subido al camión, y a mí no me dejaron pasar hacia donde estaban, sólo la vi con los verdes ojos empañados viéndome desde la ventanilla, como dije en aquella semi-novela de los dos chavos, "con los ojos nos lo dijimos todo". Ese fue el último día del periodo más feliz de mi vida.

Después vino una época un tanto patética, esos dos meses los dediqué a intentar olvidar la depresión que me causaba su ausencia, me dediqué a andar de aquí para allá con una y otra vieja, y por supuesto concluí mi carrera técnica. La escuela donde estudié la técnica planeaba abrir ese semestre la Ingeniería, y para ese entonces las cosas en la Universidad donde yo estudiaba estaban muy mal, había habido cierto conflicto entre los profesores y la escuela estaba hecha un desgarriate, y así fue que decidí cambiarme de carrera y de escuela para estudiar ingeniería electrónica, pero tenía el problema de que en la primera escuela ya iba en quinto semestre, y como la otra apenas iba a abrir la carrera no había posibilidad de revalidar materias. Así que decidí inscribirme en las dos. Al final del verano tenía muchas ilusiones, por que iba a entrar a estudiar dos ingenierías al mismo tiempo, y eso era un paquetote. Pero a la vez también tenía una depresión acumulada por la ausencia de novia que había estado padeciendo los dos últimos meses que más vale borrar del Diskette por el bien de la salud mental del celebérrimo escritor chiapaneco (que no es puto).

Un día antes de entrar a clases me dió por irme al cine a ver el estreno de "La Mosca II", y el estado de ánimo era tan encontrado en mí que empecé a ver algunos aspectos filosóficos de la película que definitivamente no tenía. Saliendo del cine me compré dos cervezas y me fuí a valsequillo a filosofar un rato y a escribir algunas tonterias que se perdieron en el accidente que tuve regresando y que marcó otro gran cambio en mi vida.

A raíz de aquel accidente la situación económica se puso muy crítica en mi casa, y en uno de los viajes de mis papás a Chiapas, a mi papá le surgió una oportunidad de empleo que le resultaba mucho más conveniente que quedarse en Puebla. Fué así como en una semana me quedé totalmente solo en Puebla, por que mis hermanos uno ya estaba en Chiapas y el otro estaba casado y con familia.

El hecho de quedarse solo en una casota cuando ya se tiene alguna experiencia en aquello del reventón tiene innumerables ventajas, y yo las empecé a aprovechar bastante bien, por un tiempo dediqué la vida al reventón, pero fue un periodo temporal, después empecé a madurar un poco más rápido de lo que lo haría si hubiera seguido viviendo con mis padres y me ubiqué en una situación relativamente estable en la que aún me mantengo. Pero el caso es que para cuando Novia regresó a clases, ya mi vida había tomado otros rumbos muy distintos a los que tenía cuando la conocí, y esta vez sí me empezó a resultar demasiado infantil, y empesaba a aburrirme, el amor finalmente se estaba acabando, y el amor por ella era la única medida de comparación que yo tenía en ese entonces para saber de los sentimientos que se pueden tener por una mujer. Así que llegué a la conclusión de que ya no la amaba, además acababa de conocer a una chica muy bonita que había llamado fuertemente mi atención, y entre tantos eventos en mi vida mis emociones y mis ideas estaban hechas toda una maraña que hasta la fecha no logro descifrar, aún no se si realmente la dejé de amar en ese periodo o simplemente estaba confundido. Pero a final de cuentas terminé con ella, sin pleitos ni nada de eso (¿o si?), y seguimos siendo amigos por un lapso breve, después todo terminó por ambas partes. Y ella tomó su camino y yo el mío, las lineas de nuestras vidas que antes habían estado tan juntas se separaron repentinamente despues de tanto amor, Fernando Celada dijo en sus Nublos "las aves pueden volver al nido, pero las almas que se han querido, cuando se alejan no vuelven más", un año después me di cuenta de que, con todo el respeto que me merece el excelentísimo Fernando en esa parte de la poesía se equivocó, pero eso... eso es otra canción.

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