Un rudo con alma
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"El flechazo existió desde el primer momento. Me enamoré de sus cuadros expuestos en el Moka Jazz. Fue un verdadero impacto, algo mágico. Las telas pigmentadas de ocres y cremas se apoderaron de mí, me capturaron para que yo formara parte, por un momento, de su obra. Me perdí en ellos, en sus redondeces, en sus sombras. Me recosté en sus lechos y me senté, como la mujer del cuadro, a divagar quedamente, sobre cómo se puede sentir uno al estar suspendido en esa otra dimensión del creador. Fue, entonces, cuando quise conocerle, decirle cuánto me había impresionado lo que en mis ojos todavía estaba presente. Decirle que me había enganchado a aquellas figuras que ocultaban más de lo que mostraban. | Contarle que, por un instante, fui la mujer del cuadro. Un amigo nos presentó. Quedé consternada. Su imagen no se correspondía con aquello que yo había sentido. Le imaginé de otra forma, no como a un chico duro de la calle, no como a un boxeador que era lo que en ese segundo, de hecho, percibí. Él se presentó: - Nitodavila, encantado. Le miré a los ojos -donde el alma se esconde- y, entonces, reconocí a ese hombre sensible, a ese gran pintor que me había captado para sí. Aquél que me había metido en sus cuadros, en los recovecos de sus sueños, de sus visiones. El hombre sensible con coraza de rudo. |
No pudimos hablar más. Lo acaparaban muchas personas ese
día de la exposición y yo quería saber más sobre él. Pasaron dos semanas y fui con un amigo a su taller, al cual puede ir cualquiera. Charlamos un poco de todo; de su vida, de su trabajo, de su amor al arte. De nuevo, pude contemplar su obra, que me fascina, aunque fue más importante aún, conocer a este ser humano que, cada vez, me parece menos rudo y más sensible, lo que en nada opaca el lado felino y poderoso de su imagen. Si quereis visitarle, no os olvideis de llamarlo antes al 249958. Su taller está en la calle Asturias, 8, Bajo." |