mi
dolor y con mi dolor insumidas en mí
soplo,
agazapadas como fetos de escorpiones,
en
el lado más interno de mi nuca, las
madres
de rojo que me aspiran el único calor
que
me doy con mi corazón que apenas pudo
nunca
latir, a mí que siempre tuve que
aprender
sola cómo se hace para beber y
comer
y respirar y a mí que nadie me enseñó
a
llorar y nadie me enseñará ni siquiera
las
grandes damas adheridas a la entretela
de
mi respiración con babas rojizas y grandes
velos
flotantes de sangre, mi sangre, la mía
sola,
la que yo me procuré y ahora vienen a
beber
de mí luego de haber matado al rey
que
flota en el río y mueve los ojos y
sonríe
pero está muerto y cuando alguien
está
muerto, muerto está por más que sonría y
las
grandes, las trágicas damas de rojo
han
matado al que se va río abajo y yo me
quedo
como rehén en perpetua posesión.
Alejandra
Pizarnik
(Argentina) |