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llas serán las emisarias de mi vida,
acabarán
con todo resplandor, toda armonía,
en el ácido prúsico
de las horas.
Ellas cantarán, bailarán, darán conmigo,
me darán un brebaje de magnolias,
fascinarán al mundo sus violetas,
equivocarán las mañanas con sus poses de muñecas
en el estante de la soledad.
Ellas llorarán los cielos transcurridos
en el mapa de un bar olvidado.
El estaño resplandeciente con su grapa inmerecida.
Me dirán: ¿dónde estuviste encandilado
con el verso de una madrugada triste?
¿Dónde estuviste tan letal, tan pasajero,
tan lector de un tren que se perdió de vía,
que se acompasó en la penuria de la noche?
Ellas me traerán mi libro de Baudelaire,
con sus hojas desgastadas y el gato de medianoche
en el sofá encantado...
Ellas intoxicarán mi digital, mi pesadilla,
alentarán mis fantasmas de la ensoñación
con el caldo caliente y la frazada dócil.
Ellas serán las emisarias de mi vida
en el tintero ausente de la resignación.
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