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Hay una generación de poetas hondureños, cuyos textos pude conseguir por la publicación que hizo esa gran iniciativa de la Editorial Paradiso. Pondremos acá una pequeña muestra de dos autores, que creo representan muy bien la gran calidad creadora de ese país.
Alguien se fue y dejó todos los cuadernos abiertos en la página 21, servidos el café y los frijoles en la mesa, caliente la cama sin hacer, el perro esperando su comida, una cita de amor puesta a secar en la ventana y en los vacíos del ropero el olor de los sueños.
Cuado esta llama explote dejará de ser luz y se hará fuego. Un viento fuerte barrerá las llamas de las velas. Regresarán las ramas secas a la tierra, se agrietará el planeta y un volcán amarillo será todo el continente hasta estallar -fogonazos de sol, cristal fundido, lava a presión bañando el cielo- para que no se sepa qué color era el mar y se olvide la medida de la noche. Después lloverá como en la biblia, se inundarán de pájaros los patios, despuntará lo verde y será eterna la llama del amor que será nuestro como el pan de la tierra liberada.
Asumir la ternura como deber histórico es igual que volver de un largo viaje, mirarlo todo, probar el temple de la carne y el alma, identificar el olvido con la muerte y decidir quedarse quedarse quedarse y transformar el corazón vagabundo, hacerlo sólido, creador legítimo de estrellas aunque se rompa en el intento.
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