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Espero que nadie me mate por comentar esta película
pero llega el verano y aprovecho para ver todas aquellas películas casposas que no vería
más que sólo y bien sólo, que es de hecho como las miro. De todos modos, algo ha de tener la película para que la vea, y ése algo es de nuevo el director, Joe D'Amato de nuevo, sólo que muy posiblemente antes de su época erótico-americana, y por descontado lejos de la época porno que más fama le ha dado. La película es una italianada con todas las de la ley, aunque por el título podría pasar por una españolada de los años 60 y 70 tan y tan cutres como las que se produjeron en este país durante esa época. El argumento no creo ni que sea necesario por que os lo podéis imaginar de sobras: un ginecólogo llamado Franco, que se pasa por la piedra a todas las mujeres que le visitan para que él las "reconozca". Tal es el éxito de nuestro ginecólogo, no sabemos si debido al tamaño de su pene o a la habilidad del mismo para hacer disfrutar a las mujeres o a la falta de amor entre los matrimonios de la época, que cada día tendrá que hacérselo con muchas y muchas mujeres, insatisfechas o no, lo cual le dará un prestigio importante, no sólo entre las mujeres sino entre sus jefes, que sin saber la verdadera causa del enorme aumento de visitas, le ofrecerán trabajar en varios sitios a la vez. |
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Al final que pasará? Pues imaginároslo también: que el pobre hombre, nada atractivo el pobre, estará más que harto de hacer felices a las mujeres y se buscará un ayudante que pueda realizar las mismas tareas que él, beneficiándose ambos de tal pacto. En fin. La película no es ningún punto culminante del entretenimiento, pero si en algo destaca la película - y no es en desnudos, que los hay pero muy normales - es el guión, un guión hiper-rebuscado, con muchos matices, muchos chistes, juegos de palabras y dobles sentidos en plan de coña que harán que tragar esta comedia pseudo-erótica no sea tan doloroso. |
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Si en Speed Jan de Bont - que aquí hace de director y
de productor ejecutivo - nos asombró por la cantidad de pelas que se gastaron en
destrozar coches, autobuses y todo lo que se pusiera por delante, esta vez nos demuestra
que las pelas se pueden gastar en otras cosas como son unos efectos realizados por
ordenador que te cagas en las bragas del copón. Y es que es imposible no darse cuenta de lo geniales que son dichos efectos, todos ellos en un ambiente tan oscuro, tétrico y lleno de historias de miedo como puede ser una mansión enorme (de hecho... una gran mansión, joder) cuyo pasado no es del todo agradable escuchar antes de pasar una noche en dicho palacete. Pero vamos por partes. La película se basa en una novela de Shirley Jackson llamada The Haunting of Hill House y el guión ha sido realizado por David Self. Tenemos a Eleanor (Lili Taylor) por una parte, una mujer sola a la que se le acaba de morir lo único que tenía en esta vida, el padre del que cuidaba desde tiempos inmemoriales. Ve un anuncio en el periódico acerca de una especie de experimento en el que se investiga sobre la gente que padece de insomnio, esto es, los que ni a patadas pueden pegar ojo, dentro de cuyo grupo se siente enmarcada Eleanor. Así pues, oyes, nuestra chica decide llamar y aceptar participar en esta nueva aventura que ha de aportar unos dinerillos a su vida y algo de novedad. |
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El experimento consiste en permanecer encerrados durante unos días en un sitio apartado de la sociedad como es el palacio que he mencionado antes, un castillete aislado de toda vida humana en la cual Eleanor pasará unas cuantas noches junto con Zyo (Catherine Zeta Jones), una buenorra a la que le gusta vivir y vivir bien, y cuya sexualidad no se acaba de definir del todo (en cuanto a gustos), con Owen (Bruce Dern?), un chico rubio que tampoco puede dormir y del que no hay nada especial que contar y, evidentemente, el equipo investigador, encabezado por el Dr. Marrow (Liam Neeson), un doctor muy interesado en la falta de sueño o la imposibilidad de conciliar el mismo. Todos ellos se meterán en la casetona e intentarán pasar los días lo mejor posible, cosa que no les será nada sencillo, fijo. Y es que sólo hay que ver el careto que pone el que fue algún día el dueño del palacio para írsele a uno las ganas de dormir y de lo que sea. Pues no cuento mucho más porque sino desvelo mucha cosa, pero dicho careto, o mejor aún, dicho personaje, tendrá mucho que decir o hacer en la película, así como el destino de los que pretenden experimentar en sus aposentos. El tema de los efectos lo damos por zanjado, recordándoos que son cojonudísimos y que están de putísima madre, ya veréis. Pero luego hay algo que no me gustaría olvidar de ninguna de las maneras. Se trata de errores que considero algo graves y que hay que, como mínimo, mencionarlos (ahora mismo me doy cuenta que hace ya un tiempo que la vi y que no sé si voy a recordarlos todos...). El primero está muy claro y se trata del candado y la llave y la puerta y de la Sole y de los webos. Resulta que en el lugar donde se encuentran haciendo las pruebas, viven durante el día una pareja de yayos que antes de que oscurezca dejan la casa, cerrando la puerta y no abriéndola hasta que amanece, cosa que dejan clara de manera explícita al principio de la cinta. Pos bien... primero nos damos cuenta de que cuando se hiere accidentalmente la ayudante del doctor, éste tiene misteriosamente la llave que ha de abrir la gran puerta para que salgan hacia el hospital ésta y el otro ayudante que quedaba. Ok. Pero es que luego, hacia el final de la película, cuando todos intentan dejar la casa atrás cuanto más pronto posible, fíjate tú por donde que ya no tenemos la llave y hay que ir a ostias contra la puerta, a ver si cede de una santa vez - cosa que NO hace. Dejadme pensar en el otro error que había... Bueno. No sé por que diablos pero no recuerdo cual era el otro "pequeño" error, pero os aseguro que había otro e igual de importante. En fin. Cuando me venga - el error -, lo añadiré al final de todo okis? Alas gentes. Disfrutad de la película que no es moco de pavo. |
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Una de las primeras películas de Dario Argento, del
1971, en la que todavía no estaba concretado el estilo de uno de los directores de Giallo
(sino el que más) más conocidos hasta el día de hoy, y en la que podremos darnos cuenta
cuanto se nos puede confundir en una película, ya sea por el título y por lo que
encontramos, o por las veces que somos engañados por un guión conseguido que nos hace
saltar de sitio en sitio sin saber dónde estamos realmente. Un ciego algo mayor aficionado a los jeroglíficos y un periodista con complejo de detective audaz serán los dos protagonistas de esta historia policíaca llena de suspense y de intriga que atrapa hasta límites inesperados, a pesar de la antigüedad de la película y de que el periodista no es otro que James Franciscus, un tipo que a bote pronto no me cae demasiado bien pero que aquí realiza un papel bastante digno, aunque quizás no apto para los Oscars (y quién diablos quiere un Oscar???). Éste hace de Carlo Giordani, el periodista que ayudará (o viceversa) a Francesco Arno (Karl Malden), el ciego aficionado a romperse el coco, a dar con el misterioso asesino que irá acabando con cada una de las personas que pueden aportar cierta información para resolver el caso central de la película. Cuál es dicho caso? Pues se trata de una serie de crímenes que tienen como eje central un experimento llevado a cabo por unos científicos para poder predeterminar, en el momento del nacimiento, si ese o esa recién nacido será en el futuro, cuando sea adulto, un ser violento o un potencial asesino, con lo cual se podrían evitar la mayoría de los asesinos psicópatas del mundo mundial. |
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Como he dicho antes la película es bastante agradable de visionar y el misterioso asesino, al cual no le vemos la cara hasta el final (quizás), nos mantendrá sentados en el sillón, sofá, butaca o silla (vosotros sabréis) hasta que acabe la película y nos demos cuenta que esos a los que nosotros pensábamos culpar de criminales andan lejos de matar cualquier mosca siquiera. Qué hay de Argento en la película? Pues no diré que es inconfundible el quehacer del director italiano, por que tanto no lo conozco, pero sí que hay cosas que lo distinguen de algún resto (de otros directores) y que lo hace especial, lo que es. Tenemos primeros planos muy interesantes, flashbacks a modo de recordatorios de los protagonistas cuando recuerdan algún hecho pasado o para que nosotros podamos ver qué está sucediendo en un momento dado en otra parte de la historia y, sobretodo, las muertes y la sangre que más tarde o más temprano harían de las películas de Argento una auténtica delicia para los amantes de lo sangriento, inconfundibles muertes marcadas y dirigidas por la originalidad del director, que se las piensa todas y que sabe conseguir con esta película algo más de una hora y media de ausencia de tedio y aburrimiento. Queda por decir, algo que no me perdonaría, que la música de la película la realizó el gran (no sé si en esa época ya era gran o no tan grande) Ennio Morricone, al cual todos deberíais ya conocer (si yo lo conozco...), que le da a la intriga y misterio del director una dimensión a veces de paranoia y a veces de miedo de salto (de aquel miedo que te hace saltar cuando, al final, te pegan el susto de la ostia). |
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