Utopía -- Roger MacBride Allen / Isaac Asimov

 

utopia.jpg (6297 bytes) Ya nos hemos leído la tercera y última parte de esta trilogía compuesta por Caliban, Inferno y, la que aquí toca, Utopía.

En este utópico final, después del atentado que sufrió el gobernador Chanto Grieg en el anterior libro, aquí el problema llega cuando un científico llamado Davlo Lentrall, arrogante y bastante engreído, descubre que una posible y descabellada solución para que el planeta se salve de la autodestrucción debido a los cambios climatológicos y a las diversas temperaturas que acabarán desolando Inferno, sería hacer que el cometa Grieg, que así deciden llamarle, que dentro de un par de meses pasa cerca del planeta, se desviara y dividiera de tal modo que se sus diferentes partes, convertidos en meteoritos, caigan sobre el planeta de tal modo que luego solo huelgue enlazarlos a base de perforaciones de poca importancia que haría que las aguas del Océano Meridional llegara hasta las tierras de la Depresión Polar, cosa que según los cálculos estimados por el científico, salvarían el ecosistema del planeta, salvarían a Inferno del Infierno.

La cosa tiene tela no? Pero claro, la cosa tampoco podría quedarse aquí, sino que se complica por todas bandas. Por una parte las zonas donde se van a hacer caer los meteoritos es Utopía, que es donde se encuentra Valhalla, la ciudad donde viven los robots Nuevas Leyes, comandados por Prospero, un robot que como veremos en el libro ya ha perdido bastantes tornillos.

Los Cabezas de Hierro tampoco pueden faltar a esta cita, siempre tan alborotadores y en contra de los robots, intentará echar al traste cualquier intento de tamaña magnitud. Y así todos, los colonos con su intento de secuestro de Lentrall, o el propio científico que cuando haya pasado por todo lo que le van a hacer pasar cambiará rotundamente, para bien, de modo de pensar.

Y en medio de todo esto tendremos a nuestros protagonistas, a Alvar Kresh que se dará cuenta que su robot Donald 111 no es tan perfecto como desearía, su esposa Fredda Leving que en todo momento estará ayudando a su marido o Justen Devray, que suplanta a Kresh en sus tareas policíacas y que también tendrá más de un dolor de cabeza.

En esta tercera parte de la trilogía conoceremos a Dee y a Dum, los dos superordenadores que controlan todo el país y que serán un punto clave de caras a conseguir que los meteoritos lleguen a bien puerto.

Caliban será quien, justo antes del 1er impacto, solucione un problema que tiene que ver con otro secuestro que habría puesto la vida de muchos robots y, por ende, de muchos humanos, en peligro.

Y así, a través de las 444 páginas todo acabará más o menos como indica el título, de manera utópica, con una reflexión de Fredda de las que calan los huesos, de las que hacen meditar, mientras nosotros, después de habernos hecho amigos de los robots Tres Leyes, de los Nuevas Leyes, del Sin Ley, de los infernales, de los colonos y de toda esta terminología usada por el autor en esta genial saga, nos quedaremos pensando que de nuevo se acabó todo y que hay que pasar a otro libro.

Detalle estúpido para acabar krítica estúpida: no me había fijado hasta el día que me puse a leer el libro, aunque viendo los nombres que aparecen en el libro, ya podía imaginarme algo por el estilo. Se trata simplemente de que al principio de cada una de las 3 partes, hay una pequeña introducción que nos explica la historia de los colonos y de los espaciales y todo eso. La intro está firmada por un tal Sarhir Vadid, que más que ser un nombre árabe, es simplemente un juego de letras que nos da el verdadero nombre de David Harris, el primer terrestre al que da las gracias Roger MacBride Allen en la nota del autor que abre el libro.

Y esto es todo!


Damien, 24/07/99

F.U.C.K.

Utopía -- Tomas Moro

 

utopia2.jpg (7209 bytes) Sabemos ya lo que es una utopía? Según se nos indica en el libro, la palabra utopía fue "inventada" por Tomas Moro, el autor del libro, empleando y uniendo las griegas U=no, y TOPOS=lugar, o sea, que UTOPOS querría decir lugar que no existe, con lo cual la cosa quedó más o menos así y ahora todos entendemos por utopía algo perfecto que, por lo tanto y como tal, no existe, el paraíso y bueno... cada uno puede imaginarse una utopía bien diferente.

Pos bien, el libro nos narra a modo de indirectas o de terceras personas, para limpieza de manos de Moro, la existencia de una isla llamada Utopía, situada supuestamente donde la Atlántida, una isla perfecta con ciudadanos perfectos que viven en una sociedad en perfecto funcionamiento y, vamos, todo perfecto.

El libro está compuesto de una carta de Tomas Moro a Pedro Egidio y de dos libros, valga la petulancia, en los cuales tenemos una pequeña introducción a la situación y la explicación profunda y densa de la magnífica isla, respectivamente, en los cuales veremos como un tal Rafael, que vivió durante largo tiempo en la isla, le cuenta a Tomas el invulnerable funcionamiento de una sociedad que maravillaría a los más incrédulos por su eficacia y su perfeccionismo.

Debo reconocer que mientras leía bastantes de las páginas del libro, me venía a la mente la manera de escribir de Sade, con la misma densidad y a veces pesadez que el marqués más conocido around the world.

PERO. Siempre hay un pero, o más, siendo esta vez un pero bastante importante al cual quizás no haya que darle demasiada importancia, dicho sea de paso.

Utopía, de manera bastante clara, es una crítica de la sociedad en la que vivía Moro así como, ya de paso, una clara exposición de lo que sería una sociedad perfecta para el autor del libro.

Y esto es una hoja de doble filo dado que, desde luego, y una vez leída, por muy bien que pudiera funcionar la cosa, ni de lejos se parece el mundo que habita en la isla nada cercano a la Utopía, a mi utopía, claro...

Y si no, decidme vosotros si estaríais de acuerdo y viviríais en completa paz y harmonía en una sociedad donde, entre otras muchas cosas que ahora no me vienen a la cabeza, todo el mundo va más o menos igual vestido, donde no se permiten las relaciones sexuales antes del matrimonio, donde los esclavos o ladrones llevan cadenas de oro, dada la poca importancia que se le da a éste por parte de los habitantes de Utopía, donde todas las ciudades son del mismo tamaño, con la misma cantidad de personas, donde todo el mundo tiene que trabajar un mínimo de horas, sin que existan vagos ni ricos que se rasquen las bolas mientras pueden, una sociedad donde todo está controlado de manera jerárquica de tal modo que nada se le escapa a nadie y donde todo el mundo sabe más o menos lo que los demás hacen y donde la gente no debe salir de su ciudad a menos que sea con permisos especiales del príncipe que reina la isla o de algún "alto mando". Es eso la perfección? Es eso la libertad? El tener que actuar y vivir como robots, bajo una monotonía y un control exageradamente desesperante?

FUCK! La verdad es que se le van a uno las ganas de conocer utopías si han de ser así.

Pero bueno. Como que no existen las utopías más que dentro de las personas, el señor Tomas Moro tiene todo su derecho a escribir lo que quiera y como quiera, por que para eso existe la libertad de expresión, nor???


Damien, 13/09/00

F.U.C.K.

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